LAS CARTAS DE MOZART COMO EXPRESIÓN
DE SU ESPÍRITU CREADOR (3)
JUEGO (3)
Por un momento nos parece
ridícula la absoluta falta de relación entre las palabras rimadas y nos
convencemos de la intención festiva de la misiva. Con absoluta falta de respeto
rima”burla” con “Dios” (Spott-Gott),
al “prelado” enfermo le sigue la “ensalada” (Prälat-Salat). Pisoteando desconsiderablemente el orden de las
partes de la oración hay una apreciable fauna que logra asombrosas
asociaciones: “ser” con “cerdo” (sein-Schwein),
el “toro” al lado de “a mi” (Stier-mir),
el “conejo” con la “prima” (Has-Bas),
el “perro” antes de “sano” (Hund-gesund).
A continuación introduce la frasecita-tema “usted me escribe también” no menos
de quince veces, con distintas variaciones, con ricas posibilidades formales,
con expresiones cada vez más concisas y tiempo in crescendo. La significación de las palabras individualmente se
desvirtúa como consecuencia del amontonamiento de ellas, pues apenas si se
presta atención al sentido de las mismas, ya que sólo se capta en forma
rítmica, que nos recuerda el penoso e intermitente arrancar de una locomotora
de vapor:
…”si usted me expresa,
usted me expone, usted me manifiesta, usted ma hace saber”… hasta que entra
finalmente en el ritmo regular de la marcha: …”usted demanda, usted desea,
usted anhela, usted pide, usted quiere”… De esta manera juega el músico con el
idioma. Va acrecentando la intensidad del elemento significación y extrae de
las palabras el elemento musical rítmico. Acaba de utilizar una frasecita para
modificarla luego con sinónimos o verbos de significación parecida y ahora
vuelve al tema de la carta:
Vendrá
una carta o vendrán cartas dirigidas a mí a sus manos, las que le ruego…
para pasar en seguida a
una especie de diálogo entre voces interrogantes y otras que contestan:
-¿qué?-
si ningún zorro no es ningún conejo, si eso -Bueno, ¿dónde había quedado?- sí,
es cierto, en el llegar, -sí, si llegaran- si ¿quién? -¿quién ha de llegar?-
sí, ahora me acuerdo; cartas, cartas han de llegar -¿pero qué cartas?- pues
bien, cartas dirigidas a mí, las que luego me remita… (1)
En seguida Mozart empieza
a jugar con una pequeña frase interrogativa que, sin duda, le ha llamado la
atención por su musicalidad en las variaciones:
…yo
le pido, ¿por qué no?, queridísimo fex, ¿por qué no?, que si escribe usted a
madame Tavernier, a Munich, escriba un cumplido de mi parte para las 2
mademoiselles Freysinger, ¿por qué no? -¿¡Curios!, ¿por qué no?- y a la más
joven, que es la señorita Josephs, le pido disculpas, ¿por qué no? -¿por qué no
habría de pedirle disculpas?- ¡Curios! -¿no sé por qué no habría de pedírselas-
le pido, pues, disculpas por no haberle enviado hasta ahora la sonata prometida
y que le enviaré lo antes posible, ¿por qué no?. ¿Qué? -¿por qué no?- ¿por qué
no ha de mandarla? -¿por qué no ha de enviarla?- ¿por qué no? -¡Curios!- ¿no
sabría por qué no? Bueno, este favor puede usted hacerme - -¿por qué no?- ¿por
qué no habría de hacérmelo? -¿por qué no?- ¡Curios!, yo también se lo haría si
usted quisiera -¿por qué no?- ¿por qué no habría de hacérserlo yo? ¡Curios!
-¿por qué no?- ¿no sabría por qué no? (2)
Después de la clarinada
rítmica del Curios hay una pausa
expectante, para continuar luego con la frasecita interrogativa con ritmo
marcadamente juguetón. En cada pregunta ponemos un decidido tono melodioso,
tanto más notable cuanto más corta y escasa, pero al mismo tiempo más rica en
vocales, es la pregunta. Cuando el “¿por qué no?” aparece por segunda y tercera
vez, con variaciones y ampliaciones, impulsa al desaprensivo lector a tararear
una melodía. Es como si dos instrumentos musicales mantuvieran un diálogo en el
que cada uno de los interlocutores repitiera, a su manera, apenas con un
rasguido o toda una variación, la pregunta del otro. Los guiones parecen
indicar que hay una pausa, después de la cual habla otra voz. El hecho de que
en estas líneas realmente se diga algo con significado, un encargo formal, sólo
es perceptible para el lector escrupuloso que sabe abrirse paso por entre el
juego de acertijos de tantos “¿por qué?”.
Notas
(1) A la primita, Mannheim,
31-X-17777, II, 334.
(2) A la primita, Mannheim,
31-X-1777, II, 334.
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