El disco más importante de Luis Alberto Spinetta —y por qué no de todo
el rock argentino—, fue publicado en 1973 y precisa de apenas ocho canciones
para desplegar la intensidad y la fragilidad de un artista que abrevó de la
poesía más nihilista para hacer música.
UNO
Para escribir un disco como Artaud, Luis Alberto Spinetta
contó en varias entrevistas que se mantuvo inmerso en la lectura de dos
libros: Heliogábalo, el anarquista coronado y Van
Gogh, el suicidado por la sociedad, ambos del poeta francés Antonin Artaud.
“Quiero aclarar que yo le dediqué ese disco a Artaud, pero
en ningún momento tomé sus obras como punto de partida. El disco fue una
respuesta al sufrimiento que te acarrea leer sus obras”, le comentó al
periodista Eduardo Berti en la biografía más completa del músico, Spinetta.
Crónica e iluminaciones (Planeta).
La idea del disco, según Spinetta, fue exponer la posibilidad de un
antídoto contra el nihilismo de Artaud. “Quien lo haya leído no puede evadirse
de una cuota de desesperación”, dijo la voz más frágil de la música argentina.
“Para Artaud la respuesta del hombre es la locura; para Lennon es el
amor. Yo creo más en el encuentro de la perfección y el sufrimiento”, agregó.
DOS
Artaud, el tercer disco de Pescado Rabioso, corresponde en realidad al segundo
trabajo como solista de Luis Alberto Spinetta. Considerado como la obra máxima
del rock argentino (según Rolling Stone, Página/12 y un largo etcétera), Artaud no
solo fue un disco compuesto y grabado casi en su totalidad por Spinetta;
también significó la salida de la banda de sus antiguos compañeros Carlos
Cutaia, David Lebón y Juan Carlos Amaya.
Para entender mejor este asunto, en la contraportada de Artaud se
puede leer una versión oficial: “Pescado Rabioso es una idea musical creada en
1971 por Luis Alberto Spinetta. A través de esta idea tocaron en grabaciones y
actuaciones los siguientes músicos: Juan Carlos Amaya, Osvaldo Frascino, Carlos
Miguel Cutaia y David Oscar Lebón. Los músicos que aparecen en este disco solo
están ligados a la idea de Pescado Rabioso por las circunstancias de la
grabación y a expreso pedido de Luis Alberto Spinetta”.
TRES
En su extensa discografía, que supera los treinta álbumes, Spinetta
reconoció abrevar de pensadores como Jung, Deleuze y Carlos Castañeda. Pero
fueron Artaud y Van Gogh los autores más decisivos en las letras del músico.
Spinetta contó alguna vez que Van Gogh, el suicidado por la
sociedad de Artaud lo llevó a leer las cartas del pintor holandés a su
hermano Theo, “de donde están sacadas varias imágenes de la ‘Cantata de puentes
amarillos’”, tal vez el tema más importante del álbum:
El puente amarillo, escribe Van Gogh en 1888, puede observarse en un
retrato de su cuadro “El puente de Langlois en Arlés”. “He encontrado una cosa
curiosa, como no lo haría todos los días. Es un puente levadizo con un
cochecito amarillo y un grupo de lavanderas”, se lee en una carta fechada el 20
de abril de ese año.
Los cipreses (“Aquellas sombras del camino azul, dónde están/ yo las
comparo con cipreses que vi solo en sueños”) eran una de las grandes obsesiones
del pintor. Uno de sus cuadros más conocidos lleva por título “Camino con
cipreses”.
En un pasaje distinto de las misivas, Van Gogh le confiesa a Theo: “Los
cipreses me preocupan siempre, quisiera hacer con ellos una cosa como las telas
de los girasoles”.
Sobre los pájaros (“mira el pájaro / se muere en su jaula”), Van Gogh
escribe en otra de sus cartas: “Un pájaro enjaulado en primavera sabe
poderosamente bien que hay algo para lo cual serviría, siente poderosamente
bien que hay algo que hacer, pero no puede hacerlo. ¿Qué será? No lo recuerda
bien: luego, tiene ideas vagas y se dice: ‘los demás hacen sus nidos y tienen
sus pequeños y los crían’; y luego se golpea el cráneo contra los barrotes de
la jaula. Y la jaula queda ahí y el pájaro está loco de dolor”.
