4 / EL OMBLIGO DEL MUNDO (2)
Para las culturas que
todavía se nutren de la mitología, el paisaje, como cada una de las fases de la
existencia humana, toma vida por medio de las sugerencias simbólicas. Las
colinas y los bosques tienen protectores sobrenaturales y están asociados con
episodios populares bien conocidos en la historia local de la creación del
mundo. En diversos lugares constituyen santuarios. El lugar en que ha nacido un
héroe, donde ha realizado sus hazañas o donde ha regresado al vacío, es
señalado y santificado. Allí se le erige un templo, con el cual significa e
inspira el milagro de la centralidad perfecta; porque este es el lugar donde se
inicia la abundancia. Porque alguien en este lugar descubrió la eternidad. Por
lo tanto, ese sitio puede servir como sostén para una meditación fructífera.
Ese tipo de templo se construye, por lo general, simulando las cuatro
direcciones del horizonte del mundo y el santuario o altar en el centro es el
símbolo de Punto Inagotable. Aquel que entra al conjunto del templo y se acerca
al santuario, está imitando la proeza del héroe original. Su finalidad es
reproducir el modelo universal para evocar dentro de sí mismo el recuerdo de la
forma que es el centro y renovación de la vida.
Las ciudades antiguas
están construidas como templos, con portales en las cuatro direcciones,
mientras que en el centro está el santuario principal del divino fundador de la
ciudad. Los ciudadanos viven y trabajan dentro de los confines de este símbolo.
Con el mismo espíritu los dominios de las religiones nacionales y mundiales
están centrados alrededor del eje de alguna ciudad madre: el reino cristiano de
Occidente alrededor de Roma, el del Islam alrededor de la Meca. Las reverencias
que hace tres veces al día la comunidad de Mahoma están dirigidas como los
rayos de una rueda del tamaño del mundo al centro de la Kaaba y así se
construye un gran símbolo viviente de la “sumisión” (islam) de todos y de cada uno a la voluntad de Alá. “Ciertamente
Tú -leemos en el Corán-, Tú eres el sabedor de los secretos.” (53) Hay otra
posibilidad: un gran templo puede ser establecido en cualquier parte. Porque en
última instancia el Todo está en todas partes y cualquier lugar puede
convertirse en asiento del poder. Cualquier brizna de hierba puede asumir en el
mito la figura del salvador y conducir al vagabundo al sancta, sanctorum de su propio corazón.
Notas
(53) Corán, V, 108 (el
Corán se cita según la traducción de R. Cansinos Assens; Aguilar, Madrid,
1954).
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