PRIMER MANIFIESTO (2)
Hemos de referirnos ahora
al aspecto únicamente material de este lenguaje. Es decir, a todas las maneras
y medios con que cuenta para actuar sobre la sensibilidad.
Sería vano decir que
incluye la música, la danza, la pantomima, o la mímica. Es evidente que utiliza
movimientos, armonías, ritmos, pero sólo en cuanto concurren a una especie de expresión
central sin favorecer a un arte particular. Lo que no quiere decir tampoco que
no utilice hechos ordinarios, pasiones ordinarias, pero como un trampolín, del
mismo modo que el HUMOR-DESTRUCCIÓN puede conciliar la risa con los hábitos de
la razón.
Pero con un sentido
completamente oriental de la expresión, ese lenguaje objetivo y concreto del
teatro fascina y tiende un lazo a los órganos. Penetra en la sensibilidad.
Abandona los usos occidentales de la palabra, transforma los vocablos en
encantamientos. Da extensión a la voz. Aprovecha las vibraciones y las
cualidades de la voz. Hace que el movimiento de los pies acompañe
desordenadamente los ritmos. Muele sonidos. Trata de exaltar, de entorpecer, de
encantar, de detener la sensibilidad. Libera el sentido de un nuevo lirismo de
gesto que por su precipitación o su amplitud aérea concluye por sobrepasar el
lirismo de las palabras. Rompe en fin la sujeción intelectual del lenguaje,
prestándole el sentido de una intelectualidad nueva y más profunda que se
oculta bajo gestos y bajo signos elevados a la dignidad de exorcismos
particulares.
Pues todo este magnetismo
y toda esta poesía y sus medios directos de encanto nada significarían si no
lograran poner físicamente el espíritu en el camino de alguna otra cosa, si el
verdadero teatro no pudiera darnos el sentido de una creación de la que sólo
poseemos una cara, pero que se completa en otros planos.
Y poco importa que estos
otros planos sean conquistados realmente o no por el espíritu, es decir, por la
inteligencia, pues so sería disminuirlos, lo que no tiene interés ni sentido.
Lo importante es poner la sensibilidad, por medios ciertos, en un estado de
percepción más profunda y más fina, y tal es el objeto de la magia y de los
ritos de los que el teatro es sólo un reflejo.
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