domingo

JULIO CÉSAR CASTRO (JUCECA) - LA VUELTA DE DON VERÍDICO (33)


UNO CON ELEFANTE

A José Pedro Díaz

Hombre que supo ser loco por los bichos menudos, aura que dice, Perinolo Menchuco, el casau con Gobelina Distante, mujer tan distraída que a veces cebaba el mate sin yerba, sin bombilla, y hasta sin mate.

Perinolo llegó a tener colecciones completas de bicho colorau y piojillo de repollo. Vivía encantau con sus miniaturas hasta que le pasó lo del elefante.

Todo vino porque el tragafuego de un circo que andaba por el pago, se pasó de soplido y la llamarada achicharró todo, menos al elefante. Sin un peso ni pa tabaco, el dueño lo salió a ofrecer rancho por rancho.

Bicho poco conocido, cuando de los ranchos lo veían que se arrimaba, antes de que llegara ya se habían mudado.

A Perinolo, el dueño del circo lo agarró durmiendo la siesta. Le golpean la puerta, abre, mira, ve todo gris, piensa que está nublado, cierra de nuevo y sigue durmiendo.

Desesperau, el dueño del circo le hizo patear la puerta por el elefante pa despertarlo del todo. Cuando Perinolo se asomó no conocía el paisaje. La patada del elefante le había corrido el rancho dos leguas más pa allá.

Desorientado salió a caminar sin un criterio por esos campos, de cabeza gacha, aburrido como intervalo de biógrafo, hasta que fue y se recostó contra un tronco. Se estaba durmiendo, cuando el tronco se le mueve. Cuando vio que estaba recostau a una pata de elefante salió a la disparada, pero el dueño del circo lo paró, y fue y le dijo ligerito:

-Le vendo el elefante le hago precio y no hablamos más el elefante ya es suyo.

Perinolo reculó, tomó distancia pa poder verlo del todo, se persignó, y fue y le dijo al otro:

-Usté desculpe, extranjero, pero no me interesan los animales de tamaño.

-Tamaño tienen todos los animales y las cosas, señor mío!

Perinolo reculó dos pasos más y retrucó:

-Ta equivocau, extranjero: tamaño tiene lo grande nomás.

Hombre dispuesto a vender, el otro le alabó las virtudes del anjimalito. Dijo que no tenía vicios, que bicho con patas de piano se da poco, que casi ni molesta porque no es de andarse trepando, y pa rematar dijo que lo bueno que tiene el elefante es que no araña.

Lo cargosió tanto, que al final Perinolo le dio unos pesos y se quedó con el elefante. Al otro se le caían las lágrimas cuando le entregó la cuerda.

El primero en ver el elefante desde el boliche El Resorte, fue el tape Olmedo. Taba en la ventana con el vaso de vino, cuando va y lo ve. Volvió pal mostrador, pálido, y señalando pa la ventana le dijo al pardo Santiago:

-Haga el favor, vaya y vea.

El pardo fue, vio, volvió al mostrador y se mandó un vaso de vino de un solo saque. Sin mirarlo, el tape lo interrogó:

-¿Y?

-¿Eso que viene?

-¿Pa usté qué es?

-Elefante clavau.

-¿No será el vino, pardo?

De repente la Duvija pegó un grito, el barcino pegó un salto, y el Aperiá Chico no pegó nada; taba muy mamau.

Perinolo, acostumbrao a bicho menudo, quiso entrar con el elefante de tiro pa ver de cambiarlo por algo más chico. ¡Le pegó un pechazo al boliche aquel animal, que hubo arañas que se desmayaron!

El elefante metió la trompa por la ventana y llegó con el hocico al mostrador. El tape Olmedo corrió su vasito e vino pa un costau y le dijo al pardo Santiago:

-Cuidau la manguera.

-¡Cambio elefante por inseto menudo y arranco pelito a buscar el caminito! -gritó Perinolo desde la puerta y Rosadito Verdoso le reventó un higo en la frente.

