domingo


SIMPATÉTICA *

2. MAGIA HOMEOPÁTICA O IMITATIVA (7)

Esta última regla es un ejemplo de las cosas que el cazador debe evitar para no estropear su buena suerte, fundándose en que “lo semejante produce lo semejante”, pues se ha observado que el sistema de magia simpatética no se compone solamente de preceptos positivos; comprende también un gran número de preceptos negativos o prohibiciones. Dice no solamente lo que hay que hacer, sino lo que no se debe hacer. Los preceptos positivos son los encantamientos; los preceptos negativos son los tabús. En realidad, la doctrina completa del tabú o, por o menos, una gran parte de ella, parece ser solamente una aplicación especial de la magia simpatética y sus dos grandes leyes de la semejanza y del contacto. Aunque estas leyes ciertamente no sean formuladas en tales palabras ni aun ni siquiera concebidas en lo abstracto por el salvaje, no obstante, son implícitamente creídas por él como reguladoras del curso de la naturaleza e independientes de la voluntad humana. Piensa que si él obra en cierto sentido, se seguirán ciertas consecuencias inevitables en virtud de una u otra de esas leyes, y si le parece que estas consecuencias pudieran ser desagradables o peligrosas, naturalmente que tendrá cuidado de evitarlas, dejando se actuar en ese sentido. En otras palabras, se abstendrá de hacer lo que, de acuerdo con sus nociones equivocadas de causa y efecto, él cree falsamente que podría dañarle. En una palabra, se sujeta a un tabú. Así, el tabú es hasta aquí una aplicación negativa de la magia práctica. La magia positiva o hechicería dice: “No hagas esto para que no suceda esto otro”. El propósito de la magia positiva o de hechicería es el de producir un acontecimiento que se desea; el propósito de la magia negativa o tabú es el de evitar el suceso que se teme. Mas ambas consecuencias, la deseable y la indeseable, se suponen producidas de acuerdo con las leyes de semejanza y de contacto. Y así como la consecuencia deseada no es en realidad producida por la observancia de una ceremonia mágica, tampoco lo es la temida por la violación de un tabú. Si el supuesto daño se realizara siempre siguiendo a la violación de un tabú, este no sería sino un precepto de moral o de sentido común. No es tabú decir: “No pongas la mano en el fuego”; es un dictado del sentido común, pues el acto prohibido entraña un daño real, no imaginario. Resumiremos que los preceptos negativos que llamamos tabús son exactamente tan vanos y fútiles como los preceptos positivos que denominamos hechicería. Las dos cosas son tan sólo los lados o polos opuestos de un grande y calamitoso error, una concepción equivocada de la asociación de ideas. En esta gran falacia, el polo positivo es la hechicería y el negativo el tabú. Dando el nombre general de magia teórica y práctica a la totalidad del sistema erróneo, podemos definir el tabú como el aspecto negativo de la magia práctica. Pongámoslo gráficamente en el siguiente cuadro:

                   TEÓRICA                                                   PRÁCTICA

(La magia como pseudo ciencia)                       (La magia como pseudo arte)

                                                                   MAGIA POSITIVA         MAGIA NEGATIVA
                                                                                         O                           O
                                                                          HECHICERÍA                  TABÚ

Hemos hecho estas observaciones sobre el tabú y las relaciones con la magia porque vamos a dar algunos ejemplos de tabús observados por los pescadores, cazadores, etc., y deseamos demostrar que tales ejemplos caen bajo el dictado de la magia simpatética, siendo solamente casos particulares de esta teoría general. Tenemos, por ejemplo, que entre los muchachos esquimales está prohibido jugar a las “cunitas de gato”, pues si lo hicieran podría suceder que, siendo ya adultos, se enredasen en la cuerda del arpón. En este ejemplo el tabú es claramente una aplicación de la ley de semejanza, base de la magia homeopática; como los dedos de la criaturita se enredan en la cuerda al jugar a las “cunitas”, así se enredarían en la cuerda del arpón cuando, ya hombre, cazase ballenas. También entre los huzuls, de las montañas de los Cárpatos, la mujer de un cazador no hilará mientras su marido come, de lo contrario, la caza dará muchas vueltas como el huso, y el cazador no dará en el blanco. También aquí se muestra claramente el tabú de la ley de semejanza.

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