LAS CARTAS DE MOZART COMO ESPEJO DE SU POSICIÓN FRENTE AL MUNDO (2)
REALISMO (10)
En el transcurso de un
baile de máscaras, Mozart reparte “fragmentos del poeta persa Zoroastro”. Él
mismo escribió las frases irónicas para su regocijo. Sobre la relación entre
rico y pobre dice lo siguiente:
Si
eres un pobre tonto, hazte K…r. (¿Clérigo?)
Si
eres tonto rico, hazte arrendatario.
Si
eres noble, pero pobre tonto, entonces ármate de paciencia: trabaja. Si no te
haces rico, por lo menos seguirás siendo un hombre hábil. Si eres un burro,
pero rico, entonces utiliza tu ventaja: haraganea. Si no te empobreces, por lo
menos seguirás siendo burro. (1)
Mozart no aprecia mucho a
los ricos como consecuencia de sus experiencias. El músico se encontró muchas
veces supeditado al magro pago de los adinerados cuando tuvo que dar clases de
piano a hijas malcriadas o tocar para distraer los ocios de los señores. El
librepensador que hay en Mozart es consciente de la existencia sólo externa de
un ordenamiento social por categorías. La seguridad de poseer dones
excepcionales lo preserva de toda sumisión. Por el contrario, muchas veces se
eleva con orgullo por encima de ricos y nobles, demostrando de ese modo que en
el más alto escalón de su ordenamiento social está el ser humano creador y
capaz.
El
corazón ennoblece al hombre y, si bien no soy conde, tengo quizá más honor en
el cuerpo que muchos condes. (2)
Los
nobles nunca se casan por gusto o amor, sino sólo por interés y un montón de
intenciones ocultas. Tampoco les quedaría muy bien a semejantes altos
personajes que hasta amaran a su esposa después de haber cumplido ella con su
obligación de darles un rollizo primogénito. Pero nosotros, las pobres y comunes
gentes, no sólo debemos tomar una mujer que nos ama y a la que amamos, sino que
sólo podemos, y debemos tomar una mujer así porque no somos nobles, ni
linajudos ni ilustres, y no somos ricos, pero sí viles, malos y pobres, por lo
tanto no necesitamos una mujer rica porque nuestra fortuna muere con nosotros,
pues la llevamos en la mente. Y esta no nos la puede arrebatar nadie, excepto
si nos cortan la cabeza, pero en ese caso ya no necesitamos nada. (3)
Esta descarga de
resentimientos no debemos tomarla como teoría obligatoria que ha de mantener su
validez en todas las situaciones de ahora en adelante. Para Mozart no hay
patrones absolutos. En la práctica distingue cada caso. Por ejemplo, hace
justicia al débil si merece elogio por el esfuerzo realizado:
El
concierto no agradaba absolutamente al oído. No era natural. Marchaba por las
notas muy… pesadamente. Y todo esto sin la más mínima magia. Cuando hubo
terminado, lo elogié mucho, pues lo merecía. El pobre hombre debe haber
trabajado y estudiado bastante. (4)
Tampoco actúa en forma tan
inexorablemente kantiana como Beethoven en lo que se refiere a la ética:
No
conozco otras ventajas de las personas que las que la hacen pertenecer al grupo
de las mejores. Donde las encuentro, allí es mi hogar. (5)
Mozart en tanto declara
franca y libremente:
Un
viejo evidente me resulta preferible a una virtud de doble sentido. Por lo
menos sé a qué atenerme. (6)
Notas
(1) “Acertijos y
fragmentos”, Viena, 19-II-1786, II, 243.
(2) A su padre, Viena,
20-VI-1781, II, 104.
(3) A su padre, Mannheim,
7-II-1778, I, 391.
(4) A su padre, Augsburgo,
14-X-1777, I, 245.
(5) Beethoven a Emilia M.
en H., Teplitz, 17-VII-1812, pág. 90-91.
(6) “Acertijos y
fragmentos”, Viena, 19-II-1786, II, 243.
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