UNO CON ELEFANTE
A
José Pedro Díaz
Hombre que supo ser loco
por los bichos menudos, aura que dice, Perinolo Menchuco, el casau con Gobelina
Distante, mujer tan distraída que a veces cebaba el mate sin yerba, sin
bombilla, y hasta sin mate.
Perinolo llegó a tener
colecciones completas de bicho colorau y piojillo de repollo. Vivía encantau
con sus miniaturas hasta que le pasó lo del elefante.
Todo vino porque el
tragafuego de un circo que andaba por el pago, se pasó de soplido y la llamarada
achicharró todo, menos al elefante. Sin un peso ni pa tabaco, el dueño lo salió
a ofrecer rancho por rancho.
Bicho poco conocido,
cuando de los ranchos lo veían que se arrimaba, antes de que llegara ya se
habían mudado.
A Perinolo, el dueño del circo
lo agarró durmiendo la siesta. Le golpean la puerta, abre, mira, ve todo gris,
piensa que está nublado, cierra de nuevo y sigue durmiendo.
Desesperau, el dueño del
circo le hizo patear la puerta por el elefante pa despertarlo del todo. Cuando
Perinolo se asomó no conocía el paisaje. La patada del elefante le había
corrido el rancho dos leguas más pa allá.
Desorientado salió a
caminar sin un criterio por esos campos, de cabeza gacha, aburrido como
intervalo de biógrafo, hasta que fue y se recostó contra un tronco. Se estaba
durmiendo, cuando el tronco se le mueve. Cuando vio que estaba recostau a una
pata de elefante salió a la disparada, pero el dueño del circo lo paró, y fue y
le dijo ligerito:
-Le vendo el elefante le
hago precio y no hablamos más el elefante ya es suyo.
Perinolo reculó, tomó
distancia pa poder verlo del todo, se persignó, y fue y le dijo al otro:
-Usté desculpe,
extranjero, pero no me interesan los animales de tamaño.
-Tamaño tienen todos los
animales y las cosas, señor mío!
Perinolo reculó dos pasos
más y retrucó:
-Ta equivocau,
extranjero: tamaño tiene lo grande nomás.
Hombre dispuesto a
vender, el otro le alabó las virtudes del anjimalito. Dijo que no tenía vicios,
que bicho con patas de piano se da poco, que casi ni molesta porque no es de
andarse trepando, y pa rematar dijo que lo bueno que tiene el elefante es que
no araña.
Lo cargosió tanto, que al
final Perinolo le dio unos pesos y se quedó con el elefante. Al otro se le
caían las lágrimas cuando le entregó la cuerda.
El primero en ver el
elefante desde el boliche El Resorte, fue el tape Olmedo. Taba en la ventana
con el vaso de vino, cuando va y lo ve. Volvió pal mostrador, pálido, y
señalando pa la ventana le dijo al pardo Santiago:
-Haga el favor, vaya y
vea.
El pardo fue, vio, volvió
al mostrador y se mandó un vaso de vino de un solo saque. Sin mirarlo, el tape
lo interrogó:
-¿Y?
-¿Eso que viene?
-¿Pa usté qué es?
-Elefante clavau.
-¿No será el vino, pardo?
De repente la Duvija pegó
un grito, el barcino pegó un salto, y el Aperiá Chico no pegó nada; taba muy
mamau.
Perinolo, acostumbrao a
bicho menudo, quiso entrar con el elefante de tiro pa ver de cambiarlo por algo
más chico. ¡Le pegó un pechazo al boliche aquel animal, que hubo arañas que se
desmayaron!
El elefante metió la
trompa por la ventana y llegó con el hocico al mostrador. El tape Olmedo corrió
su vasito e vino pa un costau y le dijo al pardo Santiago:
-Cuidau la manguera.
-¡Cambio elefante por
inseto menudo y arranco pelito a buscar el caminito! -gritó Perinolo desde la
puerta y Rosadito Verdoso le reventó un higo en la frente.
El tape Olmedo estaba
preocupau con la trompa del elefante, metida en el boliche, porque no sabía si
era animal de recular.
