sábado

LA PATRIA QUE TE PARIÓ (EXPLICACIÓN DEL AMOR DE JULIO HERRERA Y REISSIG) - 12



HUGO GIOVANETTI VIOLA

primera edición WEB / elMontevideano Laboratorio de Artes / 2018

obra de portada: Haugussto Brazlleim

EPISODIO 12: RESPONSO

Poetisas

El 23 de mayo de 1909 el cementerio del Buceo amaneció invadido por una aglomeración de jinetes que terminaron obstruyendo el acercamiento de los vehículos asistentes a la ceremonia organizada en homenaje a Alcides de María.

-Gauchos de mierda -le agarró un brazo Delmira Agustini a María Eugenia Vaz Ferreira para frotarse las botitas con un pañuelo. -La Nena mere de dabia.

-Pero si la mitad son doctores disfrazados, Nena con lengua de carrero -se ruborizó la mujerona mientras empezaban a divisar el lomo del estuario que atravesaba como un pasacinta a los cipreses impúberes. -Te juro que este parque me hace amar a la muerte.

-No te olvides que a mí no me queda ni la esperanza de la muerte, porque la imagino llena de horribles vidas.

-¿Y qué se hizo de Enrique?

-Se quedó en la puerta conversando con otro rematador de yeguas. A él le importa una boñiga escuchar los discursos sublimes -se acomodó el velo la muchacha de abismalidad fluorescente. -¿Supiste que Julieta lleva noches sin dormir porque tiene miedo de que hoy se aparezcan María Eulalia y Soledad?

-Mientras no se les ocurra aparecer a Zoraida o a alguna de las porteñas.

-Esas van a venir pero el día del entierro -agitó un brazo lleno de puntillas para saludar a dos dandys que usaban capas draculescas Delmira. -A Audelio del Hebrón me lo comedía como un codero al pincho y depué le chupadía güesito por güesito.

-Dios te perdone.

-Dios perdone a mi novio, que juró no mojar su pan duro en mi sopa de almejas hasta que no firmemos el contrato de propiedad. Y pensar que Julio siempre mantuvo su harén entre bambalinas y estoy segura de que tampoco perdió el tiempo con Julieta antes del ajusticiamiento nupcial.

-Pero no tendrías que hablar del entierro de Julio -se le mojó la voz a la poetisa de facciones indómitas. -Miralo cómo está. Frío a frío la blancura / severa de los asombros / quemó mis rizos castaños, / y el empellón de los años / fue deformando mis hombros.

El imperator contemplaba la lápida que tendría que descubrir después de los discursos, y de golpe levantó una expresión digna de Maldoror en dirección al estuario y terminó chupándose mansamente una lágrima, sin soltar el bastón ni el cartapacio.

-Y lo horrible es que cualquiera se da cuenta de que hoy está despidiéndose en público de la toldería justo en el cementerio donde quisiera ser enterrado -murmuró María Eugenia. -Julieta dice que preparó uno de esos opúsculos larguísimos y funambulescos que casi nadie entiende.

-Pero que dicen todo.

-A mí lo que me asombra es cómo siempre desflora a la esperanza ciega y purifica el odio.

-Meno, por eso mimo le tenen tanta dabia -se acomodó el escote como si se ofreciera para una violación la prometida del Céfiso rematador, poniendo trompa de Nena.

Carruaje

El poeta de la patria invitó a Florián Regusci y a Lucas Rosso a asistir al cementerio en un carricoche que le cedió la comisión organizadora del homenaje, y cuando recibieron el aviso de que tendrían que bajarse a varias cuadras del Buceo porque las caballadas ocupaban medio kilómetro a la redonda Zorrilla se persignó:

-Pues justamente anoche se volvió a polemizar en el velatorio de nuestro querido Blixen sobre la persistencia de ese amor tan bizarro hacia las costumbres de pa juera que sigue fomentando la Sociedad Criolla.

