EL SOÑADOR
El que supo tener facilidá pa los sueños, aura que
dice, Vericueto Gruño.
Él, un suponer, le hacía
una guiñada a una china y cuando le diba a hablar le contaba lo que había estau
soñando en el parpadeo. Cortones los sueños, porque eran de un ojo solo ¡Pero
le soñaba las cosas patente patente!
Una güelta soñó que diba
por un campo (¡de él el campo, fijesé!) y un redepente siente como que le cae
una cosa en el ala del sombrero aludo. Mira pa arriba y pájaro no era. Tonces
se sentó en una piedra pa cavilar (contaba él, Vericueto Gruño), cuando en eso
siente otra cosa que le cae en el medio justo del sombrero. Pegó un salto y
echó mano a la cintura pa sacar, cuando le cae otra cosa, y otra y muchas. Taba
lloviendo. Como no tenía anda meterse pa esperar que pasara el chaparrón, fue y
se despertó de apuro.
Con todo, tuvo que salir
del rancho a secarse al sol. Dormía siesta, sí señor.
Así como Vericueto era
prolijo pa los sueños, la mujer, Anacleta Cuadro, era sonámbula por unanimidá.
Dormida se vestía, se pintaba la raya e los ojos, se acomodaba las clinas y
salía e las casas. Al otro día, allá iba Vericueto Gruño a bombiarla por los
ranchos vecinos. Solía hallarla en lo de Sortilegio Crudo, hombre soltero si
los hay.
Una güelta, en el boliche
El Resorte, taban la Duvija, el tape Olmedo, Intrínseco Lona y Sortilegio Crudo,
tomando unos vinitos, cuando cayó Vericueto. Fue y le habló a Sortilegio.
-Usté tiene que disculpar
don Sortilegio -le dijo Vericueto- por la molestia e que la Anacleta le cae dos
por tres al rancho, dormida la pobre.
-¡Faltaba más -dijo
Sortilegio con el vaso e vino a medio camino- pa eso estamos los vecinos,
hombre!
-Lo que no me esplico
bien -dijo Vericueto picando una rodajita e mortadela- es que de un tiempito a
esta parte la Anacleta agarra siempre pa su rancho.
Sortilegio se sonrió, le
pegó un lengüetazo a la hojilla del pucho que se le estaba desarmando, y le
dijo:
-Cualquier abombau sabe,
y desculpe, que el sonámbulo tiene temporadas.
Quedó por esas. Una
noche, Vericueto taba dormido, cuando un redepente ve a la Anacleta que se
levanta, se pinta los ojos, se viste y sale de las casas. Vericueto, dispacito,
la dentro a seguir hasta que la vio dentrar al rancho e Sortilegio. Por una
rendija los vio que se abrazaban, y entonces le encajó una patada a la puerta,
la abrió y le pegó el grito:
-¡Sotretas! ¡Conque el
sonámbulo tiene temporadas, ¿no?!
Peló el facón y les llevó
la carga. Pero Sortilegio sin largar a la Anacleta le dijo manso:
-¡Pero don Vericueto! ¿No
ve que está soñando? ¿O no sabe cómo es usté pa los sueños? Vaya pa las casas,
y mañana cuando se dispierte me dice si no.
Vericueto dispués contaba,
a las risas, el sueño, y que los había visto patente.
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