-¡Cambio elefante por
inseto! -seguía Perinolo mientras se sacaba los restos de higo de las pestañas.
Fue cuando se despertó el Atalufo Lilo, que dormitaba en un rincón. Se enteró
del asunto del elefante, y cuando supo que era elefante de circo, se interesó:
-¿Y ese animal, además de
ser grande qué otra cosa sabe hacer?
-Es un animalito de lo
más útil pa tener en las casas, porque se da mucha maña. Elefante educau en
circo es cosa especial.
El Atalufo Lilo, muy
interesau, pa ver si era animalito manso le hizo cosquillas en la trompa. El
tape Olmedo lo aconsejó:
-Cuidadu no lo haga
estornudar.
Al sentir la cosquilla el
animal arrolló la trompa y la sacó del boliche. En la sacada se llevó una mesa
y dos banquitos.
El Atalufo Lilo salió pa
verlo completo, le dio toda una vuelta alrededor, se sentó a descansar en una
piedra, y le dijo a Perinolo:
-¿Y si por un casual a
uno se le muere?
-¡Ta loco! Aquí tiene
elefante pa rato, vecino. Esto no es pajarito que se le ataca del granito y se
le queda tieso en cualquier momento. Es otro material, no va a comparar!
-¿Y por cuala cosa lo
quiere cambiar?
-Bicho menudo, algo
manuable, usté verá.
Ahí el elefante se empezó
a hamacar. Con las patas en el mesmo sitio, pero se hamacaba. El Atalufo, muy
impresionau pegó el grito:
-¡Ese animal ta mamau!
-¡Ta loco! Animalito sin
vicios le estoy ofreciendo. No lo voy a clavar con elefante borracho, que si
sale de mala bebida no hay quien lo pare. No señor, por favor, tomelé el
aliento y me dice.
El Atalufo Lilo se paró y
dio otra vuelta alrededor del elefante, pa después comentar:
-Medio pobretón de cola.
-¡Es animal pa mirar de
frente, vecino! Usté lo mira de frente y ni se acuerda de la cola. Estos son
animalitos pa verlos venir.
Pa no estar a pico seco,
Perinolo ató la cuerda del elefante a una mata de pasto, y dentraron a tomar
algo. Acodau al mostrador, Atalufo Lilo preguntó:
-¿Y si le da por seguir creciendo?
-¡Ta loco! Ese no crece
más ni que lo riegue todas las mañanas. Usté lo mira y se da cuenta de que
tiene que estar podrido de crecer.
-Bueno -dijo Atalufo- ¿me
lo cambia por bichito e la humedá?
-Bichito e la humedá
tengo a bocha.
-¿Hormiga colorada
chiquita?
-Toy completo.
-¿Grillo, bicho colorau,
pulga galponera?
Perinolo se sirvió otro
vino, salió a la puerta con el vaso en la mano, y se quedó mirando al elefante
que se hamacaba en el mesmo sitio. Se hizo que lo miraba, y que lo estaba
esperando. Le halló cara de bueno, y facha de pobre. Por lo gris lo halló
triste, y por lo grande más solito.
Desde adentro del boliche
el Atalufo Lilo le seguía ofreciendo cambios:
-¿Araña e manguera?
Perinolo dio una vuelta
alrededor del elefante.
-¿Ranita y sapo de pozo?
Le hizo gracia la cola
tan cortita, como de otro.
-¿Piojo e paloma,
mosquito zancudo, pichón de tortuga?
Le hizo gracia verlo
mover semejantes orejas.
-¿Bichito e luz,
chicharra pal verano, bicho peludo de los verdes?
Le hizo gracia verlo
atado con aquella soguita a una mata de pasto. Carculó que si no se había ido
era porque no quería. Y otra vez se le hizo que lo estaba esperando.
Cuando el Atalufo Lilo
salió a ver, Perinolo ya iba lejos, tranquiando con el elefante de tiro, rumbo
a las casas. El tape Olmedo comentó:
-Taba clavau…
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