domingo

CARTAS SOBRE LA CRUELDAD (5) ANTONIN ARTAUD


CARTAS SOBRE EL LENGUAJE

PRIMERA CARTA (2)

París, 15 de noviembre de 1931
A M. B. C.

Sin embargo, esta concentración interpretativa, que los japoneses, por ejemplo, emplean entre otros medios de expresión, vale únicamente como un medio entre tantos. Y transformarla en el fin de la escena, es abstenerse de utilizar la escena, como si alguien empleara las pirámides para alojar el cadáver de un faraón, y con el pretexto de que el cadáver de un faraón cabe en un nicho, se contentara con el nicho e hiciera volar las pirámides.

Junto con las pirámides haría volar todo el sistema filosófico y mágico del que el nicho es apenas punto de partida, y el cadáver condición.

Por otra parte, si cuida el escenario en detrimento del texto, el director se equivoca indudablemente, pero menos tal vez que el crítico que condena esa preocupación exclusiva por la puesta en escena.

Pues al atender a la puesta en escena, que en una pieza de teatro es la parte real y específicamente teatral del espectáculo, el director se sitúa en la línea verdadera del teatro, que es asunto de realización. Pero ambos bandos juegan aquí con las palabras; pues la expresión “puesta en escena” ha adquirido con el uso ese sentido despreciativo sólo a causa de nuestra concepción europea del teatro, que da primacía al lenguaje hablado sobre todos los otros medios de expresión.

No se ha probado en absoluto que no haya lenguaje superior al lenguaje verbal. Y parece que en la escena (ante todo un espacio que se necesita llenar y un lugar donde ocurre alguna cosa) el lenguaje de las palabras debiera ceder ante el lenguaje de los signos, cuyo aspecto objetivo es el que nos afecta de modo más inmediato.

Desde este punto de vista, el trabajo objetivo de la puesta en escena asume una suerte de dignidad intelectual a raíz de la desaparición de las palabras en los gestos, y del hecho de que la parte plástica y estética del teatro abandonan su carácter de intermedio decorativo para convertirse, en el sentido exacto del término, en un lenguaje directamente comunicativo.

De otro modo, si es cierto que en una pieza creada para ser hablada el director se equivoca al perderse en efectos de decorados iluminados con mayor o menor sabiduría, en acciones de grupos, en movimientos furtivos, efectos todos que podríamos llamar epidérmicos, y que no hacen sino sobrecargar el texto, se sitúa también a la vez mucho más cerca de la realidad concreta del teatro que el autor, que hubiera podido atenerse al libro, sin recurrir a la escena cuyas necesidades espaciales parecen escapársele.

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