LAS CARTAS DE MOZART COMO ESPEJO DE SU POSICIÓN FRENTE AL MUNDO (2)
REALISMO
(20)
AUTOPRESERVACIÓN (7)
Muy temprano es librado
del severo dogma de la Iglesia, si bien lo fascina durante toda su vida el
colorido y claro planteo del catolicismo. No ahorra las invectivas contra los
curas. No cumple muy escrupulosamente con los ayunos y la confesión. Finalmente
se confiesa masón. El ideal de esta organización, la perfección de lo humano,
está transfigurado en “La flauta mágica”.
De su fe en lo divino del
hombre nace su respeto por el individuo. Humanidad clásica hermosea al ser
humano, cuyo fin no es la subordinación a leyes externas sino el libre
despliegue de la propia personalidad.
Pero si en el hombre hay
algo de divino sería traicionar el propio yo dejar que las paciones vencieran
al espíritu. Cuando esto ocurre realmente, Mozart se aparta asqueado:
Son
dos miserables borroneadores de notas y ejecutantes, borrachos y fornicadores,
no son gente con la que yo pueda darme. (1)
Reprende a los irresponsables.
En la iglesia, el borracho M. Haydn toca el órgano:
…es
una vergüenza que un hombre tan capaz incurra en falta por propia culpa en una
función que ejerce en honor de Dios, estando presente el arzobispo y toda la corte
-toda la iglesia llena de gente-, eso es abominable. (2)
Por natural defensa
propia, sin compulsión, sin sacrificio siquiera, está preservado de
tentaciones, a pesar de la ausencia de fundamentos morales. Libre de su propia
pasión, expresa:
Primero,
porque soy demasiado religioso; segundo, porque amo demasiado al prójimo y
tengo demasiados buenos sentimientos como para perder a una muchacha inocente
y, tercero, porque tengo horror a las enfermedades, estimo demasiado mi salud
como para andar corriendo detrás de las prostitutas. (3)
Si las amenazas del mundo
exterior se hacen ineludibles y la explicación se impone, entonces Mozart capea
el peligro con extraordinaria economía de fuerzas. Las mismas facultades, que
sus obras presuponen, lo ponen a resguardo del mundo. Se libera en sus cartas,
mediante la exposición irónica de un humorista, mediante la exposición
diplomática que evidencia al dramaturgo o bien por la temeraria anticipación de
lo deseado de su espíritu juguetón.
Notas
(1) A su padre, París,
9-VII-1778, I, 488.
(2) A su padre, París,
9-VII, 1778, I, 485.
(3) A su padre, Viena,
15-XII-1781, II, 142-43.
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