domingo

CÁNTICO ESPIRITUAL (42) - SAN JUAN DE LA CRUZ


DECLARACIÓN (4)

9 / Los nuevos amadores son comparados al vino nuevo. Estos son los que comienzan a servir a Dios, porque traen los fervores de el vino del amor muy por de fuera en el sentido, porque aun no han digerido la hez de el sentido flaco e imperfecto, y tienen la fuerza de el amor en el sabor de él, porque a estos ordinariamente les da fuerza para obrar el sabor sensitivo y por él se mueven. Así no hay que fiar de este amor hasta que se acaben aquellos fervores y gustos gruesos de sentido, porque, así como estos fervores y calor de sentido lo pueden inclinar a bueno y perfecto amor y servirle de buen medio para él -dirigiéndose bien la hez de su imperfección-, así también es muy fácil en estos principios y novedad de gustos faltar el vino de el amor y perderse cuando falta el hervor y sabor de nuevo. Y estos nuevos amadores siempre traen ansias y fatigas de amor sensitivas, a los cuales conviene templar la bebida, porque si obran mucho según la furia del vino, estragarse ha el natural. Estas ansias y fatigas de amor es el sabor de el vino nuevo, que decíamos ser áspero y grueso, y no aun suavizado en la acabada cocción, cuando se acaban esas ansias de amor, como luego diremos.

10 / Esta mesma comparación pone el Sabio en el Eclesiástico, diciendo: “Vinum novum amicus novus: veterascet, et cum suavitate bibes allud”; quiere decir: “El amigo nuevo es como el vino nuevo; añejarse ha y beberáslo con suavidad” (9,15). Por tanto, los viejos amadores, que son ya los ejercitados y probados en el servicio de el Esposo, son como el vino añejo ya cocida la hez, que no tiene aquellos hervores de fuera, sino gustan la suavidad de el vino en sustancia ya cocido y asentado allá adentro en el alma; no ya en aquel sabor de sentido como los nuevos, sino con substancia y sabor de espíritu y verdad de obra. Y no caerán en esos sabores ni hervores sensitivos, ni los quieren gustar, porque quien tiene el asiento de el gusto en el sentido, también muchas veces de necesidad ha de tener penas y disgustos en el sentido. Y porque estos amantes viejos no tienen la suavidad radicalmente en el sentido, no tienen ya ansias y penas de amor en el sentido y alma; y así, estos amigos viejos por maravilla faltan a Dios, porque están ya sobre los que había de hacer faltar, que es sobre el sentido inferior, y tiene el vino de amor, no sólo ya cocido y purgado de hez, mas aun adobado con las especias que decíamos de virtudes perfectas, que no le dejan malear como el nuevo. Por eso dice el Eclesiástico: “Amicum antiquum ne deseras, novus enim non erit similis illi”; quiere decir: “No dejes al amigo viejo porque el nuevo no será semejante a él” (9,14). En este vino, pues, de amor ya probado y adobado de el alma hace el Amado la divina embriaguez, que habemos dicho; el cual hace enviar a Dios las dulces emisiones, Y así, el sentido de los tres versillos es el siguiente: “Al toque de centella” con que recuerdas mi alma y “al adobado vino” con que amorosamente la embriagas, ella te envía las emisiones, que son los movimientos y actos de amor que en ella causas.

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