sábado

IRMA HOESLI - MOZART: LAS CARTAS DE UN GENIO DE LA MÚSICA (12)


DRAMÁTICA (2)

Más parco y conciso es Mozart al descubrir una escena con el arzobispo de Salzburgo:

…cuando entré empezó de esta manera: Arzo: ¿Cuándo se va el mozo? Yo: Yo hubiera querido irme esta noche, pero ya no había lugar. Después siguió de un tirón: Que yo soy el más chapucero de los muchachos que conoce, -nadie le sirve tan mal como lo hago yo-que me aconseja marcharme hoy mismo, pues de lo contrario ha de escribir a casa para decir que el sueldo no se hará efectivo. -No se podía tomar la palabra porque seguía hablando como un fuego-. Yo lo escuchaba todo con serenidad. Él me mintió en la cara que mi sueldo era de 500 fl., me llamó golfo, pillastre, sinvergüenza. Oh no, no quisiera escribirle todo. En vista de que se me estaba calentando la sangre dije finalmente: ¿Entonces Su Señoría Ilustrísima no está conforme conmigo? -qué, ¡quiere amenazarme, sinvergüenza, so sinvergüenza! -allí está la puerta, mírela, no quiero saber más nada con un mocoso tan miserable. Finalmente dije: y yo con usted tampoco. Entonces váyase -y yo yéndome- esto ha de quedar así. Mañana lo tendrá por escrito.

Las indicaciones de “Arzo” y “yo” se presentan como indicaciones de los personajes de un drama. Todas las denominaciones indebidas que el arzobispo echa en cara a Mozart son compendiadas económicamente por este en locución indirecta, para concentrarse en las palabras definitivas. Apenas Mozart ha formulado una pregunta directa y ya el arzobispo lo interrumpe con gritos furiosos sin que el autor anuncie su intervención. “Allí está la puerta” nos sugiere un enérgico movimiento de mano y el “mírela”, nos parece, obliga a Mozart a dirigirse hacia la salida. El balbuceo del obispo sorprendido por la actitud del servidor se quiebra frente a la serenidad de este, que se expresa en “finalmente dije”, mientras que la réplica del obispo “entonces váyase” sigue sin indicación de quién habla, La excitación del señor y la propia tranquilidad queda caracterizada sin grandes alardes. Lo que sigue, “y yo, yéndome”, subraya la emancipación del servidor, ya que no es propio de un servidor devoto finalizar su parlamento caminando. También esta escena está descripta con claridad gráfica por más escasos que parezcan los medios ilustrativos. El ritmo, ora apremiante ora reservado, responde a la situación psicológica, es decir, a la total falta de dominio del obispo y al relativo dominio de Mozart.

El músico no solamente expone con objetividad discusiones polémicas que de por sí ya son dramáticas, he aquí también una solicitud al elector de Baviera que tiene la misma construcción escénica:

…cuando el elector se me acercó yo le dije: Permítame Vuestra Alteza Serenísima que me ponga muy humildemente a vuestros pies y ofrezca mis servicios. Sí, ¿definitivamente alejado de Salzburgo? Definitivamente, Alteza Serenísima. ¿Pero por qué habéis dado algún escándalo? Dios me libre, Alteza Serenísima, yo sólo le pedí hacer un viaje y él * me lo negó, por lo tanto me vi obligado a dar este paso, si bien hace ya tiempo que tenía pensado irme. Y después, Salzburgo no es sitio para mí. Sí, seguramente. Por Dios, ¡un hombre tan joven!, ¿pero el padre está aun en Salzburgo? Sí, Alteza Serenísima, él humildemente os envía, etc. Ya he estado 3 veces en Italia, he escrito 3 óperas, con miembros de la Academia de Bolonia he aprobado un examen, en el que muchos maestri trabajaron y sudaron 4 o 5 horas, yo lo terminé en una hora. Esto ha de servir de prueba de que soy capaz de servir en cualquier corte. Pero mi único deseo es servir a Vuestra Alteza Serenísima, quien personalmente es… sí, querido niño, pero no hay una vacante… Yo le aseguro a Vuestra Alteza Serenísima, yo pondría Munich a vuestras plantas. Todo eso no sirve de nada, no hay vacante. Esto lo dijo mientras se marchaba. Entonces yo me despedí con mi más alta consideración. (2)

La condescendencia del noble se muestra en flores retóricas y en la incuria de su lenguaje en dialecto. La amabilidad solícita de Mozart se refleja en cumplidos convencionales y en la enumeración prolija de sus cualidades, la que el elector interrumpe repentinamente con la petulancia del poderoso y que el autor acentúa con lo de “Esto lo dijo mientras se marchaba”. Mozart se da por enterado despidiéndose con extraordinarias muestras de cortesía: “Entonces me despedí con mi más alta consideración”. La relación de Mozart no sólo brinda el contenido del diálogo sino que pinta, al mismo tiempo, por medio de gestos sugeridos y expresiones idiomáticas, la relación entre el señor y el servidor. También aquí se explica mediante la descripción el carácter especial de la situación.

Más claro aun es el siguiente párrafo porque en él se advierte cómo el mismo Mozart informa, por medio de la repetición de las conversaciones, de algunas particularidades características:

…un determinado clérigo, de nombre Schrcier. Es un buen organista, pero no cimbalista. Siempre me miraba con los anteojos. Es un hombre muy seco, que no habla mucho. Sin embargo me palmeó en el hombro, suspiró y dijo: Sí, usted es -me comprende- sí, es cierto, todo un hombre. (3)

Notas

(1) A su padre, Viena, 9-V-1781, II, 86-87.
(2) A su padre, Mnich, 29-IV-1777, I, 222.
* Habla del arzobispo del Salzburgo. (N. del T.)
(3) A su padre, Munich, II-X-1777, I, 239.

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