domingo

LECCIONES DE VIDA (96) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


12 / LA LECCIÓN DE LA RENDICIÓN (4)

DK

James, un hombre que había sido muy activo durante toda su vida, tenía ahora setenta y cuatro años y padecía la enfermedad de Parkinson. Él siempre había dado, pero nunca supo recibir.

Cuando se puso enfermo y los demás tuvieron que cuidarle, no vio ninguna razón para continuar viviendo. Su familia le explicó que para ellos era una gran alegría poder cuidarlo con amor. Por mucho que desearan que aquella trágica situación no se hubiera producido, sentían que era un honor poder corresponderle. Pero James sólo se veía como una víctima y consideró seriamente la posibilidad de suicidarse.

Cuando hablamos de sus sentimientos, le dije:

-Nadie puede impedir que se suicide si decide hacerlo, pero creo que lo que más le preocupa es la sensación de que ya no puede elegir. Sin embargo, ¿se ha parado a pensar que puede decidir suicidarse o no hacerlo? Y también puede decidir aceptar esta situación, lo cual constituiría una rendición positiva, no porque sea una situación fantástica, sino porque es positivo que elija rendirse en vistas a un propósito superior. Usted elije: no es una víctima.

Sabía que James era un veterano de guerra y le pregunté qué había hecho allí. Me respondió con orgullo que había sido piloto.

Acto seguido, le dije:

-Comprendo que quiera continuar ejerciendo el control y que no desee rendirse, pero ¿mientras piloteaba no se enfrentó a situaciones en las que tuvo que ceder el control de una forma positiva?

Él pensó durante un momento y respondió:

-En efecto, tenía que cederlo a la torre. Sabía que los controladores aéreos tenían una visión más amplia de lo que sucedía, de modo que dejaba con tranquilidad la situación en sus manos.

-Entonces quizá comprenda que en este caso también existe una visión más amplia de su vida y de la de sus seres queridos. Quizás esta lección no sea sólo para usted, sino para todos, del mismo modo en que el controlador aéreo se preocupaba de todos los aviones que estaban volando y no sólo del suyo.

Aquello sí tuvo sentido para él. Comprendió que rendirse era una elección y que no significaba darse por vencido.

Existe una diferencia importante entre rendirse y darse por vencido. Darse por vencido es como si al diagnosticarnos una enfermedad terminal levantáramos las manos y exclamáramos: “¡No hay esperanza! ¡Estoy acabado!”. Rendirse es elegir el tratamiento que nos parece adecuado y, si no funciona, aceptar que nuestra vida en este planeta es limitada. Cuando nos damos por vencidos negamos la vida que tenemos. Cuando nos rendimos, la aceptamos tal como es. Ser una víctima de la enfermedad es darse por vencido, pero ser consciente de que siempre, en cualquier situación, se puede elegir, es rendirse. Dar la espalda a la situación es darse por vencido, y volcarse en ella es rendirse.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+