14 / LA LECCIÓN DE LA FELICIDAD (7)
EKR
(7)
Creemos que seremos
felices cuando solucionemos nuestros problemas o las malas épocas hayan pasado.
Queremos vivir la vida de una forma equilibrada, pero lo que nosotros
consideramos equilibrio no lo es en absoluto. De hecho, es un gran
desequilibrio. No hay bien sin mal, ni luz sin oscuridad, ni día sin noche, ni
amanecer sin anochecer, ni perfección sin imperfección… Todos vivimos en medio
de esos opuestos, estas contradicciones, estas paradojas.
Somos un cúmulo de
contradicciones. Siempre intentamos ser algo más, y al mismo tiempo intentamos
aceptarnos y amarnos como somos. Intentamos aceptar la realidad de la
experiencia humana, y al mismo tiempo sabemos que somos seres espirituales.
Sufrimos, pero podemos sobreponernos al sufrimiento. Experimentamos pérdidas,
pero sentimos amor eterno. Damos por hecho que seguiremos viviendo, pero
sabemos que no será para siempre. Vivimos en un mundo lleno de menos y más, de
cosas grandes y pequeñas, de ciclos de escasez y de abundancia. Si reconocemos
estos opuestos, seremos más felices. Nuestro papel en el universo está siempre
en equilibrio, nos lo parezca o no.
Parte de este equilibrio
consiste en comprender que la vida no gira alrededor de nuestros grandes momentos:
el ascenso, la boda, el retiro y la curación. La vida también transcurre entre
esos momentos. Muchas de las cosas que tenemos necesidad de aprender residen en
los pequeños momentos de la vida.
La mayor parte del tiempo
la dedico sólo a existir. Di mi vida va a consistir en esto, espero morir
pronto. Como he dicho anteriormente, muchas veces me siento como un avión atacado
en la pista de despegue. Preferiría regresar al hangar, o lo que lo mismo
ponerme bien, o despegar de una vez. Si pudiera elegir, elegiría vivir, siempre
y cuando pudiera volver a andar, trabajar en el jardín y ser capaz de hacer las
cosas que me gustaba hacer. Si voy a seguir viva, quiero vivir.
En la actualidad no vivo,
sólo existo. Pero incluso en la simple existencia hay pequeños momentos de
felicidad. Soy feliz cuando mis hijos vienen a visitarme, y soy especialmente
feliz cuando juego con mi nueva nieta, Sylvia. Anna, la mujer que me cuida,
también me hace feliz porque me hace reír. Estos pequeños momentos hacen que la
existencia sea soportable.
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