domingo

ANTONIN ARTAUD - EL TEATRO DE LA CRUELDAD (84)


UN ATLETISMO AFECTIVO (3)


Ya hemos dicho que hay seis combinaciones principales de la respiración:

NEUTRA                        MASCULINA                        FEMENINA
NEUTRA                        FEMENINA                           MASCULINA
MASCULINA                NEUTRA                                FEMENINA
FEMENINA                   NEUTRA                                MASCULINA
MASCULINA                FEMENINA                           NEUTRA
FEMENINA                   MASCULINA                        NEUTRA

Y un séptimo estado más allá de la respiración; y que por la puerta de la Guna superior, el estado de Sattva, une lo manifiesto a lo no manifiesto.

Y si alguien pretende que el actor no es esencialmente un metafísico, y no ha de preocuparse por este séptimo estado, le responderemos que según nuestra opinión, y aunque el teatro sea el símbolo perfecto y más completo de la manifestación universal, el actor lleva en sí el principio de ese séptimo estado, de ese camino de sangre por el que entra en todos los otros, toda vez que sus órganos en potencia despiertan de su sueño.

Es cierto que la mayoría de las veces el instituto compensa la ausencia de una idea que no puede definirse; y no es necesario caer desde tan alto para emerger entre esas mediocres pasiones que colman el teatro contemporáneo. Además, el sistema de respiraciones no ha sido inventado para producir pasiones mediocres. Y ejercicios repetidos de respiración, intensamente practicados, no nos preparan para una para una declaración de amor adúltero.

Una emisión del aliento repetida siete y doce veces nos prepara para gestos de cualidad sutil, para desesperadas reivindicaciones del alma.

Y a esta respiración la localizamos, la superamos en estados de contracción y liberación combinados. Nos servimos de nuestro cuerpo como de una criba por donde pasan la voluntad y el relajamiento de la voluntad.

El tiempo del pensamiento voluntario proyecta un tiempo macho, seguido sin transición demasiado aparente por un tiempo femenino prolongado. El tiempo del pensamiento no involuntario, e incluso del no-pensamiento se expresa como un fatigado aliento femenino que nos llega como una tibia vaharada de sótano, un aire húmedo de bosque, y en el mismo tiempo prolongado exhalamos pesadamente; sin embargo, los músculos de todo nuestro cuerpo, que vibran en áreas, no han dejado de funcionar.

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