domingo

EN PIEZAS / LA TERRORÍFICA MANIPULACIÓN DE LOS ASENTAMIENTOS (9) - FEDE RODRIGO


1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2018

Interrupción de magnates

-Viste que no había de qué preocuparse.

-Sí. Esta gente está mal de la cabeza. Se drogan todos.

-Todos. El pichi, los pibes, la policía, los gorilas. Todos.

-Pero tu reina no. Ella es “todo luz”.

-Me salió bastante negra para ser luz pero bue. En un barrio tan sucio una reina de luz negra no debe desentonar ¿no?

-No creo que desentone, no. Pero admití que te salió rara. No creo que pueda comer muchas piezas.

-Nunca subestimes los límites de una madre.


DEL BARRIO 8

Con la variz sucia de frío un niño de cinco años tomaba agua del bebedero de la plaza. Al lado temblaba una niña mayor con un vestido negro y unas calzas violetas. Sus motas negras aun no empezaban a cambiar de color. Eran de pieles demasiado diferentes para ser hermanos pero se amaban como familia. Juntos buscaban salvarse. El nenito la miró y ella temblando sacó su pintalabios y se lo pasó por la boca sonriendo. El niño también sonrió.

Más allá otro niño de nueve años (claro que nueve años en el barrio valen por lo menos como dieciocho) estaba esperando el amanecer sentado bajo la sombra de un foco apagado. Tenía tanto miedo que no hablaba con casi nada. Había pasado toda la noche tratando de que nadie lo matara y recién ahora encontraba un poco de paz.

Prendió la cámara que tenía escondida entre su brazo (como no estaba grabando no desprendía la peligrosa luciérnaga roja). Se tomó un rato para ver lo que había: las delirantes charlas con el Bauti, tomas borrosas de gente del barrio, la vieja que barre la plaza, el tipo de las rastas negras andando en su vagón de mugre, el demente de la moto, la limusina presumida. También estaba la entrevista con el Payaso, que era buena pero ni se comparaba con unas tomas que hizo de lejos al atardecer. Parece que mataron a un pibe de dos balazos en la nuca, un pibe que ni siquiera vio su muerte. (Fue una suerte porque todo el mundo sabe que quien ve su muerte tiene que lavarse la cara cada mañana en el cielo.) La toma seguía hasta que se ve al asesino inyectarse las tres botellitas parado sobre la mano del cadáver.

Sin intención de seguir grabando, volvió a pasar por allí unas cuantas horas después (ya no quedaba nadie). Bueno, sólo quedaba el cadáver: un bulto cansado y desentonante como camello echado bajo la lluvia. Parecía un niño de la calle más, durmiendo igual que cuando estaba vivo, sin ni siquiera un nylon que lo protegiera de la intemperie.

Desde una distancia más que segura, filmó a unos funcionarios de la salud estatal que tiraron el cadáver en una camioneta como hacen con las ramas después de una poda y se lo llevaron. Si le hubieran encontrado algún familiar al pibe, hoy por lo menos podría tener hasta una lápida.

-¡Despeinado!

Sintió a lo lejos una voz entreverada en el rumor tormentoso de las ramas. Cerró enseguida la tapa de la cámara y se la metió abajo del buzo

-Bauti: ¿de dónde saliste?

-De la panza de mi madre.

-¿Pero qué hacés a esta hora en la calle?

-Vengo hasta donde estás.

-Sí, eso ya lo veo, ¿pero cuál es el motivo de que me hayas venido a buscar?

-Ver cómo estás, ayer no te vi en todo el día y como ya hacía más de veinte horas que no te veía, te consideré desaparecido.

-Sí. Perdón, amigo. Es que me quieren matar. Después de lo que hice hoy, ya no queda ninguna duda. Claro, pero que podría entender un niño como vos.

-No sé a qué te referís.

-A que sos raro.

-¿Raro?

-Sí, innecesariamente bueno. Nadie podría sospechar nada malo de vos. ¿Cuánta gente sabe que somos amigos?

-Bueno, mi madre (aunque no sé cómo porque hace ya tres años que no me dejan escribirle). Y Mamá Lucha, ella también sabe.

-Buenísimo. Necesito que escondas algo. Nadie lo puede encontrar hasta que me maten, en ese momento se lo tenés que dar a la persona en que más confíes.

-¿Eso es una cámara? ¿De dónde la sacaste?

-Un pobre tipo ricachón dijo que me la prestaba un mes si yo le traía fotos del barrio. Me vio cara de pendejo con hambre y creyó que iba a saber más del barrio que yo. Lo cagué porque no sabe que con algo así acá adentro no durás un mes respirando ni loco.

-¿Y entonces por qué la estás desarmando?

-Es que necesito que te lleves sólo esto. Yo en la cámara dejé algunas fotos pelotudas para que crean que eso es todo lo que hay.

-¿Y qué es esta cosita?

-Es la memoria. Guardala porque ahí adentro está la única esperanza de que se sepa lo que pasa acá adentro. Acordate, sólo después de que me maten. Necesitamos dramatismo.

-No quiero que te maten, sos mi único amigo. Vamso con Mamá Lucha, ella tebva a proteger.

-Vamos a donde quieras. Ya es demasiado tarde, un policía me vio con la cámara: no creo que llegue vivo hasta mañana.

-Mi papá es policía.

-Seguro me va a matar, entonces.

-Vos te querés morir para reencontrarte con tu hermana ¿no? Nunca te lo va a perdonar.

Le miró a su amigo el labio gordo y el tajo rojo que le unía la boca con la oreja. Se arrepintió un poco de haberle dado tremenda piña. Le daba lástima que hubiese nacido así (así acá). En el video también estaba el chorro de sangre que escupió Bauti antes de caerse. Se arrepintió un poco más.

Los dos niños caminaron en silencio hasta el Laberinto. Las lágrimas en el niño pelado de nueve años eran la respuesta pata el Bauti: aquello era justamente lo que Renzo (el Despeinado) quería: ir a buscar al cielo el perdón de su hermana, el único perdón que le importaba.

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