domingo

EL HÉROE DE LAS MIL CARAS (21) - JOSEPH CAMPBELL


CAPÍTULO I / LA PARTIDA

2 / LA NEGATIVA AL LLAMADO (1)

A menudo en la vida actual y no poco frecuentemente en los mitos y cuentos populares, encontramos el triste caso de la llamada que no se responde, porque siempre es posible volver el oído a otros intereses. La llamada no atendida convierte la aventura en una negativa. Encerrado en el fastidio, en el trabajo duro, o en la “cultura”, el individuo pierde el poder de la significante acción afirmativa y se convierte en una víctima que debe ser salvada. Su mundo floreciente se convierte en un desierto de piedras resecas y su vida pierde todo significado, aun cuando, como el rey Minos, pueda tener éxito a través de un esfuerzo titánico en la formación de un imperio de renombre. Pero toda casa que construya será la casa de la muerte, un laberinto de paredes ciclópeas para esconder a su vista su propio Minotauro. Todo lo que puede hacer es crear nuevos problemas para sí mismo y esperar la aproximación gradual de su desintegración.

“Pues os he llamado y no habéis escuchado… También yo me reiré de vuestra ruina t me burlaré cuando venga sobre vosotros el terror; cuando sobrevenga como huracán el terror, y como torbellino os sorprenda la ruina, cuando sobrevenga la adversidad y la angustia… Porque ese desvío llevará a los simples a la muerte y la prosperidad de los necios los perderá.” (11)

Time Jesum transeuntem et non revertentem: “Teme el paso de Jesús, porque Él no vuelve.” (12)

Los mitos y cuentos populares de todo el mundo ponen en claro que la negativa es esencialmente una negativa lo que cada quien considera como su propio interés. El futuro se ve no en los términos de una serie inevitable de muertes y nacimientos, sino como un sistema concreto de ideales, virtudes y finalidades de uno y como si se establecieran y se aseguraran ventajas. El rey Minos retuvo al toro divino cuando el sacrificio hubiera significado la sumisión a la voluntad del dios de su sociedad; porque prefirió aquello que concibió era su provecho económico. Por eso fracasó en el papel virtual que había asumido, ya hemos visto con qué terribles efectos. La divinidad misma se convirtió en objeto de su terror, porque obviamente, si uno es el dios de sí mismo, entonces Dios mismo, la voluntad de Dios, la fuerza que ha de destruir nuestro sistema egocéntrico, se convierte en un monstruo.

Huí de Él bajo las noches y los días,
Huí de Él bajo los arcos de los años;
Huí de Él por el dédalo
De mi propia mente; y en la niebla de lágrimas
Me oculté de Él, y bajo un fluir de risas. (13)

El individuo es hostigado, de día y de noche, por el ser divino que es la imagen del yo vivo dentro del laberinto cerrado de nuestra propia psique desorientada. Los senderos que llevan a las puertas se han perdido; no hay salida. El individuo sólo puede aferrarse a sí mismo furiosamente, como Satán, y estar en el infierno. O doblegarse, dejarse aniquilar por fin, en Dios.

¡Ah,el más tierno, el más ciego, el más débil!
Yo soy Él a quien has buscado;
Tomas de Ti el amor y a mí no me tomas. (14)

Notas

(11) Proverbios. I;24,27,32.
(12) “Los libros espirituales citan este proverbio latino que ha aterrorizado más de un alma” (Ernest Dimnet, The Arte of Thinking, Nueva York, Simon and Schuster, Inc., 1929, pp. 203-2
(13) Francis Thompson, The Hound of Heaven, primeras líneas.
(14) Ibid, conclusion.

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