4 / EL OMBLIGO DEL MUNDO (1)
El efecto de la aventura
del héroe cuando ha triunfado es desencadenar y liberar de nuevo el fluir de la
vida en el cuerpo del mundo. El milagro de esta fluencia puede representarse en
términos físicos como la circulación de la sustancia alimenticia, en términos
dinámicos como una corriente de energía, y espiritualmente como una
manifestación de la gracia. Tales variedades en la imagen se alternan fácilmente
y representan tres grados de concentración de la única fuerza vital. Una
cosecha abundante es el signo de la gracia de Dios; la gracia de Dios es el
alimento del alma; la luz del relámpago es el presagio de la lluvia
fertilizante y al mismo tiempo la manifestación de la energía de Dios puesta en
movimiento. Gracia, sustancia alimenticia, energía, son derramadas sobre el
mundo vivo, y adonde no caen, la vida se descompone en muerte.
El torrente surge de una
fuente invisible y su punto de entrada es el centro del círculo simbólico del
universo, el Punto Inmóvil de la leyenda del Buddha, (46) alrededor del cual
puede decirse que el mundo gira. Bajo este punto se halla la cabeza de la
serpiente cósmica que sostiene la Tierra, el dragón, símbolo de las aguas del
abismo que son la divina energía creadora de la vida y sustancia del demiurgo;
el aspecto generador del mundo del ser inmortal. (47) El árbol de la vida, por
ejemplo, el universo mismo, crece en este punto. Está enraizado en la oscuridad
que lo sostiene, el dorado pájaro del sol en su copa, un arroyo, la fuente
inagotable bulle a sus pies. La figura puede ser también la de una montaña
cósmica, con la ciudad de los dioses, como un loto de luz, sobre su cumbre; y
en su base, las ciudades de los demonios, iluminadas por piedras preciosas. O
bien la figura puede ser la del hombre o la mujer cósmicos, (por ejemplo el
Buddha mismo o la diosa danzarina hindú Kali) sentados o de pie en este punto,
o clavados en el árbol (Attis, Jesús y Wotan), porque el héroe como encarnación
de Dios es el ombligo del mundo, el centro umbilical a través del cual las
energías de la eternidad irrumpen en el tiempo. De este modo el ombligo del
mundo es el símbolo de la creación continua; el misterio del mantenimiento del
mundo por medio del continuo milagro de la vivificación que corre dentro de
todas las cosas.
Entre los pawnees del
norte de Kansas y del sur de Nebraska, durante el ceremonial de Hako, el
sacerdote dibuja un círculo con la punta del pie. “El círculo representa un
nido -se ha informado que dice el sacerdote-, y se dibuja con la punta del pie
porque el águila construye su nido con garras. Aunque estamos imitando al
pájaro que hace su nido, hay otro significado de esta acción; pensamos en
Tirawa haciendo el mundo para que la gente viva en él. Si vais a una colina
alta y miráis alrededor, veréis que el cielo toca la tierra por todas partes y
dentro de esta envoltura circular vive la gente. De manera que los círculos que
hemos hecho no son sólo nidos, sino que también representan el círculo que
Tirawa ha hecho para señalar el lugar en que viven los pueblos. Los círculos
son también para el grupo emparentado, para el clan y para la tribu.” (48)
El reino de los cielos
descansa en las cuatro esquinas de la Tierra, algunas veces sostenida por
cuatro cariátides que pueden ser reyes, enanos, gigantes, elefantes o tortugas.
De aquí la tradicional importancia del problema matemático de la cuadratura del
círculo; contiene el secreto de la transformación de las formas celestes en las
terrenas. El hogar en la casa, el altar en el templo, es el centro de la rueda
de la Tierra, el vientre de la Madre Universal, cuyo fuego es el fuego de la
vida. La abertura en el techo de la casa, o la corona, el pináculo o la
linterna de la cúpula, es el centro o punto medio del cielo, es la puerta del
sol, a través de la cual las almas regresan del tiempo a la eternidad, como el
olor de las ofrendas quemadas en el fuego de la vida, y elevadas en los ejes
del humo ascendente del centro de la Tierra al centro de la rueda celestial.
(49)
Una vez lleno de esa
manera, el sol es el recipiente donde come Dios, el cáliz inagotable, colmado
de la sustancia del sacrificio, cuya carne es alimento y cuya sangre es bebida.
(50) Al mismo tiempo es el que nutre a la especie humana. El rayo solar que
enciende el fuego simboliza la comunicación de la divina energía al vientre del
mundo y es de nuevo el eje que une y hace girar las dos ruedas. A través de la
puerta del sol la circulación de la energía es continua. Dios desciende y el
hombre asciende por ella. “Yo soy la puerta, el que por mí entrare se salvará,
y entrará y saldrá y hallará pasto.” (51) “El que come mi carne y bebe mi
sangre está en mí y yo en él.” (52)
Notas
(46) Supra, p. 36.
(47) Esta es la serpiente
que protegió al Buddha la quinta semana después de la Iluminación. Ver supra, p. 38.
(48) Alice C. Fletcher, Tha Hako: A Pawnee Cereminy (Twenty Second Annual Report, Bureau of
American Ethnology, parte 2; Washington, 1904), pp, 243-244. “En
la creación del mundo -le dijo un alto sacerdote pawnee a la señorita Fletcher
al explicar las divinidades adoradas en dicha ceremonia- se decidió que hubiera
fuerzas menores. Tirawa-atius, la fuerza poderosa, no podía acercarse al
hombre, no podía ser visto ni sentido por él, y por lo tanto se permitió la
existencia de poderes menores. Su objeto era mediar entre el hombre y Tirawa.”
(Ibid., p. 27)
(49) Véase Ananda K. Coomaraswamy, “Symbolism of tfae
Dome”, The Indian Historical Quarterly,
vol. XIV, Nº 1 (marzo de 1938).
(50) Juan, 6:55.
(51) Ibid.,
10:9.
(52) Ibid., 6:56.
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