“Mirá —cuenta Spinetta entrevistado por Berti—, la ‘sangre alrededor’ es
la sangre de la herida de la oreja de Van Gogh y también la sangre de
Heliogábalo cuando lo tiran a las letrinas de la ciudad”.
CUATRO
Algo que advertimos en Spinetta, desde su lírica, desde su música, es el
uso de la voz como un instrumento más; una especie de configuración de palabras
y sonidos inconexos que cobran sentido mediante una martingala de tipo
literario llamada alquimia verbal.
La canción “Por”, que aparece en Artaud, en donde hilvana,
uno tras otro, sustantivos inverosímiles y sin sentido, donde canta con
intensidad, y todas esas palabras cobran un sentido, no solo da a entender que
todo vale: demuestra que Spinetta era un creador libre y moderno.
Fue Nicanor Parra quien explicó que la fórmula literaria específica del
modernismo estaba escrita por Verlaine: “De la musique avant toute chose”.
Según el antipoeta, “la música, de acuerdo con el postulado de la alquimia
verbal, debe desempeñar una función poéticamente hipnótica”. Se trata de
anestesiar al sujeto, de sacarlo del conflicto por el tiempo que dura la
lectura del poema, de manera que en último término esta poesía pasa a ser una
especie de estupefaciente, es decir, de droga:
Spinetta lo explicaba así: “Es una lógica medio surrealista. Esa canción
la hicimos con Patricia (madre de sus hijos), una tarde, en la vieja casa de
Arribeños. Como la música ya estaba escrita todo fue cuestión de que las
palabras entraran justo en la métrica”.
CINCO
“¿Acaso no son el verde y el amarillo cada uno de los colores opuestos
de la muerte, el verde para la resurrección y el amarillo para la
descomposición y la decadencia?”, se lee en una carta de Artaud a Jean Paulhan,
fechada en 1937 en París.
La edición en vinilo de Artaud, que contiene la frase, fue
otro asunto que trascendió del disco. Spinetta la llamó la “deformé”, un
disco-objeto que con su deformidad denunciaba la cuadratura, la falta de
libertad y el sometimiento a la geometría industrial del resto.
El trabajo fue obra del diseñador Juan Orestes Gatti:
SEIS
En medio del collage sonoro de “A Starosta, el idiota”, que incluye un
llanto desgarrador, la voz de Lennon canta “She loves you”:
SIETE
Pese al hermetismo que cubrió toda su vida personal, Spinetta escondió
fragmentos de su biografía en sus canciones. “Todas las hojas son del viento”,
el tema que abre el disco, va sobre una antigua pareja del músico que iba a
tener un hijo con otra persona. “Yo ya había sellado esa relación para siempre
(…) pero nos seguíamos viendo y ella me contó que tenía dudas de tener el bebé
o no. Finalmente decidió tenerlo. Yo escribí ‘Todas las hojas son del viento’
porque en ese momento ella era como una hoja en el viento, al tener que decidir
algo semejante”, le contó el músico a Eduardo Berti:
OCHO
“Artaud me mató”, contó alguna vez Charly García a un
periodista.
NUEVE
En el Teatro
Nescafé de las Artes en junio de 2011 y en El Abrazo del Parque O’Higgins el
año anterior, acaso sus últimas presentaciones en Chile, Spinetta no echó mano
de Artaud. Apareció una tarde de arreboles por arte de
birlibirloque con una Pensa Custom colgada al hombro y se mantuvo sentado antes
de la noche lluviosa de Santiago, escoltado por su banda, con Sergio Verdinelli
en batería, Claudio Cardone en teclados, Baltazar Comotto en guitarra, su hija
Vera Spinetta en coros y Matías Méndez en el bajo. Ajeno a las etiquetas y a
los géneros musicales, Spinetta había ido y venido de aquí para allá, pero en
su música se mantuvieron esas maneras en que parecía abandonarse para tomar la
voz de otro, como el renuevo de una rama que sostiene a un enorme matorral. Así
podría graficarse su prolífica obra, donde Artaud se ubicaría,
por antonomasia, en el tallo.
(CULTO / 23-1-2017)
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