1º edición WEB / 2018
Ha perdido volumen y
estatura la centenaria abuela, mejor dicho; el reino de las piedras pide su
parte porque el encantamiento se termina. Los muertos de la casa que están en
todo, apenas separados de los vivos por un borde, soplan sobre ella sus
vivencias por si se cruza un diálogo celeste. Pero la curva piedra activa con
sus trapitos puestos, lo suficientemente vieja para tornarse transparente, se
ve ofuscada, distraída, está desamorada, prendida a su deseo de morir y no a la
muerte. Hay voces que lloviznan, no han encontrado el modo de acercarse. La
vieja habla con sus brazos tallada enteramente por el esfuerzo de servir toda una vida.
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