CANCIÓN
37
ESPOSA
Allí
me mostrarías
aquello
que mi alma pretendía,
y
luego me darías
allí
tú, vida mía
aquello
que me diste el otro día.
DECLARACIÓN
(1)
1
/ El
fin por que el alma deseaba entrar en aquellas cavernas ya dichas, era por
llegar consumadamente (a lo menos en cuanto sufre este estado de vida) a lo que
siempre había pretendido, que es el entero y perfecto amor que en esta tal comunicación
se comunica, y también por alcanzar perfectamente, según lo espiritual, el
derecho y limpieza de el estado de la justicia original. Y así, en esta canción
dice dos cosas: la primera es decir que allí la mostraría -es a saber, en
aquella transformación de noticias- lo que su alma pretendía en todos sus actos
e intentos, que es mostrarla perfectamente a amar a su Esposo como él se ama,
junto con las demás cosas que declara en la siguiente canción; y la segunda es
decir que allí también la daría la limpieza y pureza que en el estado original
la dio, o en el día del bautismo, acabándola de limpiar de todas sus imperfecciones
y tinieblas como entonces lo estaba.
Allí
me mostrarías
aquello
que mi alma pretendía.
2
/
Esta pretensión es la igualdad de amor que siempre el alma natural y
sobrenaturalmente desea, porque el amante no puede estar satisfecho si no
siente que ama cuando es amado. Y como ve el alma la verdad de la inmensidad de
el amor con que Dios la ama, no quiere ella amarle menos altamente y perfectamente.
Y para esto desea la actual transformación, porque no puede el alma venir a
esta igualdad y entereza de amor si no es en transformación total de su
voluntad con la de Dios, en que de tal manera se unen las voluntades que de
hace de dos una, y así hay igualdad de amor. Porque la voluntad de la alma,
convertida en voluntad de Dios, toda es ya voluntad de Dios; y así el alma ama
a Dios con voluntad de Dios, que también es voluntad suya; y así le amará tanto
como es amada de Dios, pues le ama con voluntad de el mismo Dios, en el mismo
amor con que Él a ella ama, según lo dice el Apóstol, diciendo: “Gratia Dei difusa
est in cordibus nostris per Spiritum Sanctum qui datus est nobis”; que quiere
decir: “La gracia de Dios está infusa en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos es dado” (Rom. 5,5). Y así
ama en el Espíritu Santo a Dios junto con el Espíritu Santo, no como con
instrumento, sino juntamente con Él. Por razón de la transformación, como luego
se declarará, supliendo lo que falta en ella por haberse transformado en amor
ella con Él.
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