TÉCNICA
Se trata pues de hacer
del teatro, en el sentido cabal de la palabra, una función; algo tan localizado
y tan preciso como la circulación de la sangre por las arterias, o el
desarrollo, caótico en apariencia, de las imágenes del sueño en el cerebro, y
esto por un encadenamiento eficaz, por un verdadero esclarecimiento de la
atención.
El teatro sólo podrá ser
nuevamente el mismo, ser un medio de auténtica ilusión, cuando proporcione al
espectador verdaderos precipitados sueños, donde su gusto por el crimen, sus
obsesiones eróticas, su salvajismo, sus quimeras, su sentido utópico de la vida
y hasta su canibalismo desborden en una plano no fingido e ilusorio, sino
interior.
En otros términos, el
teatro debe perseguir por todos los medios un replanteo, no sólo de todos los
aspectos del mundo objetivo y descriptivo interno, es decir del hombre
considerado metafísicamente. Sólo así, nos parece, podrá hablarse otra vez en
el teatro de los derechos de la imaginación. Nada significan el humor, la
poesía, la imaginación si por medio de una destrucción anárquica generadora de
una prodigiosa emancipación de formas que constituirán todo el espectáculo, no
alcanzan a replantear orgánicamente al hombre, con sus ideas acerca de la
realidad, y su ubicación poética en la realidad.
Pero considerar el teatro
como una función psicológica o moral de segunda mano y suponer que hasta los
sueños tienen sólo una función sustitutiva es disminuir la profunda dimensión
poética de los sueños y del teatro. Si el teatro es, como los sueños,
sanguinario e inhumano, manifiesta y planta inolvidablemente en nosotros, mucho
más allá, la idea de un conflicto perpetuo y de un espasmo donde la vida se
interrumpe continuamente, donde todo en la creación se alza y actúa contra
nuestra posición establecida, perpetuando de modo concreto y actual las ideas
metafísicas de ciertas fábulas que por su misma atrocidad y energía demuestran
su origen y su continuidad en principios esenciales.
Se advierte por lo tanto
que se lenguaje desnudo del teatro, lenguaje no verbal sino real, debe
permitir, próximo a los principios que le transmiten su energía, y mediante el
empleo del magnetismo nervioso del hombre, transgredir los límites ordinarios
del arte y de la palabra, y realizar secretamente, o sea mágicamente, en términos verdaderos, una suerte de
creación total donde el hombre pueda recobrar su puesto entre el sueño y los
acontecimientos.
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