domingo

EL TEATRO Y SU DOBLE (47) - ANTONIN ARTAUD


NO MÁS OBRAS MAESTRAS (5)

Propongo devolver al teatro esa idea elemental mágica, retomada por el psicoanálisis moderno, que consiste en curar a un enfermo haciéndolo adoptar la actitud exterior aparente del estado que se quiere resucitar.

Propongo renunciar a ese empirismo de imágenes que el inconsciente proporciona casualmente, y que distribuimos también casualmente, llamándolas imágenes poéticas, y herméticas por lo tanto, como si la especie de trance que provoca la poesía no resonara en la sensibilidad entera, en todos los nervios, y como si la poesía fuese una fuerza vaga de movimientos invariables.

Propongo recobrar por medio del teatro el conocimiento físico de las imágenes y los medios de inducir al trance, como la medicina china que sabe qué puntos debe punzar en el cuerpo humano para regular las más sutiles funciones.

Quien haya olvidado el poder de comunicación y el mimetismo mágico de un gesto puede instruirse otra vez en el teatro, pues un gesto lleva su fuerza consigo, y porque hay además seres humanos en el teatro para manifestar la fuerza de un gesto.

Hacer arte es quitarle al gesto su poder de resonancia en el organismo; resonancia que (si el gesto se hace en las condiciones y con la fuerza requeridas) incita al organismo, y por medio de él a la individualidad entera a adoptar actitudes en armonía con ese gesto.

El teatro es el único lugar del mundo y el último medio general que tenemos aun de afectar directamente al organismo, y, en los períodos de neurosis y de sensualidad negativa como la que hoy nos inunda, de atacar esta sensualidad con medios físicos irresistibles.

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