En algunas
provincias de Canadá, como Ontario, a los profesores se les
contrata en función de las necesidades del colegio. No hay oposiciones, son los
directores de los centros los que determinan cuántos docentes necesitan cada
curso y para qué asignaturas. Si después de dar una clase ante un comité de
expertos y de pasar una entrevista personal son elegidos, se les contrata y
pasan a ser funcionarios. Durante los dos primeros años, el director del
colegio revisará su trabajo y, si se ajusta a los estándares, volverá a
enfrentarse a ese control cada cinco años. A los 54 años de edad, ese profesor
podrá jubilarse y su pensión será una de las más altas del cuerpo de
funcionarios de Ontario, unos 48.000 dólares canadienses al año (31.600 euros).
El salario medio de un profesor en esa provincia, cuya capital es Toronto, es
de 80.000 dólares al año (52.750 euros).
El escenario
descrito resume una de las principales diferencias con respecto a España: la
forma en la que se selecciona al profesorado. Canadá se encuentra entre los 10
países del mundo mejor posicionados en elinforme PISA, el estudio elaborado por la OCDE en diferentes países que
mide el rendimiento académico de los estudiantes en matemáticas, ciencia y
comprensión lectora. España ocupa la posición 31 y en dos de las
competencias está por debajo de la media del
resto de países de la OCDE.
En Ontario, donde
el 94% de los alumnos están matriculados en centros públicos, cuando los
estudiantes cumplen 14 años pueden elegir las asignaturas que más les interesan
y crear su propio itinerario. Además, pueden escoger entre tres niveles de
dificultad para cada una de esas materias: académico (que les permite acceder a
la Universidad), applied level (que les conduce
al al llamado college) o locally developed (pensado para una rápida
incorporación al mercado laboral). La educación obligatoria es hasta los 16
años.
"Nuestro
sistema no es academicista; no se basa en memorizar contenidos de libros de
texto, sino en la aplicación práctica", explica Bruce Rodrigues, ministro de Educación deOntario, que concentra el 40% de la población total de Canadá. La
igualdad es una de las prioridades del programa educativo en un país en el que
el 22% de los habitantes no nacieron en Canadá. "Tenemos muy presente a
colectivos como el LGTBI y modificamos los programas en función de las
características de los habitantes de las diferentes zonas", señala
Rodrigues.
Pone un ejemplo: si
hay un grupo importante de niños inmigrantes que no han vivido en países en los
que había jardines en las casas, se elimina ese tipo de contenido de los
enunciados o preguntas de los ejercicios de clase. "Estamos identificando
las nuevas narrativas que usan los alumnos; ahí está la innovación",
asegura el ministro. Su gabinete está participando de forma "muy
activa" en la nueva medición de competencias lanzada por PISA para
2018, la denominada competencia global,
un nuevo cuestionario que analizará el pensamiento crítico, la capacidad de
interactuar con respeto, la empatía, la comprensión de los conflictos mundiales
o el conocimiento intercultural de los estudiantes de 15 años.
Rodrigues comenzó
su carrera profesional como profesor de matemáticas y confía plenamente en la
capacidad de los directores y de los llamados school boards (comités
escolares) para diseñar los programas académicos y contratar al profesorado.
¿Cómo pueden estar seguros de que el proceso es justo y transparente?
"Todos los profesores tienen que colegiarse y tenemos un cuerpo regulador
que lo gestiona. Los directores supervisan que su forma de dar clase es la
correcta y, si no cumplen, pueden ser despedidos", detalla Rodrigues.
El presupuesto que
el Ministerio de Educación de Ontario ha destinado a educación infantil,
primaria y secundaria en el curso 2017-2018 es de 17.900 millones de euros,
frente a los 3.250 millones que se llevan las universidades y los colleges (centros de educación superior con un
enfoque más práctico que las universidades). En 2017, el Ministerio de Educación español destinó 2.525
millones de euros a Educación, a lo que se sumaron los 36.900 millones
aportados por las comunidades autónomas.
Todd Bushell es el
director del instituto público Don Mills Collegiate Institute, en Toronto.
"Ponemos el foco en el pensamiento crítico, la información está en
Internet", cuenta mientras recorre algunas de las aulas más innovadoras
del centro, como la de arte y diseño gráfico o la de green industries (sobre el cambio climático). Una
de las claves del sistema educativo canadiense es que las habilidades
emocionales forman parte de la evaluación. "Medimos los hábitos de
trabajo, el auto control, la responsabilidad, la organización, la colaboración
y la iniciativa propia. Son los indicadores del éxito en la vida adulta del
alumno", precisa.
Ese instituto tiene
90 estudiantes internacionales. La madrileña Marta Velasco es una de ellas.
Llegó en agosto para cursar un año de intercambio. Tiene 16 años y estudia en
el colegio concertado Gredo San Diego, en Guadarrama. Está en primero de
bachillerato. "La principal diferencia con España es que aquí te
autorregulas. Tengo el móvil encima de la mesa y yo decido si tengo una llamada
urgente que atender". Le llama la atención que casi todos sus compañeros
trabajan en el parque de atracciones los fines de semana. "En España todo
es tomar apuntes. Aquí las cosas se consensúan, el profesor nos pregunta qué
día nos parece bien entregar. No hay tanta disciplina".
Cuenta que las
matemáticas se le dan fatal, pero que este curso ha escogido la modalidad
intermedia y está avanzando a buen ritmo. Tiene derecho (legislación de
Canadá), antropología o parenting (crianza
en español), una asignatura en la que enseñan el proceso de embarazo, la
igualdad en la crianza y en la que se llevan un robot con forma de bebé a casa
durante cuatro días. La matrícula para estudiantes internacionales cuesta
14.000 dólares al año (unos 9.200 euros), a lo que se suman unos 1.200 de
alojamiento en una familia al mes (unos 780 euros).
A ella le ayudó a
tramitar su estancia la consultoría de educación The Lemon Tree Education, con sede en Madrid. Gestionan
los intercambios de unos 200 estudiantes españoles al año, el 70% viaja a
Canadá. "La mayoría se marchan en cuarto de la ESO, pero depende de la
madurez del alumno", indica Rubén Castillo, cofundador de la empresa. Analizan
cada caso: miden las expectativas del estudiante, sus notas o su experiencia
más complicada, entre otras cuestiones. Trabajan con un gabinete externo de
psicólogos. Cubren las 10 provincias de Canadá y sus honorarios alcanzan los
3.000 euros. "Desde el punto de vista académico, Canadá es uno de los
países más avanzados del mundo. Su visión del respeto a los demás es esencial y
eso se transmite muy bien en los colegios. Los alumnos regresan
transformados", precisa Castillo. La Fundación Amancio Ortega ofrece 500 becas al año
para que estudiantes españoles de cuarto de ESO puedan ir un año gratis.
(El País, España/ 11-6-2018)
(El País, España/ 11-6-2018)
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