domingo

POESÍAS - CONDE DE LAUTRÉAMONT (18)



II (9)

Varias cosas ciertas son contradichas. Varias cosas falsas no son contradichas. La contradicción es el sello de la falsedad. La no contradicción es el sello de la certeza.

Existe una filosofía de las ciencias. No existe una de la poesía. No conozco ningún moralista que sea poeta de primer orden. Es raro, dirá alguien.

Resulta horrible sentir cómo se escurre lo que uno posee. Uno se aferra a eso, sólo con la idea de investigar si hay algo que sea permanente.

El hombre es un sujeto vacío de errores. Todos le muestra la verdad. Nada lo engaña. Los dos fundamentos de la verdad, la razón y los sentidos, aparte de que no están desprovistos de sinceridad, se aclaran uno a otro. Los sentidos aclaran la razón mediante apariencias verdaderas. Este mismo servicio que le prestan, lo reciben de ella. Cada cual toma su desquite. Los fenómenos del alma pacifican los sentidos y les producen impresiones que no garantizo que no sean molestas. Ellas no mienten. No engañan a su antojo.

La poesía debe ser hecha por todos- No por uno. ¡Pobre Hugo! ¡Pobre Racine! ¡Pobre Coppée! ¡Pobre Corneille! ¡Pobre Boileau! ¡Pobre Scarron! Tics, tics y tics.

Las ciencias tienen dos extremos que se tocan. El primero es la ignorancia en que se encuentran los hombres al nacer. El segundo es la que alcanzan las grandes almas. Estas han recorrido lo que los hombres pueden saber, advierten que lo saben todo y se vuelven a encontrar en la misma ignorancia de la que habían partido. Es una sabia ignorancia, que se conoce. Entre ellos los hay que, habiendo salido de la ignorancia primera, sin haber podido alcanzar la otra, tienen un barniz de ciencia suficiente, se hacen los entendidos. No perturban el mundo ni juzgan todo peor que los otros. El pueblo, los expertos, regulan la marcha de una nación. Los otros, que la respetan, no son menos respetados.

Para conocer las cosas, no es preciso conocer el detalle. Como este es limitado, nuestros conocimientos son sólidos.

El amor no se confunde con la poesía.

¡La mujer está a mis pies!

Para describir el cielo, no es necesario transportar allí los materiales de la tierra. Es necesario dejar la tierra y sus materiales en el sitio en que están, a fin de embellecer la vida con su ideal. Tutear a Elohim, dirigirle la palabra, es una bufonada inconveniente. El mejor modo de mostrarle reconocimiento, no es bocinándole al oído que tiene poder, que ha creado el mundo, que somos gusanos en comparación con su grandeza. Lo sabe mejor que nosotros. Los hombres pueden dispensarse de hacérselo saber. El modo mejor de mostrarle reconocimiento, es consolar a la humanidad, entregarle todo, llevarla de la mano, tratarla fraternalmente. Es más verdadero.

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