por Leo Balistrieri
Un 24 de diciembre
fallecía a los 95 años, Grete Stern. Junto con Coppola, Heinrich y Saderman
aportó una nueva mirada fotográfica en los años 30 que generó gran revuelo en
el conservador circuito intelectual porteño. Realizó fotomontajes cuestionando
el rol social de la mujer en el período del primer peronismo y construyó el
inventario documental de comunidades indígenas más importante de Argentina.
GreteStern nació en 1904 en Wuppertal-Elberfeld, Renania, una zona industrial
del noroeste de Alemania. El oficio de su padre, vinculado a la actividad
textil, llevó a la familia a Inglaterra. En Londres, Grete cursó los primeros
años de la primaria. El bachillerato lo terminó en su ciudad natal y siguió
estudios de piano que abandonó en 1923 para inscribirse en cursos de dibujo y
tipografía. Mientras exprimentaba el dibujo, de vuelta en Wuppertal, trabajó en
diseño publicitario. Fue entonces que una muestra de fotos le reveló las
posibilidades del medio fotográfico.
En Berlín, su
hermano trabajaba como montajista en la industria del cine y, gracias a él,
Grete dio con el maestro, Walter Peterhans. Durante unos
meses fue su única discípula hasta que en 1928 se le sumó Ellen Auerbach y se hicieron
muy amigas. Al año siguiente, la Bauhaus de Dessau
invitó a Peterhans para incorporarse como coordinador de un taller de
fotografía y Grete aprovechó y le compró el equipo. Lo instaló en su
departamento y se asoció con su condiscípula, Auerbach.
Grete y Ellen
formaron un estudio que bautizaron con sus sobrenombres infantiles: ringl + pit, respectivamente. Con él se dedicaron a la
imagen publicitaria hasta 1933, año en que el advenimiento del nazismo clausuró
el futuro de Alemania hasta el final de la Segunda Guerra. Poco tiempo antes,
las fotógrafas habían conseguido el primer premio de anuncio publicitario en el
Concurso Internacional de Bruselas.
En 1932, durante un
curso de fotografía en la Bauhaus, Grete conoció a su futuro esposo, Horacio
Coppola. Tras el ascenso de Hitler, la pareja emigra a Inglaterra. Se casan a
principios de 1935. Embarazada de su hija Silvia, viajan en agosto a la Argentina y dos meses
después exhiben sus trabajos en los salones de la Editorial Sur, invitados por
Victoria Ocampo, directora y dueña de la revista y la editorial homónima.
Actualmente es considerada como la primera exposición de fotografía moderna
realizada en el país.
Los Coppola, junto
a a Luis Seoane, exiliado pintor y diseñador español, armaron un estudio en la
calle Córdoba 363, donde planearon trabajar en la fotografía publicitaria como
principal sustento. Sin embargo, las agencias de publicidad aún no existían y
la demanda de este tipo de fotografía era escasa en el país. El estudio cerró
en 1938. Dos años más tarde, la familia se mudó a una casa en Ramos Mejía,
donde tuvieron a su segundo y último hijo: Andrés. Por esos años, Grete trabajó
con su esposo en la documentación fotográfica de la colección de huacos Chimú-Chancay
del museo de Antropología de la Universidad de La Plata y en la Dirección de
Maternidad e Infancia, diseñándole los folletos y afiches. Asimismo, trabajó
para la diagramación de la tapa del libro Buenos Aires, de
Horacio Coppola. A partir de aquí comenzó a relacionarse con editoriales y
diseñó tapas de libros durante los años cuarenta, mientras empleaba sus tiempos
libres para fotogafiar Buenos Aires. Su primera exposición individual, en 1943,
abrió la etapa del retrato que se prolongó hasta 1957. Las siete muestras que
realizó durante esos catorce años fueron de retratos únicamente, excepto una
que incluyó paisajes.
Su casa de Ramos
Mejía fue centro de intelectuales y artistas españoles (Arturo Cuadrado, Luis
Seoane) alemanes (Clément Moreau -Carl Meffert-) y argentinos como María Elena
Walsh, Pepe Fernández, Ernesto Schoo y Gyula Kosice.
En 1948, el trabajo
que Grete realizó durante dos años en el Estudio del Plan de Buenos Aires con
los arquitectos Kurchan, Ferrari-Hardoy y Bonet, le permitió un acceso
sistemático a la ciudad. Cuatro años después, cuando Francisco de Aparicio, un
geógrafo, le ofreció el proyecto de fotografiar Buenos Aires, Grete poseía el
entrenamiento adecuado para combinar la información descriptiva con la
elaboración estética. De aquí salieron 1500 tomas que hizo en unos meses,
documento único, de tal proporción, que hoy tenemos de Buenos Aires a mediados
del siglo. Este trabajo involucró tanto un relevamiento arquitectónico de las
fachadas y patios donde aún reverberaba descascarado el siglo XIX, así como el
fugaz movimiento de la calle.
En 1948, Gino Germani, el sociólogo, le propuso una idea
genial: él interpretaría un sueño descripto por una de las lectoras de la
revista Idilio, y Grete lo ilustraría fotográficamente. Bajo
el rótulo de "El psicoanálisis le ayudará", Germani (tras el disfraz
de Richard Rest) acometía la libre interpretación. La nota salió semanalmente,
durante tres años, con los montajes fotográficos de Grete. Se publicaron cerca
de ciento cincuenta trabajos: la serie de montajes más importante y numerosa
que se realizó en el país. Los textos de los sueños, entregados por Germani,
eran casi siempre copias de las cartas enviadas por las lectoras. Luego de
conversar sobre el sueño que trabajarían, Grete realizaba la combinación
creativa y desarrollaba libremente su punto de vista personal sobre el o los
temas que focalizaría. Los fotomontajes se publicaban con diversos títulos
como, "Niño flor", "Artículos eléctricos para el hogar",
"Fracturas", "El ojo eterno". Tanto los nombres como los
fotomontajes tenían cierto halo inquietante y perturbador.
Mediante la
composición de los sueños, Grete canalizó sus diatribas conscientes y expresó
lo que permanecía latente en el inconsciente social de la época. Durante más de
treinta años, este trabajo, fue sistemáticamente soslayado.
Recién en 1982,
después de una gran muestra en Houston, Estados Unidos, el prestigio de
los Sueños creció. Desde hace pocos años se reconoce
el verdadero mérito que el trabajo, conceptual y artísticamente, implicó.
Invitada por la
Universidad del Nordeste a la provincia del Chaco para que dictara un seminario
de fotografía. Residió por la zona durante un año que dedicó al curso y a la
documentación de las esculturas valiosas que habitaban la ciudad de
Resistencia, capital de la provincia que orilla con el río Paraná. Allí, en las
afueras de la capital, conoció al habitante original del país: al Toba.
De regreso a Buenos
Aires le presentó al Fondo Nacional de las Artes un proyecto de relevamiento
fotográfico sobre la vida y costumbres de los aborígenes del Gran Chaco. Obtuvo
la beca y, con sesenta años de edad, emprendió una travesía que, durante más de
tres meses, la llevó por las tierras del Chaco, Formosa y Salta. Con más de
ochocientas fotos relevó las costumbres, las artesanías, la vida cotidiana y el
hábitat de los tobas, los wichi-matacos, pilagás, chulupíes, chorotes,
chiriguanos y mocovíes. El historiador y amigo, Luis Priamo, supone que es el
archivo fotográfico moderno más importante sobre el tema que hay en la
Argentina.
El trabajo sobre
estas comunidades marginadas fue el último gran proyecto fotográfico de Grete.
Luego de su jubilación, con 66 años caminados, viajó por Europa, Israel, Perú y
Estados Unidos, siempre con la cámara a cuestas. Las fotos de esos viajes
fueron expuestas en una retrospectiva de su obra realizada por la Fundación San
Telmo en 1981.
(HISTORIA HOY / 21-12-2018)
(HISTORIA HOY / 21-12-2018)
No hay comentarios:
Publicar un comentario