DRAMÁTICA (2)
Más parco y conciso es
Mozart al descubrir una escena con el arzobispo de Salzburgo:
…cuando
entré empezó de esta manera: Arzo: ¿Cuándo se va el mozo? Yo: Yo hubiera
querido irme esta noche, pero ya no había lugar. Después siguió de un tirón:
Que yo soy el más chapucero de los muchachos que conoce, -nadie le sirve tan
mal como lo hago yo-que me aconseja marcharme hoy mismo, pues de lo contrario
ha de escribir a casa para decir que el sueldo no se hará efectivo. -No se
podía tomar la palabra porque seguía hablando como un fuego-. Yo lo escuchaba
todo con serenidad. Él me mintió en la cara que mi sueldo era de 500 fl., me
llamó golfo, pillastre, sinvergüenza. Oh no, no quisiera escribirle todo. En
vista de que se me estaba calentando la sangre dije finalmente: ¿Entonces Su
Señoría Ilustrísima no está conforme conmigo? -qué, ¡quiere amenazarme,
sinvergüenza, so sinvergüenza! -allí está la puerta, mírela, no quiero saber
más nada con un mocoso tan miserable. Finalmente dije: y yo con usted tampoco.
Entonces váyase -y yo yéndome- esto ha de quedar así. Mañana lo tendrá por
escrito.
Las indicaciones de “Arzo”
y “yo” se presentan como indicaciones de los personajes de un drama. Todas las
denominaciones indebidas que el arzobispo echa en cara a Mozart son compendiadas
económicamente por este en locución indirecta, para concentrarse en las
palabras definitivas. Apenas Mozart ha formulado una pregunta directa y ya el
arzobispo lo interrumpe con gritos furiosos sin que el autor anuncie su
intervención. “Allí está la puerta” nos sugiere un enérgico movimiento de mano
y el “mírela”, nos parece, obliga a Mozart
a dirigirse hacia la salida. El balbuceo del obispo sorprendido por la actitud
del servidor se quiebra frente a la serenidad de este, que se expresa en “finalmente
dije”, mientras que la réplica del obispo “entonces váyase” sigue sin
indicación de quién habla, La excitación del señor y la propia tranquilidad
queda caracterizada sin grandes alardes. Lo que sigue, “y yo, yéndome”, subraya
la emancipación del servidor, ya que no es propio de un servidor devoto
finalizar su parlamento caminando. También esta escena está descripta con
claridad gráfica por más escasos que parezcan los medios ilustrativos. El
ritmo, ora apremiante ora reservado, responde a la situación psicológica, es
decir, a la total falta de dominio del obispo y al relativo dominio de Mozart.
El músico no solamente
expone con objetividad discusiones polémicas que de por sí ya son dramáticas,
he aquí también una solicitud al elector de Baviera que tiene la misma
construcción escénica:
…cuando
el elector se me acercó yo le dije: Permítame Vuestra Alteza Serenísima que me
ponga muy humildemente a vuestros pies y ofrezca mis servicios. Sí,
¿definitivamente alejado de Salzburgo? Definitivamente, Alteza Serenísima.
¿Pero por qué habéis dado algún escándalo? Dios me libre, Alteza Serenísima, yo
sólo le pedí hacer un viaje y él * me lo negó, por lo tanto me vi obligado a
dar este paso, si bien hace ya tiempo que tenía pensado irme. Y después,
Salzburgo no es sitio para mí. Sí, seguramente. Por Dios, ¡un hombre tan
joven!, ¿pero el padre está aun en Salzburgo? Sí, Alteza Serenísima, él
humildemente os envía, etc. Ya he estado 3 veces en Italia, he escrito 3 óperas,
con miembros de la Academia de Bolonia he aprobado un examen, en el que muchos
maestri trabajaron y sudaron 4 o 5 horas, yo lo terminé en una hora. Esto ha de
servir de prueba de que soy capaz de servir en cualquier corte. Pero mi único
deseo es servir a Vuestra Alteza Serenísima, quien personalmente es… sí,
querido niño, pero no hay una vacante… Yo le aseguro a Vuestra Alteza
Serenísima, yo pondría Munich a vuestras plantas. Todo eso no sirve de nada, no
hay vacante. Esto lo dijo mientras se marchaba. Entonces yo me despedí con mi
más alta consideración. (2)
La condescendencia del
noble se muestra en flores retóricas y en la incuria de su lenguaje en
dialecto. La amabilidad solícita de Mozart se refleja en cumplidos
convencionales y en la enumeración prolija de sus cualidades, la que el elector
interrumpe repentinamente con la petulancia del poderoso y que el autor acentúa
con lo de “Esto lo dijo mientras se marchaba”. Mozart se da por enterado
despidiéndose con extraordinarias muestras de cortesía: “Entonces me despedí
con mi más alta consideración”. La relación de Mozart no sólo brinda el
contenido del diálogo sino que pinta, al mismo tiempo, por medio de gestos
sugeridos y expresiones idiomáticas, la relación entre el señor y el servidor.
También aquí se explica mediante la descripción el carácter especial de la situación.
Más claro aun es el
siguiente párrafo porque en él se advierte cómo el mismo Mozart informa, por
medio de la repetición de las conversaciones, de algunas particularidades
características:
…un
determinado clérigo, de nombre Schrcier. Es un buen organista, pero no
cimbalista. Siempre me miraba con los anteojos. Es un hombre muy seco, que no
habla mucho. Sin embargo me palmeó en el hombro, suspiró y dijo: Sí, usted es
-me comprende- sí, es cierto, todo un hombre. (3)
Notas
(1) A su padre, Viena,
9-V-1781, II, 86-87.
(2) A su padre, Mnich,
29-IV-1777, I, 222.
* Habla del arzobispo del
Salzburgo. (N. del T.)
(3) A su padre, Munich,
II-X-1777, I, 239.
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