4 / LA RECONCILIACIÓN CON EL PADRE
(9)
Venid,
oh Ditirambos
Penetrad
en mi vientre masculino. (66)
Este grito de Zeus, el
que lanza el rayo, a su hijo el niño Dionisos es el Leitmotiv de los misterios griegos de la iniciación del segundo
nacimiento. “Y los bramidos de toros vendrán de un lugar invisible y desde un
tambor sale al aire algo como un trueno subterráneo cargado de espanto.” (67)
La palabra “Dithyrambos”, en sí misma, como epíteto del muerto y resucitado
Dionisos, significaba para los griegos “el de la doble puerta”, aquel que había
sobrevivido al tremendo milagro del doble nacimiento. Y sabemos que los cantos
corales (ditirambos), y los ritos oscuros y sangrientos en celebración del
dios, asociados con la renovación de la vegetación, de la luna, del sol y del
alma, solemnizados en la estación en que se renueva el dios anual, representan
los principios rituales de la tragedia ática. En el mundo antiguo esa clase de
ritos y mitos abundaban: las muertes y resurrecciones de Tammuz, Adonis, Mitra,
Virbio, Attis y Osiris, y de sus variadas representaciones animales (cabras y
coderos, toros, cerdos, caballos, peces y pájaros) son familiares a todos los
estudiosos de religiones comparadas. Los populares juegos de carnaval de
Whitsuntide Louts, Green Georges, John Barleycorns y Kostrubronkos, la
Despedida del Invierno, la Entrada del Verano, y la Muerte del Pájaro de
Navidad, han continuado la tradición, a modo de festejo, en nuestro calendario
contemporáneo, (68) y a través de la Iglesia Cristiana (en la mitología de la
Caída y la Redención, la Crucifixión y la Resurrección, el “segundo nacimiento”
del Bautismo, la palmada iniciadora en la mejilla que es la Confirmación, y el
simbólico comer la Carne y beber la Sangre) solemnemente y a veces en forma
efectiva, estamos unidos a esas imágenes inmortales de fuerza iniciadora, a
través de cuya operación sacramental el hombre, desde el principio de sus días
sobre la Tierra, ha disipado los terrores de su fenomenalidad y ha alcanzado la
visión que todo lo transfigura del ser inmortal. “Porque si la sangre de los
machos cabríos y de los toros, y la aspersión de la ceniza de la vaca, santifica
a los inmundos y les da la limpieza de la carne, ¡cuánto más la sangre de
Cristo, que por el Espíritu eterno a sí mismo se ofreció inmaculado a Dios,
limpiará nuestra conciencia de las obras muertas, para servir al Dios vivo!”
(69)
Hay una fábula popular de
los Basumbwa de África oriental, de un hombre cuyo padre muerto se le apareció,
llevando el ganado de la Muerte y lo condujo por un camino que iba hacia abajo,
como a una vasta tumba. Llegaron a una región extensa donde había algunas
personas. El padre escondió al hijo y se fue a dormir. El Gran Jefe, la Muerte,
apareció a la siguiente mañana. Una parte de él era hermosa, pero el otro lado
estaba podrido, los gusanos le caían al suelo. Sus ayudantes los recogían y le
lavaron las llagas y cuando hubieron terminado, la Muerte dijo: “El que nazca
hoy, si viaja, será robado en el camino. La mujer que conciba hoy, morirá con
el niño concebido. El hombre que siembre hoy, perderá sus cosechas. Aquel que
vaya a la selva será comido por el león.”
La Muerte pronunció así
la maldición universal y se retiró a descansar. Pero a la mañana siguiente,
cuando apareció, sus ayudantes lavaron y perfumaron su parte hermosa,
ungiéndola con aceite. Cuando hubieron terminado, la Muerte pronunció la
bendición: “El que nazca hoy, será rico. La mujer que conciba hoy, dará a luz
un hijo que ha de llegar a viejo. El que nazca hoy que vaya al mercado y hará
buenas compras, comerciará como con ciegos. El hombre que vaya a la selva podrá
cazar, es posible que encuentre hasta elefantes. Porque hoy he pronunciado mi
bendición.”
El padre le dijo entonces
al hijo: “Si hubieras llegado hoy, muchas cosas hubieran entrado en posesión
tuya. Pero es muy claro que la pobreza ha sido ordenada para ti. Es mejor que
mañana te vayas.”
Y el hijo regresó a su
casa. (70)
Notas
(66) Eurípides, Las Bacantes, 526 s.
(67) Esquilo, frag. 57
(Nauck); citado por Jane Harrison (Themis,
p. 61) en su estudio del papel del papel del bramador en los ritos clásicos
y australianos de la iniciación. Para una introducción al tema del bramador,
ver Andrew Lang, Custom and Myth (2ª
edición revisada; Londres, Longmans, Green and Co, 1885), pp. 29-44.
(68) Todos ellos han sido
descritos y estudiados ampliamente por sir James G. Frazer en La rama dorada.
(69) Hebreos, 9:13-14.
(70) P. A. Capus des Pères-Blancs, “Contes, Chants et
Proverbes des Basumbwa dans l’Afrique Orientale”, Zeitschrift für afrikanische und oceanische Sprachen, vol. III
(Berlín, 1897), pp. 363-364.
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