lunes

FRANCISCO "PACO" ESPÍNOLA - DON JUAN, EL ZORRO (13)


ARTURO SERGIO VISCA: PRÓLOGO (3)

HISTORIA DE UNA NOVELA EXCEPCIONAL

ORQUESTACIÓN FINAL (7)

Cuarta situación. Es posible reconstruirla reuniendo algunos apuntes dispersos. Primero, se anota que los tres viejos hacen “rancho aparte”, que el Zorrino “agarra de hijo” al Carpincho y que el Montés se sube constantemente a un árbol para observar el campo. Y después, en otro apunte, se agrega que don Juan, tras hablar gravemente con el Venado, desaparece un día del monte y regresa al siguiente acompañado de dos Coatís, una Comadreja, un Mao Pelada, un Chajá y un Tatú. Son matreros viejos que acampaban a corta distancia. Están casi en harapos pero muy bien montados y armados hasta los dientes. Ya cerca del monte, don Juan y sus compañeros encuentran al Montés vareando su caballo con las patas atadas. Don Juan le pide que no lo repita para no descubrir el sitio en que se guarecen y luego le presenta a sus acompañantes: “-Este es un compañero. Estos son otros compañeros nuevos”. Rápido y grave, el Montés exclama: “-Tanto gusto en conocelos”. Los otros lo miran “sombríos como sordos”. Don Juan se pone a la cabeza de sus nuevos compañeros y se despide del Montés: “-Vamos a seguir, compañeros. Hasta de aquí un rato, Montés”. “Hasta de aquí un rato, señores”, responde el Montés y los seis matreros se pierden tras don Juan por entre la fronda. El Montés queda solo frente al campo inmenso y para sí mismo dice: “-Con estos seis más ya estábamos en condiciones de llevarnos por delante la comisaría. Se amaga un avance por un lado. Se los engolosina retrocediendo unas cuadras, y después, en campo abierto, atacando a media tarde, cuando quieran aparecer las barras del día ya nos hemos hecho humo del pago”. La situación, inconclusa en los apuntes hallados, se cierra textualmente así: “El caballo (del Montés) clavó las orejitas. El jinete avivó su mirada y la paseó por el contorno. Allá, en la altura, apareció un bulto. El Montés, de un tirón de las riendas hizo tornar el caballo y se metió entre los primeros árboles hasta quedar oculto. El otro jinete también se había detenido. “Policía no es” -se decía el Montés. “Pero desconfía. Ese anda en algo…” Y se interrumpió como si alguien pudiera oírlo porque el observado se había puesto otra vez en movimiento”.

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