LA LECCIÓN DE LA FELICIDAD (4)
EKR
(4)
La felicidad no depende
de lo que sucede, sino de cómo lo vivimos. Nuestra felicidad está determinada
por la forma en que percibimos, interpretamos e integramos los acontecimientos
en nuestro estado de ánimo. Y el modo en que percibimos los acontecimientos
está determinado por nuestra predisposición. Debemos utilizar la ecuanimidad
para aprender nuestras lecciones y recordar la verdad sobre los demás y
nosotros mismos. Debemos preguntarnos si tendemos a ver lo mejor o lo peor en
las situaciones y en los demás. Las cosas con las que nos comprometemos y a las
que prestamos atención, crecen. Por lo tanto, lo mejor o lo peor crece en el
seno de nuestras interpretaciones y de nosotros mismos. Si contemplamos el
pasado desde una perspectiva negativa, como si careciera de propósito o
significado, plantamos semillas que se convertirán en futuros similares a ese
pasado. Por eso nos referimos al pasado como a nuestro bagaje, pues se trata de
algo que resulta pesado de transportar. Sea cual sea el nombre que le demos, el
pasado es esa parte de nosotros que nos lastra y enlentece nuestro progreso
hacia la felicidad.
La felicidad es nuestro
estado natural, pero hemos olvidado cómo ser felices porque nos hemos perdido
en la impresión de cómo deberían ser las cosas.
Pensemos en el consejo
que todos, algún día, hemos recibido: “Simplemente, intenta ser feliz”. El
intento se interpone en el camino del sentimiento. Conseguimos ser felices de
una forma progresiva y no mediante ciertas técnicas o por asistir a un
acontecimiento feliz aislado. Alcanzamos la felicidad cuando experimentamos
repetidos momentos felices, los cuales deberían ser más frecuentes. Un día
seremos conscientes de que hemos vivido cinco minutos de felicidad y, antes de
que nos demos cuenta, habremos experimentado una hora, después una noche y más
adelante todo un día.
Las comparaciones son,
con toda probabilidad, el camino más corto a la infelicidad. Nunca podremos ser
felices si nos comparamos con los demás. No importa quiénes seamos, lo que
tengamos o lo que podamos hacer; en uno u otro aspecto, siempre seremos menos
que alguien. La persona más rica del mundo no es la más atractiva, y la más
atractiva no tiene los músculos desarrollados; la persona con los músculos más
desarrollados no tiene la mejor pareja, y quien tiene la mejor pareja no ha
recibido el premio Nobel, etcétera, etcétera. Si establecemos comparaciones no
nos costará mucho sentirnos completamente desgraciados. Ni siquiera necesitamos
a los demás para realizar esas comparaciones autodestructivas; si nos
comparamos con nuestro pasado o futuro, obtendremos los mismos resultados. La
felicidad consiste en sentirnos orgullosos de nosotros mismos tal como somos
ahora, sin compararnos con los demás ni con quiénes éramos o creemos que
seremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario