martes

LECCIONES DE VIDA (114) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


14 / LA LECCIÓN DE LA FELICIDAD (7)

EKR (7)

Creemos que seremos felices cuando solucionemos nuestros problemas o las malas épocas hayan pasado. Queremos vivir la vida de una forma equilibrada, pero lo que nosotros consideramos equilibrio no lo es en absoluto. De hecho, es un gran desequilibrio. No hay bien sin mal, ni luz sin oscuridad, ni día sin noche, ni amanecer sin anochecer, ni perfección sin imperfección… Todos vivimos en medio de esos opuestos, estas contradicciones, estas paradojas.

Somos un cúmulo de contradicciones. Siempre intentamos ser algo más, y al mismo tiempo intentamos aceptarnos y amarnos como somos. Intentamos aceptar la realidad de la experiencia humana, y al mismo tiempo sabemos que somos seres espirituales. Sufrimos, pero podemos sobreponernos al sufrimiento. Experimentamos pérdidas, pero sentimos amor eterno. Damos por hecho que seguiremos viviendo, pero sabemos que no será para siempre. Vivimos en un mundo lleno de menos y más, de cosas grandes y pequeñas, de ciclos de escasez y de abundancia. Si reconocemos estos opuestos, seremos más felices. Nuestro papel en el universo está siempre en equilibrio, nos lo parezca o no.

Parte de este equilibrio consiste en comprender que la vida no gira alrededor de nuestros grandes momentos: el ascenso, la boda, el retiro y la curación. La vida también transcurre entre esos momentos. Muchas de las cosas que tenemos necesidad de aprender residen en los pequeños momentos de la vida.

La mayor parte del tiempo la dedico sólo a existir. Di mi vida va a consistir en esto, espero morir pronto. Como he dicho anteriormente, muchas veces me siento como un avión atacado en la pista de despegue. Preferiría regresar al hangar, o lo que lo mismo ponerme bien, o despegar de una vez. Si pudiera elegir, elegiría vivir, siempre y cuando pudiera volver a andar, trabajar en el jardín y ser capaz de hacer las cosas que me gustaba hacer. Si voy a seguir viva, quiero vivir.

En la actualidad no vivo, sólo existo. Pero incluso en la simple existencia hay pequeños momentos de felicidad. Soy feliz cuando mis hijos vienen a visitarme, y soy especialmente feliz cuando juego con mi nueva nieta, Sylvia. Anna, la mujer que me cuida, también me hace feliz porque me hace reír. Estos pequeños momentos hacen que la existencia sea soportable.

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