HUGO
GIOVANETTI VIOLA
primera edición WEB / elMontevideano Laboratorio de
Artes / 2018
obra
de portada: Haugussto Brazlleim
EPISODIO 11: CIRCO
Equilibrista
María del Mar llegó
a tomar la clase de piano y encontró a Magdalena Tomillo atravesando el patio
con superpuestos pasitos de equilibrista y los brazos muy abiertos, mientras
Rita la espiaba desde el ventanal de la cocina taponeándose la risa.
-¿A qué estás
jugando, madrina? -recogió el ejemplar de Caras
y Caretas que la novia viuda
había estado releyendo cuando se enteró del escándalo de la misa dominical.
-A volar como las
acróbatas. Una vez padre me llevó a ver un circo que vino a Minas y me quedé
prendada de una muchacha que parecía flotar sobre la cuerda floja.
La mujer de uñas
siempre franjeadas de excremento se sentó junto al mate, la pava y el botellón
de cognac y agarró la revista para buscar el escandaloso reportaje que le hizo
Juan José Soiza Reilly a Julio Herrera y Reissig en 1906.
-Escuchá lo que
confiesa este genio uruguayo que vive en la altamar de una Torre que se
tambalea en la desgracia -arrastraba tan borrosa como fétidamente las palabras
Magdalena. -Yo no soy un vicioso. Cuando
tengo que escribir un poema en el que necesito volcar todo mi ser, toda mi
sangre, toda mi alma, fumo opio, bebo éter y me doy inyecciones de morfina.
Pero eso lo hago cuando tengo que trabajar. Nada más… Se ha formado en torno
mío una leyenda bárbara. No. Yo no soy un vicioso. No soy un fanático. Los
paraísos artificiales son para mí un oasis. Una fuente de inspiración… Y es
por eso que la arpía que raptó a mi sobrina odia a este albatros que nació con
el corazón roto.
Entonces la niña
saltó para imitar la flotación acrobática sobre el damero de las baldosas
asperjadas por jazmines del país y su madrina no pudo contener un eructo:
-Cerrá bien los
ojos para concentrarte, nena. Y nunca te olvides que los navegantes de raza se
marean menos en el mar que en la tierra. Eso se lo enseñó a Jonás Erik Jönson
una famosa equilibrista sueca que se suicidó junto con el amor de su vida para
no traicionarse.
-¿Y qué es
traicionarse?
-No atreverse a
morir defendiendo la verdad.
-¿Y cómo la
defendemos?
-Aprendiendo a
obedecer las órdenes que nos llegan desde allá arriba, aunque los chanchos nos
aplasten como a Don Quijote.
En ese momento
apareció la sirvienta de resplandor moka para advertirles que el piano se iba a
aburrir de esperarlas, y se llevó la pava y el porongo.
-Para llegar a
tener un corazón bien blanco hay que ordeñar mucha hormiga -empinó el botellón
la prometida de Justo Regusci. -Los arcoiris enamorados florecen nada más que
entre esa clase de corazones.
-Entonces la verdad
es el amor.
-Sí. Es la única
luz inmortal que existe en el universo.
-¿Aunque haya que
matarlo como hizo la equilibrista sueca?
-Los arcoíris no se mueren, corazón. Se esconden en las moradas que hay más allá del cielo.
Opio
-Aquí les traigo al hombre que puso el jazmín en la boca de Justo Regusci -anunció noveleramente Natalio Botana. -Y les adelanto que está muy poco dispuesto a someterse a las experiencias de penetración en el peri-sprit, aunque es un ferviente cultor de la obra del imperator.
-Lamento ser un
hombre con la fe devorada por la imbecilidad barbárica de nuestra toldería
-desplegó una reverencia con su gran sombrero Lucas Rosso. -Ahora lo único que
aspiro es a prepararme para volver a pintar a cielo abierto como hacíamos con
Sabino Regusci. Y lo único que me queda es este brazo zonzo y la certidumbre de
que la pureza quijotesca que tenía mi compinche era más fuerte que el diablo.
-Acabo de prensar
opio con hachís -sonrió Julio después que encendieron un candelabro de Adviento
y se sentaron alrededor de la mesa de tres patas. -¿Alguna vez fumó?
