domingo

HONORÉ DE BALZAC - PAPÁ GORIOT (78)


BURLA-LA-MUERTE (3 / 13)

El presidio con sus costumbres y lenguaje, con sus bruscas transiciones de lo horrible a lo cómico, su espantosa grandeza, su familiaridad y su bajeza, se vio de pronto representado en aquel hombre, que no fue ya un hombre sino el tipo de toda una nación degenerada, de un pueblo salvaje y brutal En un momento Collin pasó a ser un poema infernal, donde se pintaron todos los sentimientos humanos menos el arrepentimiento. Su mirada era la del arcángel caído que quiere estar en pie de guerra. Rastignac bajó los ojos aceptando aquel parentesco criminal como una expiación de sus malos pensamientos.

-¿Quién me ha delatado? -dijo Collin paseando su terrible mirada por la asamblea-. ¿Has sido tú, vieja bruja? -dijo fijando sus ojos en la señorita Michonneau.-. Sí, tú has sido la que ha provocado mi accidente. Diciendo dos palabras podría hacer que estuvieras muerta dentro de ocho días; pero te perdono porque soy cristiano. Además, no eres tú la que me ha vendido. Pero, ¿quién? ¡Ah!, ¿estáis registrando el cuarto? -exclamó al oír que los oficiales de policía judicial abrían los armarios yse apoderaban de sus efectos-. Los pájaros volaron ayer y no sabréis nada. Mis libros de comercio están aquí -dijo golpeándose la frente-. Ahora ya sé quién me ha vendido. Sólo ha podido ser ese maldito Hilo de Seda, ¿verdad, padre apresador? -le dijo al jefe de policía-. La cosa concuerda demasiado con la permanencia de los billetes de banco allí arriba. Pero ya no hay duda, amigos míos. Respècto de Hilo de Seda, estará muerto antes de quince días, aunque lo custodie toda la gendarmería. ¿Qué le habéis dado a esa bruja? ¿Mil escudos? -preguntó a los agentes de policía-. Vieja cascada, Pompadour andrajosa, Venus de cementerio, yo te hubiera dado más, y si me hubieses advertido tendrías ahora seis mil francos. ¡Ah, ni lo sospechaste siquiera, o si no hubieras acudido a mí! Pero sí, te los hubiera dado para evitar un viaje que me contraría y que me hace perder dinero -decía mientras le ponían las esposas-. Esta gente se va a complacer en retenerme una infinidad de tiempo para aturdirme. Si al menos me enviasen en seguida a presidio, no tardaría en reanudar mis ocupaciones, porque todos se desharían para que el general Burla-la-Muerte se evadiese. ¿Hay alguno de vosotros que tenga como yo más de diez mil hermanos dispuestos a sacrificarse? -preguntó con orgullo-. ¿Sabéis de qué depende esto? De que aquí hay algo bueno -dijo golpeándose el corazón-. Yo no he hecho nunca traición a nadie. Mira, lechuza -dijo drigiéndose a la solterona-, todos me miran con terror, mientras que tú les inspiras asco. Recoge el premio de tu acción. ¿Sois tontos vosotros? ¿No habéis visto nunca un presidiario? -dijo después de una pausa dirigiéndose a los pensionistas-. Un presidiario del temple de Collin es un hombre que vale más que los otros y que protesta de las profundas decepciones del contrato social, como dice Juan Jacobo, de quien soy discípulo a mucha honra. En fin, yo lucho sólo contra el gobierno, con sus tribunales, oficinas y gendarmes, y me burlo de él.

-¡Diantre! -dijo el pintor-. Qué buen cuadro podría sacarse ahora.

-Dime, menino del señor verdugo, gobernador de la Viuda (nombre lleno de terrible poesía que los presidiarios dan a la guillotina), sé buen muchacho -añadió drigiéndose al jefe de policía- y dime si fue Hilo de Seda el que me vendió. Sentiría que pagase por otro, lo cual sería injusto.

En este momento, los agentes que habían inventariado y abierto todo en su cuarto, hablaron en voz baja al jefe de policía. El proceso verbal había acabado.

-Señores -dijo Collin dirigiéndose a sus compañeros de pensión-, van a llevarme; todos ustedes se han portado bien conmigo, y yo se los agradezco y les digo adiós. Ya me permitirán que les mande higos de Provenza.

Dicho esto dio algunos pasos y se volvió para mirar a Rastignac.

-Adiós, Eugenio le dijo con voz amable y triste que contrastaba con el tono brusco de sus palabras-. Si necesitas ayuda, te dejo un amigo adicto.

A pesar de las esposas, Collin pudo ponerse en guardia, y gritando “¡uno, dos!”, se tiró a fondo.

-En caso de desgracia, dirígete allí. Hombre y dinero, puedes disponer de todo.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+