domingo

EL TEATRO Y SU DOBLE (40) - ANTONIN ARTAUD


TEATRO ORIENTAL Y TEATRO OCCIDENTAL (1)

El teatro balinés nos ha revelado una idea del teatro física y no verbal, donde los límites del teatro son todo aquello que puede ocurrir en escena, independientemente del texto escrito, mientras que en Occidente, y tal como nosotros lo concebimos, el teatro está íntimamente ligado al texto y limitado por él. Para el teatro occidental la palabra lo es todo, y sin ella no hay posibilidad de expresión; el teatro es una rama de la literatura, una especie de variedad sonora del lenguaje y aun si admitimos una diferencia entre el texto hablado en escena y el texto leído, aun si limitamos el teatro a lo que ocurre ante las réplicas, nunca alcanzamos a separarlo de la idea de texto interpretado.

Esta idea de la supremacía de la palabra en el teatro está tan arraigada en nosotros, y hasta tal punto nos parece el teatro mero reflejo material del texto, que todo lo que en el teatro excede del texto y no está estrictamente condicionado por él, nos parece que pertenece al dominio de la puesta en escena, que consideramos muy inferior al texto.

Supuesta esa subordinación del teatro a la palabra, cabe preguntarse si el teatro tendrá realmente un lenguaje propio, si no será enteramente quimérico considerarlo un arte independiente y autónomo como la música, la pintura, la danza, etcétera.

Reconoceremos en todo caso que este lenguaje, si existe, se confunde necesariamente con la puesta en escena considerada:

Primero: Como la materialización visual y plástica de la palabra.

Segundo: Como el lenguaje de todo cuanto puede decirse y expresarse en escena, independientemente de la palabra, de todo cuanto encuentra su expresión en el espacio, o puede ser afectado o desintegrado por él.

Hemos de descubrir entonces si este lenguaje de la puesta en escena, como lenguaje teatral puro, puede alcanzar los mismos fines interiores que la palabra, si desde el punto de vista del espíritu y teatralmente puede aspirar a la misma eficacia intelectual que el lenguaje hablado. Cabe preguntarse, en otros términos, si es capaz no de precisar pensamientos, sino de hacer pensar, si puede tentar al espíritu a adoptar actitudes profundas y eficaces desde su punto de vista.

En pocas palabras: plantear el problema de la eficacia intelectual de las formas objetivas como medio de expresión, de la eficacia intelectual de un lenguaje que sólo utiliza formas, ruidos o gestos, es plantear el problema de la eficacia intelectual del arte.

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