-Bueno, pero hoy supongo que por lo menos no habrá carreras ni verbena como en la quinta de Risso -comentó sin ironía el trovero. -Yo todavía vivía en San Carlos cuando Blixen hizo estallar a rebencazo limpio aquel escandalete periodístico donde metió baza hasta Calisto el Ñato. Ya van a hacer quince años.

-Tampoco hay que olvidarse que finalmente terminó haciendo las paces con Regules -se ajustó la galera el hombrecito de melena leonada. -Y hasta le difundió sus Versos criollos cuando se desempeñó como diplomático en Chile.

-Fijesé. Es la primera que veo el puerto por donde los ingleses se le colaron a la Muy Fiel y Reconquistadora- se sostuvo el sombrerazo romántico al bajar del carricoche Lucas Rosso.

-Y aquí pelearon codo a codo José Artigas con Fulgencio Yegros, el eximio integrante de la generación dorada que fue enviada desde el Paraguay para arrostrar la invasión de los herejes. Y cuentan que cuando Pepe el Blandengue encontró a su flamante amigo en el campamento de Las Piedras agonizando por una bala que se le había alojado junto al corazón dio la orden terminante de que lo operaran, a pesar de que el médico consideraba inútil esa cirugía. Y le salvó la vida.

-Esa era una típica actitud de mi hermano Sabino cuando se le atravesaba una determinación que no parecía cuerda -sonrió Florián Regusci. -Y después quedaba comprobado que los locos éramos nosotros.

-Los locos no: los tibios -corrigió Lucas Rosso.

-Y me temo que eso va a pasar dentro de poco rato cuando Julio nos lea su kilométrico responso en elogio de Calisto -observó el gavioterío que pescaba chillonamente entre las barcazas el vate pontificador. -Porque para los orientales que velan en la meseta santa no hay heroicidad imposible, caballeros.

-Lástima que esos ilustres especímenes sean tan pocos -gargajeó de colmillo el manco de Paso del Parque.

Entonces el poeta de la patria y el trovador bigotudo se relojearon sin hablar hasta que Lucas agregó:

-Menos mal que no me está escuchando Jonás Erik Jönson. Él también cree en el resplandor todopoderoso de la inmaculación, igual que los gurises.

-Tamaña caballada arrearon los criollistas -dejó que la provocación de Lucas se perdiera en el viento Florián, mientras señalaba el cementerio sobrevolado por una polvareda rojiza.

Hada

Las poetisas hicieron cola durante diez minutos para saludar a Julio Herrera y Reissig, que en cierto momento tuvo que suspender el protocolo galante para aplicarse una inyección lo más disimuladamente posible detrás de la guardia personal integrada por César Miranda y Natalio Botana.

-Ah: no puedo imaginar qué dicha ha de sentirse peinando la cabeza de Dios en los paraísos del fármacon -sufrió un chucho Delmira después que el gigante afiebrado las reverenció sonriendo como un sonámbulo.

Y entonces la mañana plomiza fue perforada por un soplo de sol y apareció una niña vestida de blanco que caminaba superponiendo los pasitos con los brazos abiertos, igual que una equilibrista.

-Me llamo María del Mar Dodera -les sonrió la criatura coronada por una guirnalda de jazmines del país a las poetisas. -Padre me ha leído vuestros excelsos versos. Yo sé escribir sonetos.

Y señaló al maestro fernandino que había viajado expresamente a la capital para escuchar el discurso de Herrera y Reissig anunciado por la prensa.

-Qué gusto reencontrarlas en esta histórica celebración de nuestra lírica silvestre -les besó las manos el hombre de acento apaisanado a las amigas tan unidas por el talento como por la neurastenia.

-Su hija es un hada -le acarició el buclerío dorado Delmira a María del Mar. -Le aseguro que mi padre daría la vida por fotografiarla.

-Y además estudia el piano y ya se las arregla con el francés.

-¿Qué edad tenés, pimpollo? -se le dulcificó maternalmente la adustez angulosa a María Eugenia.

-Ayer cumplí nueve. Y mientras hacía la siesta del burro en el tren soñé que estaba en una mansión y aparecía la Virgen con el Niño para mostrárselo a Julio Herrera y Reissig, que tenía el corazón muy blanco.

