domingo

JUAN DE MARSILIO especial para el elMontevideano

 

QUIERO INVITARTE A VER UNA PELÍCULA

“CLEMENTE, APRENDIZAJES DE UN MAESTRO” DE PABLO CASACUBERTA

Empiezo por decir que no soy crítico de cine. Sigo por aclarar que no quiero sólo invitarte a ver una película: quiero invitarte a que te hagas “hincha” de lo que vas a ver, a que tú también invites a verlo y a vivirlo, no sólo mientras los estés presenciando, sino sobre todo luego, en lo que reste de tu vida como ciudadano del país y del mundo, como bípedo pensante que por mucho que se anestesie no puede eludir la siguiente pregunta, que Don Clemente Estable consideraba definitoria del hombre: “¿Qué he de hacer de mi vida?”.

Primero, entrarle al autor y a su película con las pocas herramientas de que dispongo. Pablo Casacuberta (Montevideo, 1969) es escritor, artista visual, cineasta. En este documental conjuga una cinematografía impecable -tanto en lo funcional como en lo estético-, un montaje preciso, un sabio empleo de lo que tienen para decir de su personaje quienes lo conocieron o, sin haberlo tratado, pueden juzgar con acierto el valor de la obra científica y pedagógica del biografiado. Pocas veces he visto un documental tan sobrio, ameno y convincente a la vez. Y escribo lo de convincente porque es un sano ejemplo de arte militando a favor de una idea, sin panfleto, pero metiendo en el espectador una buena dosis de ganas de hacer algo para transformar la realidad. No sé si Casacuberta quería esto. Sea como fuere, es lo que logra, a estar por lo que he conversado con varios espectadores (y bastante calificados).

Ahora, al hombre, aunque sin separarnos de cómo lo muestra el cineasta. Clemente Estable (1894- 1976) nació en Estación Margat, Canelones, en 1894, hijo de inmigrantes italianos. En Margat aprendió a amar la naturaleza. Uno entre catorce hermanos, de los cuales cuatro ejercerían el magisterio, ingresa a los quince años en el Instituto Normal, del que egresa en 1914, destacándose pronto en su labor docente. En 1921 publicará “El reino de las vocaciones”, donde reseña su temprano pensamiento pedagógico. Al año siguiente irá becado a estudiar con el Premio Nobelñ de Medicina Dr. Santiago Ramón y Cajal.  

Se impone que haga una pausa para que nos propongamos una meta: debemos trabajar -todos, sin excepción y más allá de diferencias de partido- para volver a elevar el nivel y las oportunidades de nuestro magisterio y de nuestros docentes en general. Hubo un Uruguay que podía producir un hombre que con el solo título de Maestro Normal estaba a la altura de estudiar, aventajadamente, con un premio Nobel.

El documental muestra luego el amor y ahinco con los que Estable y sus colaboradores levantaron, con apoyo estatal, pero nunca el suficiente, el primer Instituto de Investigaciones Biológicas, en un predio a orillas del Miguelete que, por no estar canalizado aún, hacía que de vez en cuando todos, incluido el Sr. Director, tuvieran que sacarse los zapatos, arremangarse los pantalones y sacar el agua de la inundación, que amenazaba arruinar materiales e instrumentos. Así encontró a Estable un enviado de la Fundación Rockefeller que venía a entrevistarlo como referente de las ciencias biológicas en la región. De esa visita saldrían los fondos para erigir la actual sede del Instituto, sobre Avenida Italia.

Uno de los puntos fuertes -si no el que más- de esta película es el trasunto fiel del amor que Estable tuvo por el saber, la enseñanza y la ciencia. Y por gente: es maravilloso ver la emoción con la que lo recuerdan no sólo su hijo Clemente (“Rayo”) o su nieto Francisco (“Paquito”) sino también varios de los investigadores a los que dirigiera de jóvenes en el Instituto y hoy son figuras señeras en la investigación biológica uruguaya.

Escribo, como se nota, entusiasmado y emocionado. Te invito para que veas la película -por lo que sé, ha de exhibirse de nuevo en la Sala Nelly Goitiño los días jueves 5 a domingo 8 de julio a la hora 18:30, pero creo que si el público insistiera habrán de seguirla exhibiendo, al menos un poco más- pero más que eso te invito, y estoy seguro que este documental ha de invitarte mejor que yo, a reconstruir en esta patria ese amor al saber, a la enseñanza, al porvenir del hombre -que empieza siempre niño- realizando sus mejores vocaciones.

Vas a salir del cine, estoy seguro, con alguna nostalgia más de la que tengas al entrar. Pero saldrás, también, con muchas ganas de construir futuro.

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