EL TEATRO Y LA CRUELDAD (3)
EL
TEATRO Y SU DOBLE
De acuerdo con ese
principio proyectamos un espectáculo donde esos medios de acción directa sean
utilizados en su totalidad; un espectáculo que no tema perderse en la
exploración de nuestra sensibilidad nerviosa, con ritmos, sonidos, palabras,
resonancias, y balbuceos, con una calidad y unas sorprendentes aleaciones
nacidas de una técnica que no debe divulgarse.
Las imágenes de ciertas
pinturas de Grünewald o de Hieronimus Bosch revelan suficientemente lo que
puede ser un espectáculo donde, como en la mente de un santo cualquiera, los
objetos de la naturaleza exterior aparecerán como tentaciones.
En ese espectáculo de una
tentación, donde la vida puede perderlo todo, y el espíritu ganarlo todo, ha de
recobrar el teatro su significación verdadera.
Hemos mostrado ya en otra
parte un programa donde los medios de la pura puesta en escena, descubiertos en
el mismo escenario, puedan organizarse en torno a temas históricos o cósmicos,
por todos conocidos.
E insistimos en el hecho
de que el primer espectáculo del Teatro de la Crueldad mostrará preocupaciones
de masas, mucho más imperiosas e inquietantes que las de cualquier individuo.
Se trata ahora de saber
si en París, antes que los cataclismos anunciados caigan sobre nosotros, se
encontrarán medios suficientes de producción, financieros u otros semejantes,
que permitan el mantenimiento de ese teatro (aunque subsistirá de todas maneras,
pues es el futuro), o se necesitaría en seguida un poco de sangre verdadera
para manifestar esa crueldad.
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