por
Carolina Romero
«¿Mujer genio?, ¿cómo es
eso?, ¿y mejor que Da Vinci? ¡Imposible!», es lo que piensa un lector habitual.
Pero al leer el resto de la historia, entenderá por qué sus prejuicios no
tienen cabida en la realidad, y que desconoce a una de las mentes más geniales
de todos los tiempos.
Entre sus logros
intelectuales como astrónoma está haber demostrado el movimiento de los
equinoccios y el cálculo exacto de sus movimientos. Su incansable observación
del Sistema Solar le hizo recopilar estudios sobre los planetas y el astro
luminoso. Entre los doce libros que escribió en este campo del conocimiento se
encuentran; Sobre la longitud y las
estrellas, así como, Sobre la
explicación de los eclipses lunares y
Sobre la procesión de los equinoccios.
Durante la niñez de Wang
Zhenyi —que ocurrió durante la primera etapa de la Dinastía Qing, en China—
ninguna mujer tenía derecho a la educación. Su única ocupación permitida era
hacerse cargo del hogar y sus maridos. Sin embargo, la familia donde le tocó
crecer tenía una inclinación profunda por la poesía —por parte de su abuela—
las matemáticas y la astronomía —por parte del abuelo— y la medicina —por su
padre—.
La pequeña vivió sus
primeros años rodeada de libros sobre ciencia y arte, lo que alimentó su
genuina curiosidad por el mundo donde reposaban sus pies. No fue fácil, pero
tampoco era algo imposible. Zhenyi no se resignaría a quedarse en casa mientras
su vida pasaba haciendo el papel que los demás le obligaban a actuar. Si no
había maneras de prepararse, habría que inventarlas. Fue así como de manera
autónoma nutrió su mente y espíritu con el material que tenía a su alcance.
Conoció a la perfección
el Teorema de Pitágoras y tenía un perfecto entendimiento de trigonometría y
aritmética. La enorme capacidad que tenía para estas esferas del conocimiento y
su facilidad por escribir, la llevaron a condensar todo ese conocimiento en
diversos textos donde desmenuzaba todos los conceptos básicos matemáticos.
El amor vino como
sorpresa y —penosamente— su matrimonio fue el motor que levantó su fama. Las
personas comenzaron a conocer su trabajo como poeta y al paso del tiempo se le
permitió dar clases —claro, a estudiantes varones—. Su producción literaria fue
también prolífica llegando a sumar 13 libros de poesía.
Las personas que conocían
su matrimonio se indignaban por lo diferente que era del resto: ella no dejaba
de escribir ni investigar; continuaba transgrediendo las leyes feudales de la
época. El fatal e inexorable destino se llevó la vida de esta mujer cuando
apenas tenía 29 años. No tenía hijos, pues había dedicado toda su vida a sus
pasiones intelectuales.
Como científico,
ingeniero, botánico, músico inventor y artista, Da Vinci gozó de una
inmejorable fama mundial desde el siglo XVI, pero Wang Zhenyi fue borrada de la
historia; como muestra, quizá esta es la primera vez en la vida que escuchas
algo sobre ella. Fue hasta 1994, cuando Unión Astronómica Internacional
“bautizó” con su nombre a un cráter en el planeta Venus.
El reconocimiento a la
labor de esta mujer genio, resulta quedar en otro planeta, mientras en este
ignoramos por completo la magnitud de sus aportes y su amor por el
conocimiento.
**
Los prejuicios contra las
mujeres es algo que existe de manera milenaria. Sin embargo, nada justifica la
marginación que el género ha sufrido desde entonces. Aunque no es el único tipo
de exclusión, nos priva de conocer esa otra parte de la historia igual de
valiosa y constructiva.
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