domingo

IRMA HOESLI - MOZART: LAS CARTAS DE UN GENIO DE LA MÚSICA


Título del original en alemán: WOLGFANG AMADEOS MOZART
Traducción de Inge S. DE LUQUE

Dedicado a mis padres

Nota del traductor: Se ha tratado, en lo posible, de respetar la forma original de la redacción de Mozart, aunque ella adolezca de graves errores de construcción. Asimismo debe señalarse que Mozart  tenía pésima ortografía y que manejaba muy arbitrariamente los signos de puntuación.


PRIMERA ENTREGA

LAS CARTAS DE MOZART COMO OBJETO DE CRÍTICA DE ESTILO (1)


Hermann Abert refuta, en su obra. Modelo de la literatura mozartiana, “W. A. Mozart”, la afirmación de que no existe relación entre la vida exterior y la creación artística de Mozart. Con ello se opone a la opinión extrema sustentada por T. de Wycewa y G. de Saint Foix en W. A. Mozart; Sa vie musicale et son oeuvre de l’enfance à la pleine maturité, que, por otra parte, representa una significativa investigación. El biógrafo alemán responde a las afirmaciones de los franceses diciendo que las obras de Mozart “no son solamente abatimientos o comentarios de su vida”, sino “el contenido mismo de su vida”, pues para Mozart “la creación artística era la motivación vital por excelencia… Por ello los acontecimientos de su vida exterior no son ni significativos ni insignificantes para su arte, sino que están unidos indisolublemente desde el principio, regidos por el mismo impulso, por la misma fuerza. Todo lo que en la vida de Leopoldo fue pura casualidad se transforma en su hijo en destino… El mismo demonio que le inspiró sus obras lo condujo también por la senda de la vida hacia su oscuro final”. (1)

Para los dos autores franceses, la vida de Mozart sólo ofrece interés en cuanto provee de nuevas impresiones artísticas al genio musical, cuyas obras resultan una “adición de influencias” (1) A semejante racionalismo opone Abert que la elección que hiciera Mozart entre predecesores y contemporáneos lleva el signo de la creación: “Es su primer intento de mantenerse frente a la tradición…, de modificar lo inherente a la esencia, convirtiéndolo en algo propio, y no sólo de imitarla.” “Lo más grande en Mozart es su propio yo y su fuerza para corporizarlo… y es principal deber del biógrafo traer a la luz este su rasgo prominente, que en los distintos grados de su evolución aparece en diversas formas, pero que, en el fondo, se mantiene inalterable. El arte de Mozart se parece aun cristal finamente tallado, cuyo brillo, con diferentes luces, cambia de color, en tanto su materia permanece intacta.” (2)

Es evidente que Abert quiere sustraerse a la opinión de que la obra mozartiana ha de valorarse en forma parecida a la de un J. S. Bach, cuya música es de una objetividad tan total que podemos prescindir de los datos sobre la individualidad del compositor. El músico se convierte en intérprete de inspiración divina y se pierde en su obra. En la música de Mozart, en cambio, se traduce el yo del compositor, la música se convierte en intérprete de una personalidad: “Se agrega un argumento ad hominem… El yo del compositor no sólo se insinúa sino que la crea y la empapa completamente.” (3)


Notas

(1) Abert, I, pág. 14
(2) Abert, I, págs.. 14-15.
(3) Becking, pág. 167.

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