1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes /
2018
DEL
BARRIO 8
Mamá Lucha había juntado al Bauti que estaba tirado en la calle como un
feto sin útero (débil y descampado). Ahora lo había acomodado en el sillón de
la cocina. El sillón era una cuna sin barandas amortiguado por almohadones
amorosamente cosidos pero este no es el punto ahora. El punto es el niño que
está durmiendo. Mamá Lucha lo espera tan solitariamente triste como cuando uno
está cocinando para uno. Tal vez esta desesperante soledad fue la que un día la
llevó a cocinar para todos. Pero ese no es el punto ahora. El punto es el niño
que iba a comer algunos dolorosos bocados de comida caliente ni bien
despertara.
Cuando la cantidad de Delirio consumida es suficiente, los cristales no
sólo se acumulan en las venas del dedo sino que empiezan a elegir lugares más
exóticos: la base de los labios, la punta del glande, el iris de los ojos o los
riñones.
En los riñones justamente era donde se habían quedado todos los cristales
del primer pinchazo delirante de la vida del Bauti. Y sólo este pinchazo
alcanzó para barnizárselos por dentro debido a la insuficiencia renal que el
Bauti tenía desde su nacimiento. Y encima el pinchazo fue justo ahí: en la
parte baja de la espalda. Mamá Lucha quería disolverse el enojo tomando un poco
de agua y no dejaba de mirar al niño dormido.
Todavía sobre el sillón, el Bauti dio media vuelta y quedó escondida la
cicatriz que le había dejado la trompada del Despeinado. Y quedó a la vista la
espalda: Mamá vio la luz resonar a través de la remera blanca. Suspiró y el
fastidio dejó empañado su vaso. Se pasó la mano por su pelo morado (como hacía a
cada rato). El niño despertó.
-Mi vida. ¿Cómo estás?
-Hola, señora Lucía. ¿Qué pasó? Estuve en silencio.
-No pasa nada. Ya estás bien. Estamos en casa: en el Laberinto.
-Creo que me voy a morir.
-No digas eso, amor.
-Yo extraño a papá y al Despeinado pero no sé si quiero morir para verlos.
-No tenés por qué extrañarlos. ¿Querés que te cuente un secreto?
-Bueno. Cuénteme y después me muero.
-La gente que amamos va dejando pedacitos de su ser adentro de nosotros.
Pero no es su recuerdo, es mucho más: son ellos mismos. Y por eso tenemos la
gran responsabilidad de cuidarlos, de no lastimarlos y de hacerlos sentir
cómodos adentro nuestro. Pero ¿sabés qué más? Hay pedacitos de nosotros viviendo
en las personas que amamos. Ahora mismo hay un pedacito de vos adentro de mí
que yo cuido y atesoro tanto como a vos mismo.
-Entonces no importa que me muera. Pedacitos de mí van a vivir en algunas
personas.
-Es verdad. Pero ahora no te mueras, por favor.
-No llore, señora Lucía. Morir es algo que siempre sucede, ¿no?
-Sí. Es algo que sucede pero que a vos no te va a suceder ahora. Fue sólo
una dosis. Tus riñones la van a aguantar.
-Por eso yo no me puedo drogar, señora Lucía. Ahora me voy; no quiero que
me vea llorar.
-¿Adónde vas? ¡No podés irte así! Estás muy débil todavía, Bauti: ¡Adónde
vas!
Sin embargo, una vez más no pudo hacer nada para detener al niño. Se pasó
la mano por la cabeza (como hacía a cada rato) y otro montón de pelo se le
quedó pegado. Fue por pasar tanto frío de niña que se le había quedado el pelo
morado. Pero ahora no deja de caérsele con el miedo.
Ella sabía quién era la única persona en el barrio capaz de drogar a un
niño y programarle la muerte sólo con un pinchazo. Darío no conoce los límites
cuando quiere vender. Es verdad que Darío era la única persona en el barrio
capaz de hacerlo, pero esta maniobra había venido desde afuera. (Mamá Lucha no
lo sabía.) Atropellada y sin un plan: salió a matar al rey.
Interrupción de magnates
-¿Qué hacés llamándome al trabajo?
-Me acabo de dar cuenta de algo, viejito: ¿qué pasa si no se matan? ¿Qué
pasa si nuestra idea es un fracaso y nuestra partida nunca termina? ¡Y si se
dan cuenta que son gente!
-Escuchá lo que estás diciendo: son todas estupideces. Los pobres se matan
desde que el mundo es mundo: ¿por qué iban a dejar de matarse justo ahora que
nos conviene? Tranquilizate, la partida va de lo más bien.
-Bueno, si vos decís.
-Dejame seguir con lo mío. Nos vemos mañana.
-Dale, discúlpame. Nos vemos mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario