domingo

EN PIEZAS / LA TERRORÍFICA MANIPULACIÓN DE LOS ASENTAMIENTOS (27) - FEDE RODRIGO


1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2018

Interludio de magnates

El viejo le había dicho que hoy no iba a poder ir porque se habían complicado unas importaciones y tenía que cortar algunas cabezas (espero que metafóricamente hablando). El “joven” igual había ido a regar un poco el vicio del ajedrez. Con esta nueva forma podía alguna vez jugar sin su contrincante: es que la partida casi se estaba jugando sola.

Ya en el salón, pasó al lado de la Tablet que usaban de tablero y desde donde vigilaban la vida del barrio. Siguió hasta el ostentoso bar, se llenó un vaso de coraje añejado y dos hielos. Ahí mismo, se metió un buen buche y fue hasta la mesa.

La Tablet seguía transmitiendo: era casi un agujero de gusano que lo comunicaba con un rincón desconocido del universo. El barrio para él no existía: de lo contrario no toleraría hacer lo que estaban haciendo. Era la primera vez que la veía solo. La toma cambiaba automáticamente cada pocos segundos mostrando algunas de las personas que eran piezas en el barrio. Los que ya habían muerto aparecían en fotos grises a ambos costados de la pantalla (blancas de un lado, negras del otro). No pudo evitar recordar el momento en que toda esta locura se había concretado: el momento en que eligieron una a una aquellas piezas.

Había sido la cuarta vez que se juntaban nada más que para observar a los habitantes del barrio. Él mismo había sugerido elegir las piezas ya que perdía cada vez que jugaban pero nunca imaginó que su viejo amigo le propusiera algo así. Las nuevas reglas con las que iban a jugar hacían que la partida empezara aun antes de empezar. No había dos piezas iguales y moverlas no era sólo estirar la mano y mover. Creían que todo iba a ser más lento y sutil (cuánto se equivocaban).

-Bueno, viejito. ¿Tenés prontas las reglas?

-Sí, acá las tengo.

-¿En ese papelucho arrugado?

-¿Qué querés? ¿Qué las anote en la agenda de la empresa? Mirá lo que dice la primera regla: no vale matar una pieza si no es con una de tus propias piezas.

-Me gusta. Si no sería contratar asesinos y listo.

-Por eso. La segunda es el requisito que dijimos para elegir las piezas. Este ya te lo había dado ¿no?

-Sí, yo ya estuve eligiendo las mías. Pero está bueno que las recordemos para que no haya dudas.

-Me parece bien: reglas claras conservan la amistad. Ocho niños van a ser los peones.

-¿Estamos seguros de que vamos a usar niños?

-Me parece lo más adecuado. Son fáciles de matar y es difíciles que maten. Nada más parecido a un peón de ajedrez. Aparte tampoco van a morir todos: sólo algunos.


-Ok. Tenés razón. ¿Y las otras piezas?

-Bueno, cada uno tiene que elegir dos matones para las torres, dos indigentes como caballos y dos policías que son alfiles.

-Pero a la reina y al rey los elegimos como queramos, ¿no?

-Exacto. Hay que respetar el sexo y que sean del barrio, obvio.

-Claro.

-Ya tenemos pronto el satélite y cargado el software que va a transmitir en tiempo real a esta Tablet. ¿Ves? Podemos hacer zoom donde prefieras, rastrearlos por el nombre y repetir alguna escena que nos parezca de interés. También va dejando en un costado las fotos en blanco y negro de los que van muriendo. De este lado los tuyos y de este lado los míos: ¿querés que mate a uno para mostrarte?

-No. No. Me lo imagino. Qué fácil que es de usar el software

-Sí, nosotros los viejos no estamos para complicarnos a esta altura del partido. El tema es que no tenemos acceso al sonido.

-Ya estuve pensando en una alternativa para eso. Ahora no vamos a poder escuchar nada pero cuando todo termine nos puede servir de recuerdo.

-¿Sí? ¿Qué tenés en mente?

-Que ellos mismos se filmen.

-Eso sí que va a ser divertido. ¿Cómo lo vas a hacer?

-Se lo voy a pedir a un par de ellos. Dejá que yo me encargo.

-Dale. Yo ya mandé modificar el Delirio que entra al barrio. Lo cargué con altas dosis de unos depresores de la actividad de la amígdala: esto va a llevar a los sujetos a ser más insensibles y los deja propensos a asesinatos a sangre fría. Si a esto le sumamos lo adictiva que ya es esta droga vamos a tener una partida relativamente rápida.

-Ah. No sabía que tenías acceso a eso. Con razón sos tan millonario.

-La verdadera plata se hace curando gente común y enfermando gente sana, no matando pichis.

-Vos sos el que sabe. Lo mío es la energía renovable.

-Claro. Vos sos el bueno.

-Sí, pero vos sos el que va a hacer que nuestra partida sea más emocionante.

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