El tape Olmedo estaba preocupau con la trompa del elefante, metida en el boliche, porque no sabía si era animal de recular.

-¡Cambio elefante por inseto! -seguía Perinolo mientras se sacaba los restos de higo de las pestañas. Fue cuando se despertó el Atalufo Lilo, que dormitaba en un rincón. Se enteró del asunto del elefante, y cuando supo que era elefante de circo, se interesó:

-¿Y ese animal, además de ser grande qué otra cosa sabe hacer?

-Es un animalito de lo más útil pa tener en las casas, porque se da mucha maña. Elefante educau en circo es cosa especial.

El Atalufo Lilo, muy interesau, pa ver si era animalito manso le hizo cosquillas en la trompa. El tape Olmedo lo aconsejó:

-Cuidadu no lo haga estornudar.

Al sentir la cosquilla el animal arrolló la trompa y la sacó del boliche. En la sacada se llevó una mesa y dos banquitos.

El Atalufo Lilo salió pa verlo completo, le dio toda una vuelta alrededor, se sentó a descansar en una piedra, y le dijo a Perinolo:

-¿Y si por un casual a uno se le muere?

-¡Ta loco! Aquí tiene elefante pa rato, vecino. Esto no es pajarito que se le ataca del granito y se le queda tieso en cualquier momento. Es otro material, no va a comparar!

-¿Y por cuala cosa lo quiere cambiar?

-Bicho menudo, algo manuable, usté verá.

Ahí el elefante se empezó a hamacar. Con las patas en el mesmo sitio, pero se hamacaba. El Atalufo, muy impresionau pegó el grito:

-¡Ese animal ta mamau!

-¡Ta loco! Animalito sin vicios le estoy ofreciendo. No lo voy a clavar con elefante borracho, que si sale de mala bebida no hay quien lo pare. No señor, por favor, tomelé el aliento y me dice.

El Atalufo Lilo se paró y dio otra vuelta alrededor del elefante, pa después comentar:

-Medio pobretón de cola.

-¡Es animal pa mirar de frente, vecino! Usté lo mira de frente y ni se acuerda de la cola. Estos son animalitos pa verlos venir.

Pa no estar a pico seco, Perinolo ató la cuerda del elefante a una mata de pasto, y dentraron a tomar algo. Acodau al mostrador, Atalufo Lilo preguntó:

-¿Y si le da por seguir creciendo?

-¡Ta loco! Ese no crece más ni que lo riegue todas las mañanas. Usté lo mira y se da cuenta de que tiene que estar podrido de crecer.

-Bueno -dijo Atalufo- ¿me lo cambia por bichito e la humedá?

-Bichito e la humedá tengo a bocha.

-¿Hormiga colorada chiquita?

-Toy completo.

-¿Grillo, bicho colorau, pulga galponera?

Perinolo se sirvió otro vino, salió a la puerta con el vaso en la mano, y se quedó mirando al elefante que se hamacaba en el mesmo sitio. Se hizo que lo miraba, y que lo estaba esperando. Le halló cara de bueno, y facha de pobre. Por lo gris lo halló triste, y por lo grande más solito.

Desde adentro del boliche el Atalufo Lilo le seguía ofreciendo cambios:

-¿Araña e manguera?

Perinolo dio una vuelta alrededor del elefante.

-¿Ranita y sapo de pozo?

Le hizo gracia la cola tan cortita, como de otro.

-¿Piojo e paloma, mosquito zancudo, pichón de tortuga?

Le hizo gracia verlo mover semejantes orejas.

-¿Bichito e luz, chicharra pal verano, bicho peludo de los verdes?

Le hizo gracia verlo atado con aquella soguita a una mata de pasto. Carculó que si no se había ido era porque no quería. Y otra vez se le hizo que lo estaba esperando.

Cuando el Atalufo Lilo salió a ver, Perinolo ya iba lejos, tranquiando con el elefante de tiro, rumbo a las casas. El tape Olmedo comentó:

-Taba clavau…

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