FOLLETÍN SABATINO
HUGO
GIOVANETTI VIOLA
primera edición WEB / elMontevideano Laboratorio de
Artes / 2018
obra
de portada: Haugussto Brazlleim
EPISODIO 5: ESPÍRITUS
Misión
Jonás Erik Jönson
pegó un aldabonazo en el caserón rosado que enfrentaba al de los Tomillo y fue
atendido por María del Mar Dodera, que era la hija menor del maestro más
importante de San Fernando.
-Adelante, señor
-lo saludó agitando el pelo muy rubio la infanta siempre coronada por sus
diademas. -Padre lo está esperando.
Y cuando el sueco
entró al gabinete del docente vareliano empezó a escucharse un preludio que
parecía manar de la enredadera estrellada de la pérgola.
-¿La pianista es su
hijita? -se asombró el farero.
-Toca desde que
tiene cuatro años -destapó un botellón de cognac Dodera. -Y su profesora es
nuestra vecina, Magdalena Tomillo. Pero también escribe y lee poesía con una
fabulosa precocidad. Recién tiene ocho años.
-Y lo que está
tocando es música muy moderna.
-Es de un
compositor belga que se llama César Franck. Zorrilla de San Martín le manda
partituras recién llegadas de Europa a Magdalena.
-Bueno -extendió un
cartapacio el gigante de pelambre incendiada como la de Van Gogh. -Aquí está el
poema de Herrera y Reissig que el Inspector Camacho me pidió que escogiera.
Tiene una paz muy blanca.
-Pues es una
excelente elección -besó por segunda vez su copa Dodera mientras releía el
recorte de El Diario Español. -No
conocía el soneto La velada.
-Forma parte de una
serie que publicó al llegar de Buenos Aires. Esperemos que esta joya pueda
seguir extasiando un poco a su
vecina. Y debo confesarle que ayer pensé que la misión asumida por Lucas Rosso
era de una obsequiosidad quimérica. Pero para la Providencia no existen
imposibles.
-Si usted lo dice.
Entonces el
adorador de la Virgen del Carmen pestañeó varias veces tratando de aplastar una
implosión de odio, y hasta tuvo que terminar haciendo un fondo blanco ruidoso
para recuperar la mansedumbre:
-¿Así que la novia viuda recuerda haber soñado que ella estaba
contemplando la luna agarrada a la reja y que su alma vino a caballo a lamerle
el dolor?
-Eso le contó a
María. Y cuando se lo hice saber a Camacho él enseguida coligió que Magdalena
debió haber escuchado Color de sueño en
un estado de total ebriedad y que hoy piensa que la recitación del soneto
obsequiado por el caballero andante fue solamente una pesadilla.
-Shhhh -torció las
crenchas hacia el resplandor del patio Jonás Erik Jönson. -¿Se dio cuenta de
que en la obra de ese compositor belga apareció un Coral intercalado entre un
Preludio y una Fuga?
-¿Y eso qué significa? Mi formación
musical es demasiado básica.
-Eso significa que
María nos acaba de ungir con una renovación
tan sublime como la mismísima poesía que le está mineralizando el imperator a este país de cartón piedra.
Y ahora el sueco se
sirvió una gran medida de licor sin pedir permiso y Dodera sonrió.
Cognac
-Los contertulios
de la Torre de los Panoramas que Julio consideraba como de primer rango
recibíamos el nombre de eufonistas -le
explicó César Miranda a Zum Felde en el mismo rincón del Polo Bamba donde dos
años atrás se reunía el séquito de admiradores del Bastardo. -El término es una
derivación etimológica de los acusmáticos
adeptos a Pitágoras que oían espiritualmente
los preceptos del maestro de Crotona y en esta vía lo seguían con una
fidelidad religiosa. Y la actitud opuesta la practicaban los matemáticos, que discutían las
enseñanzas tratando de sacar conclusiones científicas
para su aplicación práctica.
-Pues es la primera
vez que me entero de esa escisión -se entusiasmó el dandy juvenil que todavía
no había podido superar el impacto que le provocaron las dos espinelas de la Tertulia lunática puestas a prueba la
noche anterior por el gigante-niño de ferocidad cetácea.
