domingo

LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN (80) - CARLOS CASTANEDA


PRIMERA PARTE “LAS ENSEÑANZAS”
(Una forma yaqui de conocimiento)

X (8)

Sábado, 1º de abril, 1965 (2)

Pregunté a don Juan qué eran las cosas que vi. Dijo que, siento esta la primera vez que yo veía como cuervo, las imágenes no eran claras ni importantes, y que más tarde, con la práctica, me sería posible reconocerlo todo.

Saqué a colación la diferencia que había notado en el movimiento de la luz.

-Las cosas que están vivas -dijo él- se mueven por dentro, y tal cuervo puede ver con facilidad cuándo algo está muerto, o a punto de morir, porque el movimiento ya se paró o se va parando. Un cuervo sabe también cuándo algo se mueve demasiado aprisa, y por lo mismo sabe cuándo algo se mueve al paso justo.

-¿Qué significa cuándo algo se mueve demasiado aprisa, o al paso justo?

-Significa que un cuervo sabe de hecho qué evitar y qué buscar. Cuando algo se mueve demasiado aprisa por dentro, quiere decir que está a punto de estallar con violencia, o de pegar el brinco, y un cuervo lo evita. Cuando se mueve por dentro al paso justo, es una vista placentera y un cuervo la busca.

-¿Se mueven las rocas por dentro?

-No, ni las rocas ni los animales muertos ni los árboles muertos. Pero es hermoso mirarlos. Por eso los cuervos andan por donde hay cadáveres. Les gusta mirarlos. Ninguna luz se mueve dentro de ellos.

-Pero cuando la carne se pudre, ¿no cambia ni se mueve?

-Sí, pero ese movimiento es distinto. Lo que el cuervo ve entonces son millones de cosas moviéndose dentro de la carne con luz propia, y eso es lo que le gusta ver. Tú mismo la verás.

En este punto hice a don Juan la pregunta inevitable.

-¿Me convertí realmente en cuervo? O mejor dicho, ¿habría pensando cualquiera, al verme, que era yo un cuervo común?

-No. No puedes pensar así cuando tratas con el poder de los aliados. Estas preguntas no tienen sentido, y eso que volverse cuervo es lo más simple que hay. Es casi como travesura: tiene poca utilidad. Como ya te he dicho, el humito no es para los que buscan poder. Es sólo para quienes anhelan ver. Yo aprendí a volverme cuervo porque son las aves más efectivas de todas. Ninguna otra las molesta, a menos que sean águilas grandes y hambrientas, pero los cuervos vuelan en parvadas y pueden defenderse. Tampoco los hombres molestan a los cuervos, y eso es importante. Cualquiera pude distinguir un águila grande, sobre todo un águila fuera de lo común, o cualquier otra ave grande y fuera de lo común, pero ¿a quién le interesa un cuervo? Un cuervo está seguro. Es ideal en tamaño y en naturaleza. Puede meterse donde sea sin llamar la atención. En cambio, volverse oso o león es posible, pero sale bastante peligroso. Una criatura de estas es demasiado grande; se necesita demasiada energía para convertirse en ella. También puede uno volverse grillo, o lagartija, o hasta hormiga, pero eso es todavía más arriesgado, porque los animales grandes cazan a las criaturas pequeñas.

Señalé que, según lo que él decía, uno se transforma realmente en cuervo, o grillo, o cualquier otra cosa. Pero él insistió en que yo entendía mal.

-Se necesita mucho tiempo para aprender a ser un cuervo cabal -dijo-. Pero tú no cambiaste, ni dejaste de ser hombre. Es otra cosa lo que pasa.

-¿Puede usted decirme qué es la otra cosa, don Juan?

-A lo mejor a estas alturas ya tú mismo lo sabes. Quizá si no tuvieras tanto miedo de volverte loco, o de perder tu cuerpo, entenderías este secreto maravilloso. Pero a lo mejor debes esperar a perder tu miedo para entender lo que quiero decir.

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