domingo

EL JARDINERO FIEL (1) - CLARISSA PINKOLA ESTES



La nueva semilla
es fiel.
Arraiga con más fuerza en los lugares
que están más vacíos.

A drága clodoknek. Sokan nincsenek
mar kozottunk, de szibunknrnmég mindig élnek.

Y
Por los deportados y emigrantes
de mi familia que han cruzado
el río, otra vez y otra vez,
en dos direcciones, con sus
sombreros y sus corazones
en sus manos.
Y
Por los catorce fieles
de Storm King Mountain,
que entregaron su vida
por amor al pueblo y al bosque.
Vivirán eternamente.

La bendición

Én
nuestra familia tenemos
una antigua bendición:
«Aquel que siga despierto después de pasar
toda la noche escuchando cuentos, sin duda se
convertirá en la persona más sabia del mundo.»
Que así sea
para
vosotros.
Que así sea
para todos nosotros.

En las páginas de este pequeño libro se guardan varios cuentos. Al igual que las muñecas rusas, unos encajan dentro de los otros.

Entre mi gente, tanto la magiar como la mexicana, se conserva una antigua tradición: nos contamos cuentos mientras llevamos a cabo nuestras tareas cotidianas. Las preguntas acerca de la vida, en particular las que están relacionadas con el corazón y el alma, suelen responderse mediante la narración de una historia o de una serie de cuentos. Pensamos en nuestros parientes vivos como si se tratara de cuentos, de ahí que nos parezca del todo lógico que, del mismo modo que un amigo invita a otro a participar en la conversación, un determinado cuento dé lugar a otro, el cual, a su vez, evocará un tercer cuento, a menudo un cuarto y un quinto y, algunas veces, muchos más hasta que la respuesta a una única pregunta está formada por toda una cadena de cuentos. (1)

Por lo tanto, y de acuerdo con nuestras rústicas costumbres, comprenderéis que antes de dar comienzo a esta singular historia acerca de Aquello que jamás puede morir, deba contarles la historia de mi tío, un anciano granjero campesino que sobrevivió a los horrores de la Segunda Guerra Mundial en Hungría. Llevó consigo la semilla de este relato al atravesar bosques en llamas, dejando atrás el recuerdo de los atroces días y noches en los campos de trabajos forzados. Llevó la semilla de esta historia al cruzar el océano sumido en la oscuridad de las bodegas, camino de América. La conservó mientras viajaba en los negros trenes que recorrían los dorados campos de la frontera que separa Canadá de Estados Unidos. A pesar de todas estas peripecias, y muchas otras más, conservó el espíritu del relato en un refugio situado muy cerca de su corazón, manteniéndolo a salvo de algún modo de las guerras que estallaban en su interior.

Antes de contarles la historia de mi tío, sin embargo, debo narrarles lo que él me contó acerca de «Este Hombre», el anciano granjero que conoció en su país y que intentó evitar la destrucción de un precioso bosque de árboles jóvenes a manos de un ejército invasor.

Pero aun antes de hablarles de «Este Hombre», tengo que contarles cómo se crearon los cuentos, pues, si los cuentos no hubiesen sido creados, no habría cuento alguno que contar ni cuento acerca de los cuentos, ningún cuento acerca de mi tío, ni acerca de «Este Hombre», ni acerca de Aquello que jamás puede morir-, por lo que las restantes páginas de este libro permanecerían en blanco, como la luna de otoño.

En mi familia, los ancianos conservaban una tradición que denominaban «hacer cuentos». Se trataba de un momento del día -a menudo durante una comida rica en aromas de cebollas, pan recién hecho y picantes morcillas de arroz- en el que los mayores animaban a los jóvenes a tejer narraciones, poemas y otras composiciones. Los ancianos se reían mirándose entre sí mientras comían. «Vamos a ver si habéis adquirido algún conocimiento que merezca la pena. Venga, venga, contadnos un cuento desde el principio. Queremos ver cómo ejercitáis el músculo de los cuentos.»

Esta historia acerca de los cuentos fue una de las primeras que tejí siendo niña. (2)


Notas

1. En el viejo país hay ciertos cuentos que, como los amigos, «caminan juntos» por distintos motivos que atañen a la razón y al espíritu. En mi familia, el conocimiento de estas combinaciones de cuentos y de los ingeniosos subtextos y estructuras que las forman se adquiere a lo largo de varias décadas de aprendizaje, es decir, escuchando tanto a nivel interior como exterior a los mayores, que a su vez escucharon de este mismo modo a sus mayores que a su vez también escucharon a los suyos... y así sucesivamente.

2. Mis primeros cuentos surgieron en parte debido al intercambio de interminables parábolas con mi tía Káti, una de las hermanas mayores de mi padre y también una de mis grandes mentoras. En particular, mantenía el ritual de contar las historias bíblicas del viejo país en determinados días sagrados, onomásticas, días festivos y fiestas de guardar.

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