El aspirante a
pintor impresionista dudó un momento en aceptar el convite y después de la segunda
pitada se tuvo que engarfiar la cara con su mano de caballero del Greco para
proferir un larguísimo jadeo casi monocorde:
-Lucas te necesito para que me oigas hace un
mes se murieron los mellizos Teobaldo y Juan Natacha es la única que sabe que
de veras se volvieron de luz yo casi no sé nada cuanto más me conozco más
conozco que lo único que importa es que los demás viven y que debo ayudarlos a
vivir si pudiera mandar un Sabino con cada mujer que me compra verdura y un
Sabino con todas las muchachas que se tambalean y las parejas que se quiebran
un Sabino sentado en el techo de cada ropero y traerlos a este reino del Faro
que me encorva más que el dolor hermano te aseguro que pasa porque cuando me
inclino ilumina la cara de la gente todos saben que ya soy invencible pero a
veces cuando atravieso de madrugada la cortina y Magdalena tose tiemblo en el
pozo negro y entonces pienso otros podrán podrán otros podrán podrán y al
volver de la calle agarro la guitarra y hago cantar a Carolina y bailar a
Natacha y pinto escribo poemas lo único que me importa es ser hermoso pero para
los otros purísimo sagrado y cuando toco un alma me parece que escribo la
historia de Dios y en la hora más espantosa de la muerte me acurruco a lamer a
Carolina y rezo poco pero sueño mucho nunca lo busco a Dios pero lo encuentro.
Y mientras Julieta
les prensaba un brazo a su marido y a Botana con los ojos adiamantados Lucas se
fue dejando caer sobre la alfombra y recitó entre sacudones de elasticidad
epiléptica:
-La estación del paisaje delicado / que
concibiera Wolgfang Amadeo / lo verdaderamente verde y dado / más allá del
llover del mausoleo / glorioso rostro una muchacha veo / caminar sobre algún
hilo dorado / y en el brotar de su equilibrio leo / lo estival lo intimal lo
aparaisado / lo estelar lo total lo conmovible / si un campanazo de dolor
arranca / furiosamente al viento el sol visible / pianamente otra vez la paz se
estanca / y arderá una ternura en el poniente / como un himno a la luz
serenamente.
Y después que
empezó a roncar con regularidad la muchacha le puso un almohadón bajo el cráneo
lobuno y Julio y el merovingio se quedaron mirándolo extasiados.
Hedvig
A Jonás Erik Jönson
le faltaban pocos días para enclaustrarse durante todo el invierno en la Isla
de Lobos, y Dodera lo invitó a tertuliar especialmente interesado en que le
contara a la niña-ángel la historia de la acróbata que se había suicidado junto
con su amante en un bosque de Dinamarca.
-Ayer mi madrina me
enseñó a jugar a las equilibristas que se escapan del mundo caminando por
arriba del arcoiris -pegó un saltito María del Mar, sujetándose la diadema de
jazmines. -Dice padre que usted conoció a Elvira Madigan.
-Bueno, ese era el
nombre que usaba para trabajar en el circo -besó su cognac el hombre de barbaza
flamígera. -Pero se llamaba Hedvig Jensen y había nacido en Dinamarca, adonde
se fugó en secreto en 1889 con un teniente del ejército sueco: el conde Sixten
Sparre. A él no lo conocí.
-¿Y a ella?
-A ella la vi
actuar en Malmö cuando yo estaba casado con otra acróbata que se llamaba Liv
Palme. Eran amigas íntimas. Y recién después que murió supimos que Hedvig había
decidido ocultar su verdadero nombre porque la avergonzaba no sentirse digna de
la música de las esferas.
-Y por qué esa
obsesión -le acarició la melena Dodera a su hija.
-Es que ella tenía
tanta gracia de hipnosis que los fanáticos hasta se persignaban viéndola
iluminar la humareda del circo. Y yo confieso que a mí también me hizo llorar
de amor, como si aquella muchacha estuviera danzando el Andante del Concierto
21 para piano de Mozart. Pero parece que Hedvig no creía ni siquiera en sí
misma, y cuando conoció al teniente Sparre encontró una adoración que nadie le
había ofrecido jamás.
-¿Y por qué
tuvieron que suicidarse? -se le endureció acusadoramente la fascinación a María
del Mar.
-Era un amor
imposible. El conde desertor era casado y tenía hijos, y además ya estaba
siendo perseguido por traicionar a su patria. Pero estoy seguro de que ellos se
despidieron de este mundo con la paz de los que sienten que su alma ya es una
mariposa del reino.
