PRIMERA ENTREGA
Reemplazo
la melancolía por el valor, la duda por la certidumbre, la desesperación por la
esperanza, la perversidad por el bien, las quejas por el deber, el escepticismo
por la fe, los sofismas por la frialdad de la calma, y el orgullo por la modestia.
I
(1)
Los lamentos poéticos de
este siglo son sólo sofismas.
Los primeros principios
deben estar fuera de discusión.
Acepto a Eurípides y a
Sófocles, pero no acepto a Esquilo.
No deis muestra de
carecer del más elemental decoro ni de mal gusto hacia el Creador.
Rechazad la incredulidad:
será para mí un placer.
No existen dos géneros de
poesía; sólo hay uno.
Existe una convención
poco tácita entre el autor y el lector, por la cual el primero se llama enfermo
y acepta al segundo como enfermero. ¡El poeta es el que consuela a la
humanidad! Los papeles se han invertido arbitrariamente.
No quiero ser difamado
con el calificativo de fanfarrón.
No dejaré Memorias.
La poesía no es la
tempestad, como tampoco el ciclón. Es un río majestuoso y fértil.
Sólo admitiendo
físicamente la noche, se ha llegado a hacerla admitir moralmente. ¡Oh Noches de Young! ¡Cuántas jaquecas
me habéis ocasionado!
No se sueña sino
durmiendo. Palabras como sueño, nada de la vida, paso por la tierra, el
adverbio quizás, el trípode desordenado, han infiltrado en vuestras almas esa
poesía húmeda de languideces, similar a la podredumbre. Sólo hay un paso de las
palabras a las ideas.
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