LAS CARTAS DE MOZART COMO ESPEJO DE SU POSICIÓN FRENTE AL MUNDO (2)
REALISMO
(23)
AUTOPRESERVACIÓN (10)
Mozart evita toda
sorpresa violenta. En cuatro escalones alcanza la meta de la total confesión,
y, mediante implícita dialéctica, parece rebatir los argumentos de un
contrario. A Leopoldo, el racionalista, no se lo puede vencer con lágrimas ni
con ruegos ardientes, sino con fundamentos sensatos. Sin violencia, pero con el
refinamiento de un dramaturgo experimentado va razonando y sacando una
consecuencia de la otra. Pensar nunca puede ser inoportuno, es el primer
argumento que el padre no tendrá más remedio que admitir, pues él mismo ha
instado a su hijo a hacerlo. Estamos en el segundo escalón cuando Mozart
comienza a exponer sus “fundados motivos”. Su naturaleza necesita de la boda,
pues no puede andar con mujeres de dudosa moral, y nunca tuvo nada que ver con
ellas. Si al padre se le ocurriera oponer aquí una duda, el hijo se le adelanta
y le dice que le sería fácil admitir una debilidad, y, como una suave
exhortación para fortificar la necesidad de un casamiento, agrega que en él la
cosa no pararía en una debilidad aislada. Si estos argumentos no bastaran a su
padre, no tiene más remedio que convencerlo de su inclinación a la vida
hogareña, su torpeza en el manejo de sus pertenencias, etc. Si el padre tratara
de hacer cuentas con los gastos de un matrimonio, ya tiene preparada la
argumentación: los muchos gastos inútiles del soltero y el hecho de que el
matrimonio implica orden. Ahora el padre está lo suficientemente preparado como
para conocer el objeto de su amor. Mozart le ruega no asustarse, con
precaución. “¿No será una Weber?”, parece objetar el padre, y Mozart se atreve
a decir: “Sí, una Weber”. Nada puede ser más ingrato al padre; ¡pero qué
inteligentemente está calculado el efecto final! En el cuarto escalón el padre
tendrá que reconciliarse; no es Aloysia ni Sophie, cuyo mal carácter se recalca;
contrariamente, es la mejor de entre las Weber: ¡es Constanza!
No hay manera más hábil ni
más inteligente de hacer una confesión y de fundamentar los propios deseos.
Pero no solamente la
ironía de sí mismo, la ironía y la diplomacia, así como la armonía con el mundo
y la gente, son los medios que disponer Mozart para mantener o crear las
condiciones necesarias para su creación artística. En los casos de decisiones
en suspenso no tiene la paciencia necesaria para remitirse a lo que ha de
ocurrir en el futuro, quiere realizar el presente. Por eso anticipa lo futuro,
lo proyecta arbitrariamente en el presente. No sólo huye de los recuerdos, sino
que también se rebela contra el poder del futuro incierto que pueda turbar su
presente.
En el siguiente párrafo
Mozart quiere convencer a su padre de la falsía del señor Von Grimm, un
presunto mecenas de París:
…le
hubiera escrito hace tiempo pero temía que no me creyera, pero ahora ya no
puedo seguir callando, me crea o no, pero me cree usted, lo sé. (1)
En la misma carta le pide
permiso al padre para poder visitar a los Weber en Munich:
Espero
su confirmación para mañana, caso contrario estoy convencido de su bondad de
antemano, y sé que no ha de negarme esta alegría. (2)
Mozart es esperado
ansiosamente por su padre, después de su viaje a París. Pero se entretiene en
Mannheim, aunque piensa viajar pronto:
…excepto
si lo encontrara muy útil y feliz para mí quedarme algún tiempo aquí, y estoy
seguro, estoy convencido de que usted no sólo ha de estar de acuerdo en ello
sino que me lo aconsejaría. (3)
Con increíble terquedad
hace que sus deseos parezcan los de los demás y parece eludir de esta manera
toda posible réplica.
Notas
(1) A su padre, París,
11-IX-1778, I, 532.
(2) A su padre, París,
11-IX-1778, I, 533.
(3) A su padre, Munich,
29-XII-1778, I, 570.
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