domingo

JAMES GEORGE FRAZER - LA RAMA DORADA (25)


2. MAGIA HOMEOPÁTICA O IMITATIVA (15)

Suele pensarse, además, que los animales poseen cualidades o propiedades que pueden ser útiles al hombre, y la magia homeopática o imitativa trata por diversos medios de comunicar estas propiedades a los seres humanos. Así algunas behuanas llevan como amuleto un hurón, pues siendo este animal tan tenaz para vivir, hará difícil que les maten a ellos. Otros llevan un insecto especial, mutilado pero vivo, con igual propósito. Otros guerreros behuanas llevan el pelo de un buey mocho entre su propio cabello, y la piel de una rana en su capa, a causa de ser la rana tan escurridiza y el buey sin cuernos tan difícil de sujetar; de esta guisa, el que va provisto de tales amuletos cree que será tan difícil de aprisionar como la rana y el buey. ‘También parece lógico que un guerrero sudafricano que lleva entre los rizos de sus ensortijados cabellos mechones de pelo de pelo de rata tendrá tantas más probabilidades de eludir la lanza enemiga cuando tiene la ágil rata para hurtarse a las cosas que se le tiran; por esta razón, en dichas regiones el pelo de la rata tiene gran demanda cuando se espera que estalle la guerra. Uno de los antiguos libros de la India prescribe que cuando se ofrezca un sacrificio para conseguir la victoria, la tierra con la que se haga el altar se recoja del lugar donde un jabalí haya estado revolcándose, pues la fuerza del jabalí estará en esta tierra. Cuando se toca un rabel de una sola cuerda y los dedos están torpes, no hay más que capturar unas arañas patilargas de campo, quemarlas y frotarse los dedos con sus cenizas: esto hará los dedos flexibles y diestros como las patas de las arañas; al menos así lo creen los galelareses. Para conseguir que regrese el esclavo fugitivo, un árabe traza un círculo mágico en el suelo, clava en el centro una estaquilla y de un hilo ata a la estaca un escarabajo, cuidando de que sea del mismo sexo que el fugitivo. Como el escarabajo da vueltas y más vueltas, se irá enrollando el hilo a la estaquilla, acortándose cada vez y acercando el insecto al centro del circuito. Así, por virtud de la magia homeopática, el esclavo fugitivo se verá impulsado a volver hacia su amo.

Entre las tribus occidentales de la Nueva Guinea británica, el hombre que mata una serpiente, la quema y con las cenizas se tizna las piernas cuando va a la selva: ninguna serpiente le morderá durante bastantes días. Si un esclavo del sur se propone hurtar o robar en un mercado, no tiene más que quemar un gato ciego y arrojar después una pulgarada de sus cenizas sobre la persona con quien está en regateos; una vez hecho esto puede quitarle lo que quiera de su tenderete sin que el dueño se dé cuenta de nada por estar tan ciego como el gato muerto con cuyas cenizas fue espolvoreado. Y encima, el ladrón le dirá con sorna: “¿Te lo pagué?”, a lo que el vendedor burlado contestará: “¡Pues claro!” Igualmente sencillo y eficaz es el expediente adoptado por los nativos de la Australia central que desean ser barbudos. Con una piedra aguzada se pinchan por toda la barbilla, golpeándose después cuidadosamente con una varita mágica que representa a una clase de ratas que tiene los bigotes muy largos. La virtud de estos largos pelos pasa naturalmente a la varita o piedra mágica y desde esta, por una traslación fácil, a la barbilla, que consecuentemente se adorna pronto de una abundante barba. Los griegos de la Antigüedad creían que comiendo carne del insomne ruiseñor impedirían dormir al que así lo hiciera; que untando los ojos de un legañoso con la bilis de un águila, se le daría vista de águila, y que los huevos de cuervo le devolverían a las canas la negrura del ave, con la sola precaución, cuando una persona adoptase este modo de encubrir los estragos de la edad, que retuviera cuidadosamente en la boca una gran buchada de aceite mientras embadurnaba con huevo sus venerables rizos, pues de lo contrario sus clientes, al igual que su pelo, se teñirían del negro del cuervo y ningún fregado ni limpieza podría devolverles su blancura. El restaurador de cabello resultaba un tinte demasiado poderoso y en su aplicación podía irse demasiado lejos.

Los indios huicholes admiran los bellísimos dibujos del lomo de las serpientes, y por esto, cuando una mujer va a tejer o bordar, su marido caza una serpiente grande y la sujeta con un palo hendido mientras la mujer la acaricia con la mano a todo lo largo del lomo; después se toca con la misma mano la frente y los ojos, poniéndose así en condiciones de hacer tan bellísimos trabajos en el tejido como los dibujos del dorso de la serpiente.

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