domingo

CARTAS SOBRE EL LENGUAJE (2) - ANTONIN ARTAUD

TERCERA CARTA (2)


En cuanto a la última objeción pretendo que el director, transformado en una suerte de demiurgo, y que tiene en el trasfondo del pensamiento esa idea de pureza implacable de consumación a cualquier precio, si verdaderamente quiere ser director, y por tanto hombre conocedor de la materia y los objetos, lleve a cabo en el dominio físico una búsqueda del movimiento intenso, del ademán patético y preciso, que en el plano psicológico equivale a la disciplina moral más absoluta y más íntegra, y en el plano cósmico al desencadenamiento de ciertas fuerzas ciegas que activan lo que es necesario activar y trituran y queman lo que es necesario triturar y quemar.

Y he aquí la conclusión genetal:

El teatro no es ya un arte; o en todo caso es un arte inútil. Se ha conformado en todo a la idea occidental de arte. Estamos hartos de sentimientos decorativos y vanos, de actividades sin objeto, consagradas solamente a lo amable y a lo pintoresco. Queremos un teatro que funciones activamente, pero en un nivel aun no definido.

Necesitamos acción verdadera, pero sin consecuencias prácticas. La acción del teatro no desborda al plano social. Y mucho menos al plano moral y psicológico.

Se advierte aquí que el problema no es simple: pero por más caótico, impenetrable y áspero que sea, nuestro Manifiesto no elude el verdadero problema; al contrario, lo ataca de frente, cosa que desde hace mucho no se anima a hacer ningún hombre en el teatro. Ninguno hasta ahora ha planteado el verdadero principio del teatro, que es metafísico; y si hay tan pocas piezas teatrales válidas, no es por falta de talento o de autores.

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