domingo

LECCIONES DE VIDA (111) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


LA LECCIÓN DE LA FELICIDAD (4)

EKR (4)

La felicidad no depende de lo que sucede, sino de cómo lo vivimos. Nuestra felicidad está determinada por la forma en que percibimos, interpretamos e integramos los acontecimientos en nuestro estado de ánimo. Y el modo en que percibimos los acontecimientos está determinado por nuestra predisposición. Debemos utilizar la ecuanimidad para aprender nuestras lecciones y recordar la verdad sobre los demás y nosotros mismos. Debemos preguntarnos si tendemos a ver lo mejor o lo peor en las situaciones y en los demás. Las cosas con las que nos comprometemos y a las que prestamos atención, crecen. Por lo tanto, lo mejor o lo peor crece en el seno de nuestras interpretaciones y de nosotros mismos. Si contemplamos el pasado desde una perspectiva negativa, como si careciera de propósito o significado, plantamos semillas que se convertirán en futuros similares a ese pasado. Por eso nos referimos al pasado como a nuestro bagaje, pues se trata de algo que resulta pesado de transportar. Sea cual sea el nombre que le demos, el pasado es esa parte de nosotros que nos lastra y enlentece nuestro progreso hacia la felicidad.

La felicidad es nuestro estado natural, pero hemos olvidado cómo ser felices porque nos hemos perdido en la impresión de cómo deberían ser las cosas.

Pensemos en el consejo que todos, algún día, hemos recibido: “Simplemente, intenta ser feliz”. El intento se interpone en el camino del sentimiento. Conseguimos ser felices de una forma progresiva y no mediante ciertas técnicas o por asistir a un acontecimiento feliz aislado. Alcanzamos la felicidad cuando experimentamos repetidos momentos felices, los cuales deberían ser más frecuentes. Un día seremos conscientes de que hemos vivido cinco minutos de felicidad y, antes de que nos demos cuenta, habremos experimentado una hora, después una noche y más adelante todo un día.

Las comparaciones son, con toda probabilidad, el camino más corto a la infelicidad. Nunca podremos ser felices si nos comparamos con los demás. No importa quiénes seamos, lo que tengamos o lo que podamos hacer; en uno u otro aspecto, siempre seremos menos que alguien. La persona más rica del mundo no es la más atractiva, y la más atractiva no tiene los músculos desarrollados; la persona con los músculos más desarrollados no tiene la mejor pareja, y quien tiene la mejor pareja no ha recibido el premio Nobel, etcétera, etcétera. Si establecemos comparaciones no nos costará mucho sentirnos completamente desgraciados. Ni siquiera necesitamos a los demás para realizar esas comparaciones autodestructivas; si nos comparamos con nuestro pasado o futuro, obtendremos los mismos resultados. La felicidad consiste en sentirnos orgullosos de nosotros mismos tal como somos ahora, sin compararnos con los demás ni con quiénes éramos o creemos que seremos.

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