Dodera intercambió un asombro relampagueante con las damiselas y sacó un poncho del morral para envolver a la criatura:

-Ya te advertí que con ese trajecito ibas a terminar resfriándote, gurisa.

-Fue una pesadilla rarísima -siguió contando la aspirante a equilibrista circense sin prestarle atención. -Porque al imperator de repente le rodaba una lágrima gorda y se ponía muy triste. Pero el Niño Jesús se reía. ¿No es insólito?

En ese momento anunciaron el comienzo del acto con la alocución del fundador de la Sociedad Criolla Doctor Elías Regules y la gente se fue apiñando alrededor de una tarima llena de ofrendas florales enviadas hasta de Buenos Aires.

-La verdad es que no entiendo de dónde va a sacar aire Julio para declamar si apenas puede mantenerse en pie -le comentó María Eugenia a Delmira, que seguía contemplando a la infanta inmaculada.
-Los albatros con corazones rotos no se caen de la cuerda ni en las tormentas -sonrió María del Mar, señalando el encrespamiento silbante del estuario.

Dios

-Nadie como Alcides de María -juntó aire igual que un nadador Julio Herrera y Reissig después de colocar temblorosamente la segunda página de su opúsculo en el fondo de un fajo muy arrugado- intensificó las notas del ambiente, penetró con más gallarda agilidad en la psique de la razón amazona, esculpió el relieve psicológico del aborigen caballeresco, animó los perfiles, los lineamientos, el plasma aventurero, y los claro-obscuros de su idiosincrasia tumultuosa, la periferia rural y la lealtad en el fondo de su espíritu inconsútil, vagamente idealista, y apasionado de la Libertad. Nadie como él moldeó el escorzo romántico de su bizarra hidalguía y de su empuje pelasgo, en el empuje rígido de su varona salud de Teseo y en el gesto primario de su aurora étnica, semejante al de aquellos bandidos hidalgos a quienes Schiller dio vida imperecedera en los bajo-relieves del Poema inaudito. Por eso vive, por eso vivirá, como una síntesis, como una personificación, como un emblema, como el mito áspero de una primavera bárbara y de un idilio ancestral, en el friso ecuménico de la Gloria.

-Pues nunca estuvo mejor elegido un orador para robustecer el arquetipo del gaucho que merece pervivir -le comentó en el oído Zorrilla de San Martín a Aratta mientras el gigante jorobado se chorreaba el chaleco vaciando media copa de agua.

-Y usted no se imagina lo que me costó convencer a la comisión ultracriollista de que no existía nadie con mayor élan que Julio para dignificar esta solemnidad con un broche de ágata -suspiró el director de El fogón.

Y durante la misma pausa Dodera fingió no escuchar los murmullos sibilinos de las poetisas:

-Es una pena que haya escrito una prosa tan prodigiosa para que los bosteros se aburran como capinchos.

-Pero él lo mismo hipnotiza a un sordomudo, Nena.

-Pelas pada los cedos.

Hasta que varias páginas después el orador hizo una última pausa y cuando vio a María del Mar picarescamente trepada a la tarima para ayudarlo a sostener la copa sonrió alzando los ojos hacia otra sorpresiva perforación solar y jadeó con una especie de ronquera de cuervo:

Ley suprema de solidaridad incontrastable, corolario armónico de sana filosofía, evangelio divino de altruismo y amor cristiano. Ley de correspondencia y de mutua eufonía, de espiritualización pitagórica y de gravitación molecular. Platón completado por Newton. El cerebro ratificado por el astro. El Evangelio y la Astronomía. El corazón y la ciencia. Los números y las lágrimas. Las matemáticas y los versos. El alma y la fuerza. La moral y la física. El amor y la inmortalidad. Y Dios en el centro de todo.

Al discurso ya le quedaban muy pocos párrafos y cuando Julio Herrera y Reissig jadeó su aliviadísimo He dicho el gentío lo ovacionó como a un torero herido.

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