domingo

IRMA HOESLI - MOZART: LAS CARTAS DE UN GENIO DE LA MÚSICA (2)


LAS CARTAS DE MOZART COMO OBJETO DE CRÍTICA DE ESTILO (2)

Si observamos la historia de la evolución intelectual veremos que el fenómeno de tal transformación de la evolución histórica es inevitable. Mozart evoluciona con su tiempo. Los Stürmer und Dränger ya se han librado del racionalismo y han fundado el imperio del propio y candente yo. Su realización se limita al abandono de lo tradicional en materia intelectual y a la ponderación del individuo libre. Crear algo nuevo, válido, no estaba ya dentro de sus posibilidades. Mozart, en cambio, quien estaba “predestinado” a no perderse en el Sturm and Drang, (1) redime como clásico las aspiraciones de los pobres y realiza en el campo artístico sus anhelos sin negar la herencia de otros tiempos. Pero no es un imitador, su obra no muestra una “adición de influencias” (2). Con espíritu creador funda su individualidad en su obra y transforma bienes heredados en auténtica propiedad, Si contemplamos su mundo musical, contemplamos al mismo tiempo a su creador. El ser único, constituido por el hombre atado al tiempo y el creador de obras inmortales, señala al “genio ingenuo” (3) de Mozart, parecido al de su genial contemporáneo, Goethe.

Según nuestro entender es necesario consignar que este rasgo que surge de la obra musical de Mozart también aparece en Mozart como corresponsal. Las cartas mozartianas reflejan que el quehacer artístico, “la primerísima exteriorización de vida de este genio”, determina, necesariamente, los actos de su vida externa. Son pruebas reales “de las mismas fuerzas e impulsos” de su música, “el mismo demonio” residía en ellas, “la misma materia” se impone en ellas.

Claro que las cartas de Mozart, a pesar de ser famosas, no pueden compararse en trascendencia con su obra musical. Pero en ellas aparece transparente, a pesar de todas las alternativas, el genio musical que se brinda en toda su pureza en la música. Si bien las cartas mozartianas no alcanzan la profundidad y vastedad de su obra musical ni expresan todas las posibilidades del genio son, a pesar de todo, fuente de su exteriorización al igual que sus manifestaciones musicales. Para nosotros es muy importante el hecho de que no exista una diferencia fundamental sino de gradación entre el contenido personal de la música y el de sus cartas. Uno de los deberes de nuestra investigación es el de exponer explícitamente la unidad de la personalidad de Mozart. Si bien las cartas son documentos de mucho valor para los biógrafos en lo que se refiere a los hechos relacionados con su vida exterior, también representan una certificación de la constancia del estilo mozartiano, que permanece idéntico en su música y en la palabra.

¿Es Mozart también un clásico en cuanto al estilo epistolar? Seguramente. No en el sentido de un juicio valorativo, sino referido a su posición intelectual como heredero de la Ilustración y moderador del Sturm und Drang. El tono de las cartas mozartianas está igualmente distante del frío racionalismo que de la acalorada exuberancia y la violencia individualista. En ellas reconocemos la amabilidad y el incomparable sentido del tacto, características del estilo epistolar del rococó, y la vivacidad y naturalidad, rasgos del Sturm und Drang. Nunca se anquilosó en las frases retóricas de la Ilustración que hoy nos impresionan como curiosidades, pero tampoco participó de la exuberancia volitiva y consciente ni del afectado “tono directo” de los Stürmer und Dränger. Mozart participa activamente de la liberación de las rígidas formas, posible sólo a partir de las reformas introducidas por Gellert. En ello es, aunque sin saberlo, un hijo de su tiempo. Pero como estaba libre de influencias literarias y no tenía interés en innovar en ese campo, sino que se entregó tranquilamente en muchos aspectos a lo tradicional, se mantuvo auténtico, libre de amaneramientos, original, a pesar de las contingencias temporales.

Mozart no escribe sus cartas por el hecho mismo de escribir para rendir pleitesía al culto epistolar de su tiempo. Las escribe porque las circunstancias especiales de su vida -viajes, separaciones de padres y esposa- lo obligan a ello. La manera especial con que cumple este cometido es objeto de nuestro análisis y crítica de estilo.


Notas

* Por Sturm und Drang (literalmente, “borrasca e impulso”) entiéndese un movimiento de la literatura alemana que se extiende aproximadamente de 1779 a fines del siglo XVIII y que fue sustentado especialmente por los jóvenes llamados Stürmer und Dranger (“tormentosos e impulsivos”). Tratábase de una corriente que, opuesta al racionalismo de la Ilustración o edad de las luces, trataba de escudriñar lo irracional en el ser humano y se enraizaba estéticamente con Shakespeare y el medievo gótico, y, filosóficamente, con Rousseau. Precursores de esta tendencia fueron Herder y Hamann, y sus principales figuras Goethe y Schiller jóvenes, Lenz, Leisewitz y Klinger. Del título de un drama de este último le viene el nombre al movimiento, que fue, en cierto modo, precursor del romanticismo. (N. del T.
(1) Becking, pág. 167.
(2) Abert, I pág. 14
(3) Schiller, Uber naive und sentimentalische Dichtung.

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