-¿Y qué piensa del
abandono y la pobreza que está sufriendo nuestro admirado Herrera y Reissig?
-volvió a llenar las copas Dodera. -¿No piensa que los éxtasis de sus montañas
van desapareciendo entre las miasmas de la incomprensión?
-Lo que sé es que el imperator se ha decidido a morder definitivamente el cielo -hizo
fondo blanco Jonás Erik Jönson. -Y que los que sueñan con paralizarle la pluma
no saben lo que hacen.
-Mi madrina me dijo
que ese poeta nació con el corazón roto pero que nunca van a poder expulsarlo
de la vida -trinó la niña-ángel.
-Si ella lo dice
-ironizó Dodera.
-Y por algo lo dice
-mostró una dentadura color choclo el gigante. -Los que se proponen ser dignos
de la música de las esferas son más peligrosos que las bestias con hambre.
Ectoplasma
Lucas Rosso se
despertó a los diez minutos con una jaqueca que lo hacía hasta bizquear, pero
ni siquiera recordaba haber fumado opio.
-Creo que acabamos
de escucharte recitar la carta y el soneto que te mandó Sabino desde Buenos
Aires cuando se murieron los mellizos -se puso una conmovida mano en cl corazón
Botana. -Y yo volví a ver la silueta vaporosa que le mostró las llagas a Justo
mientras agonizaba en la carreta.
-El Sultán me explicó
que esa sustancia luminosa fue definida como ectoplasma por el fisiólogo Charles Richet en 1894 -se acodó sobre
la mesa para armar otro cigarrillo Julio. -Aunque yo no he podido verla ni
cuando Julieta reencarna el espíritu de Beethoven con una veracidad sublime.
En ese momento la
muchacha le estaba aplicando compresas frías en la nuca y en la frente al
autoapodado manco de Paso del Parque, que ladró contemplando con odio el
candelabro cuádruple:
-Ahora comprendo
por qué le llaman el opio de los pueblos a
la religión y todos estos enjuagues místicos.
-Merde alors, mon ami -retrucó el imperator. -Y le puedo asegurar que
usted recién habló poseído por la Sustancia
X o el Ectoplasma, porque su
espíritu le estaba dando paso a la mismísima voz de Sabino Regusci. Y no
parecía llegar del Hades sino representar al Divino Narciso de Sor Juana cuando
en la decimosegunda escena grita en la cruz: Nadie me quita la vida, sino que yo la entrego.
-Y me imagino que
el soneto que recitaste sobre la Inmaculada está inspirado en Carolina Tomillo
-le sacó la boquilla de las manos con avidez el merovingio a Julio.
-No. Está inspirado
en una legendaria equilibrista de la que hablaba siempre Jonás Erik Jönson: a
veces la llamaba Elvira y a veces Ingrid o Heidy, ya no me acuerdo bien. Y
cuando predicaba su evangelio mariano en la chacra de Punta Ballena donde se
conchabaron los náufragos del Santander mi compinche lo seguía tocando una
quena hecha con tacuara y después hacía piruetas sobre un cable traído del
buque que quedó hundido frente a la Isla de Lobos. Y el gigante lloraba.
-¿Oíste, viejo?
-saltó Julieta. -¿Te acordás que en la escena 16 aparece el reflejo de
Ella en la fuente y Narciso se redime?
¿Por qué no leés las estrofas de la Berceuse
blanca?
-Este es el comienzo
de un poema que acaso jamás termine porque para alabastrarlo se necesita una
pureza que sigo perdiendo a chorros en mi coito con la requin -advirtió Julio antes de leer un pliego donde culebreaban
más tachaduras que frases completas: -Adorad
a la Virgen en su amable santuario, / junto al lecho en que velan devociones
azules; / una forma imprecisa bate el sordo incensario, / y es el humo de
encajes, la cortina y los tules. / ¡Cómo va y viene el rítmico plenamar de su
seno! / Es la luna que ondea en un lago que expira. / Loreley tañe el alma y la
Muerte conspira / en el círculo de ópalo de ese abismo sereno.
Entonces Lucas
Rosso y Natalio Botana parecieron arrodillar la mirada en dirección a la
muchacha que se abrazó a sí misma con desolación de viuda.
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