-¿Pedimos otro
café? -le devolvió el saludo con un brazo el hombre-muchacho a José Enrique
Rodó, que acababa de inclinarse entresacándose la galera al pasar por el
Boulevard.
-¿Y de Rodó que
piensa, mi estimado Pablo de Grecia? -utilizó el nom de plume de César Miranda el autor de Lulú Margat, sin poder disimular la ironía.
-Pienso que es un
extraordinario pensador y escritor que se merece la resonancia continental
alcanzada por su Ariel, aunque
lamentablemente no comprende que le está vedado el don de acceder a la magia de
la hipnosis poiética.
-¿Y será que
tampoco comprende a Julio o que sus desplantes demuestran unos celos
disfrazados de antidecadentismo?
El compinche
inseparable y futuro albacea del imperator
esperó a que les recambiaran los pocillos para murmurar:
-Merde alors. Usted debe haber seguido
muy bien la polémica que hice estallar en abril, denunciando que ya es tiempo
de que cese la indiferencia criminal hacia
los divinos esforzados del verbo.
-Por supuesto. Y
además nuestro excelso arielista gestionó
la pensión que le fue concedida a Florencio Sánchez, lo que demuestra que es
buen catador de las obras que alcanzan el abrazo
pitagórico. ¿Notó cómo se balanceaba?
-¿Quién?
-Rodó. Y son las
seis de la tarde. ¿O también estamos obligados a seguir barriendo para adentro el secreto a voces de que nuestro pontífice
apolíneo se zampa dos o tres tazas de cognac disfrazado de té en las meriendas
confitadas?
-No se ponga
demasiado anarquista, Monsieur Del
Hebrón -usó su rancho de paja para abanicarse Miranda. -Odio esas habladurías.
-Pero bien que
aprendió a tirar bombas de olor en la prensa tontovideana. Y le aseguro que el
pobre Roberto debe haber disfrutado muchísimo de ese fuego cruzado en su averno
selvático, en el caso de que le esté llegando la prensa de la toldería.
-Dijo bien, Del
Hebrón: nuestro pobre Roberto.
Fareros
-La velada -leyó con ademanes de actriz
María del Mar cuando la llamaron al escritorio: -La cena ha terminado: legumbres, pan moreno / uvas aún lujosas de
virginal rocío… / Rezaron ya. La Luna nieva un candor sereno / y el lago se
recoge con lácteo escalofrío. / El anciano ha concluido un episodio ameno / y
el grupo desanúdase con un placer cabrío… / Entre tanto, allá afuera, en un
silencio bueno, / los campos demacrados encanecen de frío. / Lux canta. Lidé
corre. Palemón anda en zancos. / Todos ríen… La abuela demándales sosiego. /
“Anfión”, el perro inclina, junto al anciano ciego, / ojos de lazarillo,
familiares y francos… / Y al son de las castañas que saltan en el fuego /
palpitan al unísono sus corazones blancos.
-Su hija está
habitada por la sonrisa de la Virgen del Carmen que me visita desde las
galaxias allá en la Isla de Lobos -se sirvió un tercer cognac Jonás Erik
Jönson.
La infanta
agradeció con una reverencia como las que utilizaban las mozas al terminar de
bailar los lanceros y murmuró:
-Estoy segura de
que a mi madrina esta poesía también le va a lamer el dolor, papá.
-Fue escrita con
ese fin -se acuclilló igual que Lucas Rosso para contemplarle mejor las
facciones botticellianas a la criatura el sueco. -Yo siento que Julio Herrera y
Reissig es una especie de farero del Espíritu Santo.
-¿Como usted?
-Sí -contestó
Dodera, agarrándole un hombro al gigante. -Ellos viven en una altura donde
tienen que pelear contra toda la oscuridad del mundo.
-¿Y son felices?
-Claro -se
incorporó Jonás para calentar su copa con una manaza amarronada por la
intemperie oceánica. -Porque podemos ver
cómo piensa el cielo.
-Mi madrina es
feliz solamente cuando llena la pava con cognac para cebarse el mate.
Entonces los
hombres intercambiaron una densa piedad y el maestro insertó el recorte de El Diario Español en el álbum que había
traído su hija y pidió:
-¿Podrías cruzar a
leerle este soneto a Magdalena Tomillo, querubita?
