domingo

IRMA HOESLI - MOZART: LAS CARTAS DE UN GENIO DE LA MÚSICA (27)


CREACIÓN HUMORÍSTICA (10)


De la manera más diversa nos ha hecho reír Mozart a lo largo de este capítulo, ya sea que, como Papageno, manifiesta su alegría por las cosas más prosaicas de la vida; ya porque pone en aprietos al otro extremo, la espiritualidad pura, por medio del uso festivo de las formas razonables del pensamiento. Las dos veces se escapa del poder de las convenciones y de las tradiciones sin que por ello desprecie las armas de la sociedad “ilustracionista”. Tal como utiliza en sus comedias muy a menudo antiguas tradiciones de la ópera sería sólo para parodiarlas, como en el aria de Dorabella en Cosi fan tutte: “Smanie implacabili…”, así juega en sus cartas con el tesoro idiomático heredado.

Cuando, en cambio, ironiza sobre las debilidades humanas, falta de naturalidad, estiramiento, exageración, lo hace en el tono peculiar del humorista; no nos invita a despreciar o condenar, por el contrario, el espíritu superior de Mozart acepta con una sonrisa y sin desesperarse las limitaciones humanas. Se alegra por la vida misma y también por sus dudas, muy especialmente cuando esas dudas son vencidas y expuestas por la propia naturaleza. Juzga alegremente la imperfección, pues él mismo participa de todo corazón de la vida en todos sus aspectos. Si bien en él, el espíritu tiene primacía, no se separa del origen de la naturaleza para destruir lo que no es puro espíritu. Indisolublemente atan también a Mozart las cadenas de los sentidos a lo finito.

También se permite en sus cartas, por puro gusto de su fantasía creadora, deliciosas bromas. Este impulso juguetón se sublimó hasta lo más agudo en Cosi fan tutte, ese juego de juegos.

Recordamos la afirmación de Abert: “La creación artística” era su “primerísima manifestación de vida”. También sus “destinos externos”, la existencia de Mozart fuera de su quehacer musical, estaban determinados por “las mismas fuerzas e impulsos”. (1)

Al proponer la división del material en tres temas no pudimos escapar del peligro de que una gran parte de los ejemplos analizados desde un solo punto de vista no fueran agotados. Nos contentamos con poner en evidencia aquello que parece tener mayor importancia. Así, por ejemplo, el cuento del pastor, que incluimos por su espíritu juguetón en el primer capítulo, tampoco hubiera desentonado en “Dramática” por el suspenso que contiene y, con toda razón, podríamos haber incluido en el capítulo “Creación humorística” por su comicidad, pues: “No sale nada de lo cómico, no tiene fin, termina como el golpe en falso de un esgrimista, como un instrumento al que de pronto le falla el tono”. (2)

Toda abstracción lógica no le hace absoluta justicia al espíritu creador. Nos pareció bueno variar los ejemplos por el abundante material de que disponemos. Lo primordial que surge de todos ellos, sea simple o complejo, es una sola cosa: El espíritu autónomo del genial Mozart, que por gusto y buen humor desperdicia sus fuerzas espirituales.

Pero no es tan desprovista de problemas la vida de un Mozart como para que el esfuerzo espiritual se agote en ocupaciones “insensatas”.


Notas

(1) Abert, I, pág. 14.
(2) Vischer, Uber das Erhabene und Komische, Stuggart, 1837, pág. 185.

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