sábado

POESÍAS - CONDE DE LAUTRÉAMONT (5)



Reemplazo la melancolía por el valor, la duda por la certidumbre, la desesperación por la esperanza, la perversidad por el bien, las quejas por el deber, el escepticismo por la fe, los sofismas por la frialdad de la calma, y el orgullo por la modestia.

I (5)

La feroz rebelión de los Troppmann (8), de los Napoleón I, de los Papavoine (9), de los Byron, de los Victor Noir (10) y de las Charlotte Corday será mantenida distancia de mi severa mirada. Aparto con un ademán a esos grandes criminales, con méritos tan diversos. ¿A quién creen engañar aquí?, pregunto con una lentitud que se interpone. ¡Oh caballitos de presidio! ¡Pompas de jabón! ¡Fantoches de tripa! ¡Cordones usados! Que se acerquen los Conrado (11), los Manfredo, los Lara, los marinos parecidos al Corsario (12), los Mefistófeles, los Werther, los Don Juan, los Fausto, los Yago, los Rodin (13), los Calígula, los Caín, los Iridions (14), las arpías al modo de Colomba (15), los Ahrimán (16), los manitúes maniqueos embadurnados de sesos, que cobijan la sangre de sus víctimas en las pagodas sagradas del Indostán, la serpiente, el sapo y el cocodrilo, divinidades del antiguo Egipto consideradas anómalas, los brujos y las potencias demoníacas de la Edad Media, los Prometeos, los Titanes de la mitología fulminados por Júpiter, los Dioses Malignos vomitados por la imaginación primitiva de los pueblos bárbaros, toda la estruendosa cáfila de diablos de cartón. Con la certidumbre de vencerlos empuño el látigo de la indignación y de la concentración que sopesa, para esperar a esos monstruos a pie firme como su previsto domador.

Hay escritores degradados, bufones peligrosos, histriones de a céntimo, sombríos mistificadores, verdaderos alienados que merecerían poblar Bicêtre (17). Sus cabezas cretinoides, de las que se ha quitado una teja, crean fantasmas gigantescos que en lugar de ascender descienden. Ejercicio escabroso: gimnasia especiosa. Hecho está, pues, el frotesco escamoteo. Por favor, alejaos de mi presencia fabricantes al por mayor de acertijos prohibidos en los cuales yo no advertía antes a primera vista, como lo advierto hoy, la coyuntura de la solución frívola. Caso patológico de un egoísmo formidable. Autómatas fantásticos: señalaos con el dedo uno a otro, hijos míos el epíteto que les ponga en su lugar.

Si existiesen, con una realidad formal, en alguna parte, serían, a pesar de su reconocida pero tramposa inteligencia, el oprobio, la hiel de los planetas que habitaran, la vergüenza. Imagináoslos, por un instante, reunidos en sociedad con sustancias que se les parecieran. Habría una sucesión ininterrumpida de combates que no hubieran soñados los bull-dogs, prohibidos en Francia, los tiburones y los cachalotes macrocéfalos. Habría torrentes de sangre en esas regiones caóticas llenas de hidras y de minotauros, de donde la paloma, espantada para siempre, huye de un vuelo. Habría un amontonamiento de bestias apocalípticas que no ignoran lo que hacen. Habría choques de pasiones, de resentimientos y de ambiciones, a través de los alaridos de un orgullo que no se deja leer, que se contiene, y cuyos escollos y bajos fondos nadie puede, ni siquiera aproximadamente, sondear.

Pero ya no me engañarán. Sufrir es una debilidad cuando uno puede impedirlo y hacer algo mejor. Expresar los sufrimientos con un esplendor no equilibrado, significa demostrar, ¡oh moribundos de las marismas perversas!, todavía menos resistencia y valor. Con mi voz y mi solemnidad de las grandes ocasiones, te vuelvo a llamar a mi morada, gloriosa esperanza. Ven a sentarte a mi lado, envuelta en el manto de las ilusiones, sobre el trípode razonable de los apaciguamientos. Como un mueble de desecho, te arrojé de mi morada con un látigo de cuerdas de escorpiones. Si anhelas que esté persuadido de que has olvidado, al volver a mi casa, las penas que, bajo el indicio de los arrepentimientos, le ocasioné anteriormente, ¡vive Dios!, trae contigo, cortejo sublime -¡sostenedme que me desmayo!-, las virtudes ofendidas y sus imperecederos correctivos.

Notas

(8) Troppmann, protagonista de un famoso juicio criminal en Francia en la época de Leutréamont, por haber exterminado una familia completa: el matrimonio Kinck y sus seis hijos. Fue ejecutado en 1870. (N. del T.)
(9) Louis-Auguste Papavoine: asesino célebre ejecutado en París en 1825. En un paseo de esa ciudad, mató por impulso o por diversión a dos niños que no conocía, ante los ojos de la madre. (N. del T.)
(10) Victor Noir: periodista parisiense que protagonizó un caso famoso en su tiempo: al presentarse al príncipe Pierre Bonaparte como padrino en un lance de honor, fue asesinado alevosamente por este de un tiro el 10 de enero de 1870. Esta última fecha permite asegurar que el texto de “Poesías”, al comienzo del cual se menciona a Victor Noir, fue redactado entre esa fecha y el 12 de marzo de 1870, data de la última carta al banquero Darasse, en la que Ducasse anuncia que esos textos se encuentran en impresión en manos de Lemerre. (N. del T.)
(11) Conrado: héroe de la obra Konrad Wallenrod del gran poeta polaco Mickiewicz. Conrado es un lituano que para vengarse de la opresión que ejerce sobre su país la orden de los Caballeros Teutónicos, entra a formar parte de ella, logra el grado máximo de Gran Maestre y desde ese cargo consigue provocar la destrucción de la orden. (N. del T.)
(12) ”Manfredo”, “Lara”, “El Corsario”, personajes de poemas homónimos de Byron. (N. del T.)
(13) Rodin: personaje principal de “El judío errante” de E. Sue, que personifica a la Compañía de Jesús. (N. del T.)
(14) Iridion; personaje del drama homónimo del escritor polaco Zygmunt Krasinski (1812-1859). Personifica la rebelión del espíritu libre contra la fuerza y el despotismo. (N. del T.)
(15) Colomba: personaje de una novela homónima, de tema corso, de Merimée. (N. del T.)
(16) Principio del mal en la religión de Zoroastro. (N. del T.)
(17) Población cercana a París famosa por su hospicio. (N. del T.)

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