-Sí -aplaudió María
del Mar. -Y de paso le muestro lo adelantado que llevo el Preludio, Coral y Fuga. Aunque la clase la tengo mañana.
-No se ofenda, por
favor -le ofreció un habano Dodera al sueco cuando quedaron solos. -¿Pero
realmente usted puede ver cómo piensa al
cielo?
-¿Y usted no?
-Bueno, a veces a
uno le parece que el universo nos deslizara guiños de complicidad.
-Pero después duda
de que la Providencia sea todopoderosa. Y padece el horror del pobre
endemoniado de la novela de Dostoievski. ¿Se acuerda? Mi problema es que cuando creo no creo que creo. Pero cuando no creo no
creo que no creo. ¿Cuántos minutos les dura la fe a los apostólicos
maestros varelianos?
-He leído una sola
novela de Dostoievski. Y además le pedí que no se ofendiera, amigo.
-Se necesita mucha vital force profética para enseñar a
conjugar el Verbo con mayúscula en un aula, mi estimado Dodera.
Médium
-Y recuerdo con
total claridad que fue en esta misma mesa que hasta Roberto defendió el
restallar del doble sonido esdrújulo que inmortaliza a una de las mejores
estrofas de La Vida -contempló
abstraídamente el Boulevard Zum Felde. -Hacia
el alba que madruga / surgió un corcel metafórico / y desperté a un pitagórico
/ ritmo de estrella que fuga. Porque en aquel cenaculito hubo dos o tres
cachorros que tildaron de exotismo
acentual inconducentemente artificioso a esa genialidad.
-Es que la
sensibilidad lírica de Roberto puede considerarse como gemela de la de Julio
-reconoció Miranda. -Lástima que después terminó por burlarse de las notas al
pie, que aclaraban con dariana
profundidad lo que subyacía en aquel Alto
poema apocalíptico.
-La verdad es que
yo también supe menospreciar esas aclaraciones.
-Pues la principal
alude al Yo consciente y audaz del Poeta,
su Numen soñador y enfermo, su espíritu paradojal y revolucionario, su alma
sedienta de Invisible y de Verdad Religiosa, el Genio investigador de la Causa
Suprema a través de la Ciencia y de la Metafísica en dolorosa peregrinación.
-Una joya. Y
convengamos en que resulta imposible creer que el celebérrimo José Enrique Rodó
haya sido incapaz de comprender la
grandeza de ese filosofar.
-Con lo que estaríamos
en condiciones de catar mucho más la mezquindad que la miopía de los popes
idolatrados en nuestros cena-culitos -carcajeó el seudonimizado Pablo de
Grecia.
-Permítame despejar
una incógnita que me intriga desde aquellas tenidas polobámbicas -se entusiasmó
Zum Felde. -Roberto nos contaba que en una tertulia transcurrida con luz de
plenilunio Julio invocó al espíritu de Isidoro Ducasse, que vivió muy cerca de
la Torre. ¿Usted estaba allí?
-Sí. Nos habíamos
quedado hasta la medianoche alrededor de la mesa de tres patas sin prender ni
una vela y de golpe lo escuchamos.
-¿A Ducasse?
-El poseído por la
supuesta voz de ultratumba fue Roberto -se volvió a abanicar la palidez
Miranda. -A ese fenómeno le llaman psicofonía
y es muy distinto a la psicografía,
un ritual donde se utilizan lápices
que terminan trazando mensajes.
-¿Y cómo fue la
posesión?
-Escalofriante. La
ventana de doble hoja se abrió y se cerró sola y Roberto se transfiguró y
recitó con una voz fantasmal el párrafo que más rumia Julio cuando está muy
opiado: Au milieux de la tempête que
continuait de sévir; à la lueur des éclairs; ayant pour lit d’hyménée la vague
écumeneuse, emportés par un courant sous-marin comme dans un berceau, et
roulant, sur eux-mêmes, vers les profondeurs inconnues de l’abîme, ils se
réunirent dans un accouplement long, chaste et hideux!
-Ese debe ser el
famoso ayuntamiento de Maldoror con la tiburona del que me habla siempre Botana
-saltó el dandy adolescente. -Yo todavía no lo leí.
-Pues tome sus
recaudos. Porque Rubén Darío ya nos advirtió palmariamente que con los clamores
teófobos de Le Montévidéen no conviene tentarse.
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