La editorial Visor publica el segundo volumen de
las 'Poesías completas' del autor de 'La tierra baldía', traducido por José
Luis Rey, que reúne más de medio centenar de poemas inéditos en español y donde
se depliega el perfil más sarcástico y erótico de uno de los grandes nombres de
la literatura
Cuando T.S. Eliot (San Luis,
1888-Londres, 1965) se instaló en la poesía como un oficio de
vida, pronto comprendió que el mundo es una construcción
mental que cabe en un poema. Que vivir es un estado en emergencia.
Que la historia es un modo como otro cualquiera para entender mejor el
desquicie del tiempo, y a la vez un balsámico justificante.
Eliot fue lo más parecido a un
profeta que comprendió como nadie las coordenadas del presente y dejó algunos
de sus hallazgos fijados en dos libros principales del siglo XX: La tierra baldía (1922) y Cuatro cuartetos (1943), su despedida editorial.
Antes y después fue armando una escritura cuya capacidad de riesgo (y de
desacato, y de juego) no se desentiende del sarcasmo, del erotismo, de lo que
un señor tan serio como él denominaría vagamente «pecado».
La editorial Visor emprendió hace dos
años el proyecto de fijar en español toda la escritura en verso de
Eliot (luego están sus ensayos, artículos y el teatro). El
poeta José Luis Rey asumió la aventura con rigor, audacia y un sentido claro de
las grietas, dificultades y extravagancias (también) del verso eliotiano. Y
ahora ha rematado la expedición. El segundo volumen de Poesías completas
contiene mucho material inédito. Y no sólo inédito en español,
sino también hasta hace poco en inglés. Exactamente hasta la edición canónica de Christopher Ricks y Jim McCue para
Faber & Faber en 2015, que es la que sigue Visor para este propósito
alcanzado.
T.S. Eliot (entre otros) refunda la
poesía moderna. El primer lector de La tierra baldía fue
Ezra Pound. A él va dedicado el libro: "Il miglior fabbro". El mejor
maestro. Eliot le envió el manuscrito desde París, a su regreso de Suiza, y
Pound se lo devolvió podado más o menos en la mitad. La primera versión tenía
algo más de 800 versos. La primera edición publicada en 1922 por Boni and
Liveright (Nueva York) quedó en 434, más las notas de Eliot que no estaban en
los adelantos que ofrecieron las revistas The Criterion (de
la que era director) y The Dial. Leonard y Virginia
Woolf publicaron la primera edición británica en 1923. Este es un libro plenamente anticipado. Y anticipatorio.
Casi diríamos de purga. De desafío. Algo muy raro en quien se reconocía
monárquico en política, clasicista en literatura y anglocatólico en religión.
Con La tierra baldía en la calle, T.S. Eliot es el
poeta más destacado de su generación. En ese largo poema las ideas se piensan,
no sólo se cantan. Hay citas cultas injertadas en frases hechas, pastiche
mezclado con altísima literatura, emoción y oscuridad. Una escritura collage, que es pálpito de época. «Hijo del hombre,/ no
puedes decir ni maginar porque sólo conoces/ un montón de imágenes rotas».
Pero el poeta que aparece en esta
segunda entrega de las Poesías completas es
otro. El que maneja los resortes del verso con la ironía por delante. El que
experimenta. El que desacraliza. El que se divierte con una pizca de
indecencia. El que amplió los márgenes de la
palabra con una libertad hecha de inteligencia y capacidad de
aventura. No sólo en La tierra baldía. No sólo
en Prufrock y otras observaciones. No sólo en los Cuatro cuartetos. También en un abundante
repertorio de poemas sueltos que fueron el taller donde precisó sus búsquedas y
hallazgos. Tanto de aquel material quedó inédito. La obra poética que dio por
buena no pasa de 200 páginas. Pero había más. Mucho más.
El volumen se abre con el Libro de los gatos habilidosos del viejo Possum, ya
conocido en España, del cual se ofrece una versión nueva basada en el ritmo y
la métrica española. A partir de aquí, casi el resto del volumen es inédito. Se
incluyen, por ejemplo, poemas infantiles de Eliot, que inventó su propia
revista de niñez y la tituló Al calor del hogar.
También se incluye la traducción que hizo del gran poema Anábasis de Saint-John Perse. En la sección
titulada Otros versos la abundancia de inéditos resulta
igualmente notable. Y ahí cabe destacar el poema titulado Invitación a todos los perros mansitos y los buenos gatitos.
También eran desconocidos, hasta ahora, los textos reunidos bajo el
epígrafe Noctes Binanianae, poemas escritos al calor de una
tertulia desenfada entre Eliot y sus amigos más cercanos, donde destaca
la Oda a un merluzo romano.
Pero lo que más asombra es la
sección Rimas indecentes, donde está incluido un poema
épico-erótico-satírico titulado La Colombiada, una
peculiar versión obscena de la hazaña de Cristóbal Colón: «Y al final colón y
sus barcos/ volvieron a la orilla de su España./ Las damas españolas subían a
bordo/ de dos en dos, de tres en tres, de cuatro en cuatro».
En los textos de circunstancia se
aloja buena parte de la ironía tan singular de Eliot, heredada de sus lecturas
de Jules Laforgue. Este conjunto ofrece una perspectiva más completa de su
ideario poético y abulta la figura literaria de uno de los poetas occidentales más importantes del siglo XX,
junto a Rilke y Juan Ramón Jiménez, por ejemplo. Creadores de una galaxia
propia. Eliot es una de las mejores inteligencias de la poesía por su precisa
visión lírica de un mundo entre la velocidad y la desesperanza.
(La Esfera de Papel / 3-12-2018)
(La Esfera de Papel / 3-12-2018)
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