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/ EL CRUCE DEL PRIMER UMBRAL (4)
La segunda historia es de
diferente estilo. Habla de un joven príncipe que acababa de terminar sus
estudios militares bajo la dirección de un maestro mundialmente famoso. Habiendo
recibido, como símbolo de su distinción, el título de príncipe Cinco Armas,
aceptó las cinco armas que su maestro le dio, se inclinó y armado con sus
nuevas armas, se puso en el camino que llevaba a la ciudad de su padre, el rey.
Avanzó hasta que llegó a cierto bosque. La gente que vivía a la entrada del bosque
trató de advertirle. “Señor príncipe, no entréis en este bosque -le dijeron-,
aquí vive un ogro llamado Cabello Pegajoso; mata a todos los hombres que ve.”
Pero el príncipe era
confiado y valeroso como un león de melena. Entró en el bosque y cuando llegó
al centro el ogro se le apareció. El ogro había aumentado su estatura a la altura
de una palmera, se había creado una cabeza tan grande como una casa de verán con
un pináculo en forma de campana, unos ojos como cestos de limosna, dos
colmillos como bulbos o capullos gigantes; un pico de halcón; la barriga estaba
llena de ronchas y las manos y los pies eran verde oscuro. “¿Dónde vas?” -le
preguntó- ¡Detente! ¡Eres mi presa!”
El príncipe Cinco Armas
contestó sin temor y con gran confianza en las artes y tretas que había
aprendido. “Ogro -dijo-, sabía lo que me exponía cuando entré en este bosque.
Harías bien en cuidarte de atacarme, porque atravesaré tu carne con una flecha
mojada en veneno y te haré caer en tus huellas”.
Habiendo amenazado así al
ogro, el joven príncipe en su arco una flecha mojada en veneno mortal y la
disparó. Cayó en los cabellos del ogro. Luego disparó unas detrás de la otra,
cincuenta flechas. Todas se pegaron en los cabellos del ogro. El ogro se sacudió
cada una de las flechas, que cayeron a sus pies, y se aproximó al joven
príncipe.
El príncipe Cinco Armas amenazó
al ogro por segunda vez y levantando su espada, le dio un golpe maestro. La
espada, que tenía treinta y tres pulgadas de largo, se pegó a los cabellos del
ogro. Entonces el príncipe quiso atravesarlo con una lanza, que también se pegó
a sus cabellos; al ver que la lanza se había pegado, lo golpeó con un garrote,
que también se pegó a sus cabellos.
Cuando vio que el garrote
se había pegado, le dijo: “Señor ogro, nunca habéis oído hablar de mí. Soy el príncipe
Cinco Armas. Cuando entré en este bosque infestado por vos, no pensaba en arcos
ni en armas parecidas; cuando entré en este bosque, pensaba sólo en mí mismo.
Ahora voy a golpearos y a convertiros en polvo.” Habiendo dado a conocer su
determinación y dando un alarido, golpeó al ogro con su mano derecha. La mano
se pegó a los cabellos del ogro. Lo golpeó con la mano izquierda. También se le
pegó. Lo mismo sucedió a su pie derecho. Lo golpeó con su pie izquierdo. Pensó:
“Le golpearé con mi cabeza y se ha de convertir en polvo.” Lo golpeó con la
cabeza. Y también se le pegó en el cabello del ogro. (50)
El príncipe armas falló
cinco veces, se pegó en cinco lugares y colgaba del cuerpo del ogro. Con todo
esto, no estaba atemorizado; entretanto, el ogro pensó: “Este es un hombre león,
un caballero de noble nacimiento… no un simple hombre. Porque aunque ha sido atrapado
por un ogro como yo, no parece temblar ni estremecerse. En el tiempo que he cuidado
de este camino, no he visto ningún hombre que lo iguale. ¿Por qué no tendrá
miedo?” Sin atreverse a comérselo le preguntó: Joven, ¿por qué no tienes miedo?
¿Por qué no estás aterrorizado con el miedo a la muerte?”
“Ogro, ¿por qué habría yo
de tener miedo? Si se tiene una vida, es absolutamente seguro que se tendrá una
muerte. Es más, tengo en el vientre un trueno. Si me comes, no podrás digerir
esa arma. Te romperé por dentro en pedazos y fragmentos que han de matarte. En
ese caso, ambos pereceremos. ¡Por eso no tengo miedo!”
Notas
(50) Se ha señalado que
esta aventura del príncipe Cinco Armas es el primer ejemplo conocido de la
celebrada historia universal del niño-brea, del folklore popular. (Ver Aurelio M. Espinosa: “Notes on the Origino of the
Tar-baby Story”, Journal of American Folklore,
43, 1939, pp. 129-209; “A New Classification of the Fundamental Elements of the
Tar-baby Story on the Basis of Two Hundred and Sixty Versions”, ibid , 56, 1943, pp. 31-37, y Ananda P.
Coomaraswamy, “A note on the Stickfast Motif”, ibid, 57, 1944, pp. 128-131).
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